miércoles, 12 de julio de 2017

Violencia y locura en Puerto Natales IV: amenazas, críticas, desmentidas y la verdad

En algún momento hacer periodismo se volvió glamoroso, fiestero. Fue un afán. Un gesto que duró una década. Después vino el achique estructural, después internet y aquí estamos. Como turcos en la neblina.
Mucho se perdió en el camino. Ayer una persona comentó al pie de la investigación que hice sobre el caso de los muchachos atacados por carabineros en Puerto Natales, que no quería leer nada porque no habíamos estado allí, que era puro “celular”. Palabras más o menos. Le respondí que tampoco estuve en China pero que sé que existe. Los periodista estamos para retratar realidades de las cuales no tenemos conocimiento de primera mano. Tampoco los jueces las tienen y juzgan.
Para quienes no lo sepan, el periodismo es un oficio que siempre significó trabajo. Esfuerzo. Voluntad. Temple frente a situaciones que otros no querrían vivir.
En 25 años de oficio he dormido en la calle, entrevistado estrellas y linyeras, santos y criminales. Solo para empezar. Y lo conté.
En los 90, durante el gobierno de Carlos Menem en la Argentina, se instaló una forma de hacer periodismo que parecía construida desde la mesa de un cóctel. Digo, parecía. Era una imagen. El buen periodismo siempre molesta a alguien. No es gacetillero. No asiste o no tiene porqué asistir a convites que no tienen un propósito informativo.
Hace unos días una empresa multinacional me invitó a un encuentro de periodistas a beber y charlar. No asistí. Poco después esa misma empresa reclamó por un artículo mío en la cual veía perjudicada su imagen y presionó para que saliera de circulación. Dos estudiantes de periodismo, grupos ecológicos, entre otros, me llamaron para preguntarme qué había sucedido. Por sus propios medios subieron la nota. El caso ya es objeto de una tesis universitaria.
Nuestro trabajo no es agradar sino revelar datos que están ahí afuera. A veces hacen reir a unos y llorar a otros pero es ocasional. Los papeles se intercambian.
Si las personas quieren negar la realidad, la niegan. Pero los hechos son los hechos.
Hace dos días adelanté en un artículo publicado acá mismo que estaba detenido un guardia de seguridad por haber atacado a los cuatro chicos natalinos. La novia amenazó con demandarme porque dijo que no era cierto. Aunque lo era. Su pareja está hoy en prisión preventiva. Esa misma persona me reclamaba que fuera profesional y que me informara “mejor”. Por lo visto mi información era “mejor” que la que le ofrecía su propio compañero.
El periodismo es buscar y mostrar. Entrevistar y analizar. Proyectar. Cruzar datos. Componer escenas que no resultan tan claras. Si alguien piensa que todo eso no lleva tiempo y que puede hacerse mientras se mira un partido de fútbol está muy pero muy equivocado.
Los medios regionales de Punta Arenas y Puerto Natales, ofrecieron una magra información sobre los hechos que ocurrieron el sábado 8 de julio durante los cuales, literalmente, dos ex carabineros y otra persona, los identificados hasta ahora porque hay más, intentaron asesinar a cuatro chicos. Todos ellos gente de barrio, trabajadores.
El cuerpo de carabineros tiene una deuda profunda con la sociedad de Puerto Natales y los periodistas locales también.
Lo que ocurrió esa noche solo fue relatado por testigos a la Policía de Investigaciones y ningún medio regional lo entregó en su versión completa. Solo hay una nota en la que habló un testigo y esa corresponde a lo publicado por mi persona y Salvador Miranda en nuestras cuentas de Facebook. Allí están los hechos y nada más que los hechos.
Hicimos periodismo, nos amenazaron, molestamos, nos criticaron, nos odiaron.

Somos periodistas. Para servirles.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario