Ya nada está donde solía estar. O nos movimos o alguien cambió la
estantería. Los medios tradicionales, pero sobre todo los diarios,
tardaron mucho en darse cuenta de esto. Todavía a finales del 2007 el
gerente periodístico del Río Negro me aseguraba que internet era una
total exageración.
Una década después los diarios atraviesan la
peor de sus crisis en el más dinámico de los escenarios
comunicacionales. El problema es cómo insertarse en el baile y que
encima te paguen por bailar.
Muchos creen que detrás los “diarios”, hay personajes que peinan canas y definen agendas con un timbre en la mano.
La realidad del proceso es menos tácita. Las “notas” requieren de
“anotadores”. Todavía son muy necesarios los cronistas, aunque los
medios tradicionales alientan la formación periodística editorial en la
universidades. Cuando la verdad es que es el viejo oficio es el que
puede sacarnos del atolladero. Sin historias no hay lectores. Como dijo
Hernán Casciari en una entrevista reciente: “La gente nunca va a dejar
de querer que le cuenten historias”.
Hace una semana un grupo de
personas, entre las que había carabineros de Chile, atacó a cuatro
jóvenes en Puerto Natales dejándolos heridos de gravedad. La primera
entrevista a una testigo fue publicada en Facebook en el marco de un
trabajo periodístico que hicimos con Salvador Miranda. El en Puerto
Natales. Yo en Bariloche. Lo hicimos por afán de contar.
La serie de
artículos, subrayando datos que los medios regionales y nacionales como
La Prensa Austral, El Pinguino, El Mercurio, Televisión Nacional de
Chile, omitían, obviaban o menos preciaban fueron publicados en nuestras
cuentas.
El mismo día que nuestra entrevista marcaba más de 500 las
ocasiones compártidas, el artículo principal de La Prensa Austral había
sido compartido 52 veces. 10 veces menos y décadas de historia más a su
espalda. El blog Suma Bobo, donde fueron reproducidos los artículos,
superó en un día las 10 mil páginas leídas. Recibimos más de 400
comentarios. Hubo más de 1000 reacciones.
Y, esto es llamativo, una
fuente irreprochable me comentó que un alto funcionario de Gobierno
Nacional estaba siguiendo atentamente las información que entregamos en
Facebook.
Un amigo periodista, bocho tecnoreportero, Andrés
Stefani, me dice que la gente está donde está la data. Si. Y no también.
La gente sigue acudiendo en masa a los medios tradicionales pero no
siempre encuentra lo que busca.
Los periodistas estamos obligados a
salir de nuestro circuito de confort (y en Chile se le dice confort al
papel higiénico, una metáfora por demás ubicua en este momento) para
“estar” donde surgen los hechos.
Una fogata, un relator, la noche, el silencio, los ojos abiertos. Todavía se repite la escena ancestral.
Hace unas horas me enteré de algo curioso. Un nuevo director asumió en
el diario Río Negro. Un medio regional que en la última década perdió
entre 15 y 20 mil compradores diarios. Todo lo que cosechó en internet
lo dejó atrás en el papel. Sus victorias no son noticiosas sino un
reflejo de la costumbre que empuja una marca de 100 y tantos años.
El diario vive de la pauta oficial de Neuquén y Río Negro, de algunas
cadenas, de los clasificados pero ya no de sus lectores directos.
El
nuevo director es brasilero. Después de tanto ir y venir y de contratar
y despedir, el directorio de Río Negro descubrió en Brasil lo que no
hay, para ellos, en la Argentina.
Entonces lo comenté a un amigo y
editor. Entonces me dijo: Brasil, el boom brasilero comienza a tomar
forma nuevamente (27 mil visitantes este año y partimos en 2011 con
5000), el gobernador Alberto Weretilneck y sus funcionarios visitan
habitualmente San Pablo, la sociedad entre la provincia y el diario Río
Negro es un secreto a voces. ¿No te hace pensar? Elaboré mi teoría e
hice mi llamada a una alta fuente del gobierno. Silencio. Aquí estoy.
¿Podría haber un desembarco de capitales extranjeros en medios
regionales?. Se concretaría así un viejo anhelo de algunos miembros del
directorio del Río Negro: vender sus acciones a precio oro.
Acto
seguido me entero de que la provincia y el diario Río Negro van a
asociarse para que algunos de los periodistas del diario tengan sus
propios programas en Canal 10. Que es como decir que el gobierno
provincial les terminará abonando sus salarios. Pero, un momento, ¿no
sucede eso ya? ¿No son pagados los salarios del Río Negro a través de la
propaganda y publicidad oficial de la provincia, que usa las páginas
papel para dar a conocer sus obras? ¿No hubo un acuerdo entre la
provincia y el Instituto de las Artes (IUPA), propiedad de un miembro
del directorio, tuviera un mayor presupuesto que alentara su ampliación
hacia otras ciudades como Bariloche y Viedma? ¿No pesa esta rarísima
situación en los contenidos?
Cuando un diario deja de depender de
sus lectores para vivir y financiarse, ese mismo día comienza a dar
señales de triste, solitario y final. Puede que el diario Río Negro
todavía sea un negocio, pero ya no es una ventana a través de la cual
observar la realidad. O si lo es, pero es una ventana de vidrios
empañados.
Me encantaría saber qué piensa el ex director Julio
Rajneri de todo esto. El hombre que hizo de la independencia un emblema
durante cuatro décadas. Se rumorea que ahora apoya a un medio digital
exclusivamente referencial a sus autores. Que es como decir que lo leen
solo ellos.
Lo único cierto, es que la realidad y sus inquietudes,
sus historias y sus bichos, sus trucos y sus excentricidades, están allí
afuera. Donde nadie auspicia a nadie. Donde no hay sponsors.