jueves, 30 de julio de 2015

Lecturas: "El Puñal" de Jorge Fernández Díaz







Sabemos que un policial es bueno cuando su 
argumento nos atraviesa como una de las balas 
que surcan su propia historia. La creación de una historia policial no tiene porqué ser producto de una alianza compleja de historias que convergen en un baño de sangre. No tiene porqué ser extensa. Ni siquiera original. Pero cuando un autor decide romper con el molde, rebelarse contra los estatutos, entonces el desafío se vuelve una prueba de fuego para la literatura y para su creador. 
“El puñal” de Jorge Fernández Díaz (Planeta) tiene la virtud de avanzar sobre territorio prohibido. El autor del best seller “Mamá”, se adentra en el lado oscuro del corazón criminal. Busca melodías en el lado B de los sonidos. Su novela es una composición coral, justamente. Fernández Díaz proyecta en nuestras pupilas la mente de sus personajes con la velocidad y la plasticidad de un dios. De movida parece imposible que ciertos edificios literarios puedan ser construidos. Imaginarse una historia donde básicamente todos son malos pero a la vez hay al menos un héroe de rostro manchado pero héroe al fin, cuesta. Cuesta bastante. La ambición, el poder, el dinero y las herramientas y productos de la ambición -como la droga y las armas, por supuesto- son la cena que Fernández Díaz se atreve a servirnos con una sonrisa de viejo lobo. Y nos hace entender que la locura que circula por la huella digitl de sus dedos es real. Está ocurriendo enfrente de nuestras narices. Que los héroes caídos y los ángeles malditos habitan el mismo cielo y se consumen sobre un fuego que no deja de arder jamás. Incluso cuando los telones caen y las luces se apagan. Leyendo “el puñal” vi una película. Me asomé a un mundo que intuía. Me dejé llevar por la erudición ruda pero vital de su autor. Estaba ciego o tuerto y ahora que veo, pues, que impresión.

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