lunes, 17 de julio de 2017

¡Estamos todos bien en Bariloche!


Aquí estamos todos bien. Las estamos pasando bomba.
Sabelo. Kill Bill.
Explotó la caldera de la terminal de Buses. 300 tipos se pasaron de frío. Pero vino personal del municipio y entregó chocolate caliente por las molestias y las malas noticias.
El servicio de electricidad dejó de funcionar durante unas 30 a 35 horas. La Cooperativa de Electricidad de Bariloche no entregó nada a los vecinos. Justo cuando cantábamos victoria, otra vez, cerca de las 22, la electricidad derrapó. Mi hijo de 9 se hizo budista. Yo dejé de creer en dios.
En el aeropuerto de la ciudad 2500 personas, entre las que habría 300 brasileros o más, reclamaban por sus asientos perdidos el viernes...y estamos a ¡lunes!.
El temporal y el organigrama de las compañías aéreas los habían hecho desaparecer. Un pasajero me avisa: mientras nos decían que no había pasajes podías comprar uno por Booking e irte a la porra. El hizo algo parecido. Compró en otra aerolínea. Y partió.
Una agua vale 400 pesos aquí, exagera una señora. Una familia come dos boludeces y gasta 1000, me dice un hombre.
Ya no sé quien tiene menos razón. Si ellos y el sistema.
Las calles atestadas. Las veredas. Las plazas. Hay nieve y mucha más gente. Es el temporal del temporal. Pero está ok, súper ok, porque estamos re bien en la Cordillera.
La estructura cruje como un barco viejo. Quejarse en este momento, pues, es un pecado.
¿Sabés cuanto gasté?, me pregunta un empresario y se confiesa. Más de 20 mil y todavía no vio pasar su avión. Ahí viene. Hasta la vista. Si te vi no me acuerdo.
En Catedral tienen luz. En mi barrio no. Ah, si, ahora si, no, ahora no, ahora sí, ahora no.
Pero, sabes qué, no importa, no importa un carajo porque la estamos pasando todo súper bien.
Y como que no se cuenta. Como que no se relata. Lo choto.
Hay que contar lo cool que nos sentimos, now.
El brasilero denuncia, jamás volveré. Me lo dijo hoy una joven mujer. Pero se reía.
Es tan dulce la Patagonia. Esta vez nos traicionó.
En Catedral hay electricidad. Wiiii. En la cervecería cerveza y en casa ¿cómo andamos? Ah, no hay luz y ahora que me acuerdo tampoco cloacas.
Pero, sabes qué, no importa, nada importa, porque aquí estamos requetebienestamos.
Seguí así, seguí, me dice el profesional. Y me mandan saludos de otro capo.
Usted, señor, le ha hecho mucho daño a esta ciudad.
Relatar lo que está pasando cuando no está pasando, me oye bien, no está pasando y lo que usted vio no lo vio.
Sabes qué, tenés razón, porque acá, en Bariloche estamos todos más que bien.
Estamos genial.

domingo, 16 de julio de 2017

La información ya no vive aquí, se mudó

Ya nada está donde solía estar. O nos movimos o alguien cambió la estantería. Los medios tradicionales, pero sobre todo los diarios, tardaron mucho en darse cuenta de esto. Todavía a finales del 2007 el gerente periodístico del Río Negro me aseguraba que internet era una total exageración.
Una década después los diarios atraviesan la peor de sus crisis en el más dinámico de los escenarios comunicacionales. El problema es cómo insertarse en el baile y que encima te paguen por bailar.
Muchos creen que detrás los “diarios”, hay personajes que peinan canas y definen agendas con un timbre en la mano.
La realidad del proceso es menos tácita. Las “notas” requieren de “anotadores”. Todavía son muy necesarios los cronistas, aunque los medios tradicionales alientan la formación periodística editorial en la universidades. Cuando la verdad es que es el viejo oficio es el que puede sacarnos del atolladero. Sin historias no hay lectores. Como dijo Hernán Casciari en una entrevista reciente: “La gente nunca va a dejar de querer que le cuenten historias”.
Hace una semana un grupo de personas, entre las que había carabineros de Chile, atacó a cuatro jóvenes en Puerto Natales dejándolos heridos de gravedad. La primera entrevista a una testigo fue publicada en Facebook en el marco de un trabajo periodístico que hicimos con Salvador Miranda. El en Puerto Natales. Yo en Bariloche. Lo hicimos por afán de contar.
La serie de artículos, subrayando datos que los medios regionales y nacionales como La Prensa Austral, El Pinguino, El Mercurio, Televisión Nacional de Chile, omitían, obviaban o menos preciaban fueron publicados en nuestras cuentas.
El mismo día que nuestra entrevista marcaba más de 500 las ocasiones compártidas, el artículo principal de La Prensa Austral había sido compartido 52 veces. 10 veces menos y décadas de historia más a su espalda. El blog Suma Bobo, donde fueron reproducidos los artículos, superó en un día las 10 mil páginas leídas. Recibimos más de 400 comentarios. Hubo más de 1000 reacciones.
Y, esto es llamativo, una fuente irreprochable me comentó que un alto funcionario de Gobierno Nacional estaba siguiendo atentamente las información que entregamos en Facebook.
Un amigo periodista, bocho tecnoreportero, Andrés Stefani, me dice que la gente está donde está la data. Si. Y no también. La gente sigue acudiendo en masa a los medios tradicionales pero no siempre encuentra lo que busca.
Los periodistas estamos obligados a salir de nuestro circuito de confort (y en Chile se le dice confort al papel higiénico, una metáfora por demás ubicua en este momento) para “estar” donde surgen los hechos.
Una fogata, un relator, la noche, el silencio, los ojos abiertos. Todavía se repite la escena ancestral.
Hace unas horas me enteré de algo curioso. Un nuevo director asumió en el diario Río Negro. Un medio regional que en la última década perdió entre 15 y 20 mil compradores diarios. Todo lo que cosechó en internet lo dejó atrás en el papel. Sus victorias no son noticiosas sino un reflejo de la costumbre que empuja una marca de 100 y tantos años.
El diario vive de la pauta oficial de Neuquén y Río Negro, de algunas cadenas, de los clasificados pero ya no de sus lectores directos.
El nuevo director es brasilero. Después de tanto ir y venir y de contratar y despedir, el directorio de Río Negro descubrió en Brasil lo que no hay, para ellos, en la Argentina.
Entonces lo comenté a un amigo y editor. Entonces me dijo: Brasil, el boom brasilero comienza a tomar forma nuevamente (27 mil visitantes este año y partimos en 2011 con 5000), el gobernador Alberto Weretilneck y sus funcionarios visitan habitualmente San Pablo, la sociedad entre la provincia y el diario Río Negro es un secreto a voces. ¿No te hace pensar? Elaboré mi teoría e hice mi llamada a una alta fuente del gobierno. Silencio. Aquí estoy. ¿Podría haber un desembarco de capitales extranjeros en medios regionales?. Se concretaría así un viejo anhelo de algunos miembros del directorio del Río Negro: vender sus acciones a precio oro.
Acto seguido me entero de que la provincia y el diario Río Negro van a asociarse para que algunos de los periodistas del diario tengan sus propios programas en Canal 10. Que es como decir que el gobierno provincial les terminará abonando sus salarios. Pero, un momento, ¿no sucede eso ya? ¿No son pagados los salarios del Río Negro a través de la propaganda y publicidad oficial de la provincia, que usa las páginas papel para dar a conocer sus obras? ¿No hubo un acuerdo entre la provincia y el Instituto de las Artes (IUPA), propiedad de un miembro del directorio, tuviera un mayor presupuesto que alentara su ampliación hacia otras ciudades como Bariloche y Viedma? ¿No pesa esta rarísima situación en los contenidos?
Cuando un diario deja de depender de sus lectores para vivir y financiarse, ese mismo día comienza a dar señales de triste, solitario y final. Puede que el diario Río Negro todavía sea un negocio, pero ya no es una ventana a través de la cual observar la realidad. O si lo es, pero es una ventana de vidrios empañados.
Me encantaría saber qué piensa el ex director Julio Rajneri de todo esto. El hombre que hizo de la independencia un emblema durante cuatro décadas. Se rumorea que ahora apoya a un medio digital exclusivamente referencial a sus autores. Que es como decir que lo leen solo ellos.
Lo único cierto, es que la realidad y sus inquietudes, sus historias y sus bichos, sus trucos y sus excentricidades, están allí afuera. Donde nadie auspicia a nadie. Donde no hay sponsors.

miércoles, 12 de julio de 2017

Dedicado a Pac, Gonzalo Muñoz


Le dicen Pac. Gonzalo Muñoz del Campo tiene 22 años y lucha por su vida en la cama del hospital de Regional de Punta Arenas. Es un chico delgado, de rostro agradable, suave. Terminó allí porque quería proteger a sus amigos de la locura criminal de los otros. Porque no quiso irse a su casa cuando pudo. Un grupo de personas, entre ellos dos carabineros, lo atacaron con una ferocidad que pocas veces se ha registrado en Puerto Natales. Ocurrió a las 5,30 de la madrugada en calles céntricas del pueblo.
Tiene una banda de rock. Vanal. En youtube pueden escucharse las canciones de esta agrupación natalina. Hay discos completos.
Durante la temporada de verano lo vi trabajar en el Cormorán de las Rocas. Un restaurante en el que ceno habitualmente. Sigo la tradición de mi padre, Soy hombre restaurantes.
Siempre le elogié su estilo. Su onda. Su aro llamativo en el lóbulo izquierdo. La manera en que cultivaba su look gitano-pop. La ropa le quedaba ancha. Suelta. Usaba chaquetas delgadas. Rockers.
Como una rutina, le preguntaba si iba a ir después del trabajo al Slowly. Era educado. Respondía que probablemente. Nos dábamos la mano. Me caía bien. Su imagen estaba emparentada en mi mente con el sushi y el Happy Hour de Cosmopolitan del Cormorán. Caminaba ágil entre la cocina, el salón y la barra. Me llamaban la atención sus pasos firmes y largos. Porque Pac no es un hombrón. Es más bien pequeño. Eléctrico.
Me cuentan que atraviesa el peor momento de su existencia. Que los doctores vaticinan que morirá. Que sus padres aguardan. Que a pesar de todos los pronósticos su organismo revela alguna mejoría. No puedo afirmar si los cuerpos luchan. Tal vez la vida se empecina cuando hay alguien detrás que sabe sonreír.
Pac sonreía cálidamente. Sus calles eran las mías. Su bar el mío. Algunos de sus amigos, mis amigos.
En marzo se sentó junto a una mesa de los muchachos peso pesados. Estaba el escritor Hugo Vera Miranda, el periodista Guillermo Muñoz, el abogado Rafael Gaete y estaba yo. Entonces apareció Pac y Vera miranda lo invitó a sentarse. Mordió una cerveza con nosotros. Le pregunté si tocaba la guitarra. Si en verdad tenía sangre gitana. Elogié una vez más su look. Después partimos hacia donde todos partes ciertas noches extrañas.
Pac se quedó. Entre camaradas, entre primos, entre vecinos. Que es como todos nos sentimos en el Slowly.
Apenas unas madrugadas antes, yo mismo andaba por las calles vacías de Puerto Natales. Era el final del verano y mi cuerda desafinaba. Pero reconocía la belleza del pueblo. Sus cielos infinitos. Las luces que explotan sobre las veredas. Y todo parece futurista e irreal. Es que somos viajantes de un tiempo que aun no ha sido construido.
Amo las madrugadas de Puerto Natales. Los tirapiedras los amamos.
Pac andaba en eso cuando se encontró con la furia, la sangre y la locura. No tenía porqué ser.
Entonces mi rabia y mi impotencia. Entonces hago lo único que sé hacer profesionalmente y como persona. Lo haré por él. Contar lo que ocurrió. Hasta el final.

Violencia y locura en Puerto Natales IV: amenazas, críticas, desmentidas y la verdad

En algún momento hacer periodismo se volvió glamoroso, fiestero. Fue un afán. Un gesto que duró una década. Después vino el achique estructural, después internet y aquí estamos. Como turcos en la neblina.
Mucho se perdió en el camino. Ayer una persona comentó al pie de la investigación que hice sobre el caso de los muchachos atacados por carabineros en Puerto Natales, que no quería leer nada porque no habíamos estado allí, que era puro “celular”. Palabras más o menos. Le respondí que tampoco estuve en China pero que sé que existe. Los periodista estamos para retratar realidades de las cuales no tenemos conocimiento de primera mano. Tampoco los jueces las tienen y juzgan.
Para quienes no lo sepan, el periodismo es un oficio que siempre significó trabajo. Esfuerzo. Voluntad. Temple frente a situaciones que otros no querrían vivir.
En 25 años de oficio he dormido en la calle, entrevistado estrellas y linyeras, santos y criminales. Solo para empezar. Y lo conté.
En los 90, durante el gobierno de Carlos Menem en la Argentina, se instaló una forma de hacer periodismo que parecía construida desde la mesa de un cóctel. Digo, parecía. Era una imagen. El buen periodismo siempre molesta a alguien. No es gacetillero. No asiste o no tiene porqué asistir a convites que no tienen un propósito informativo.
Hace unos días una empresa multinacional me invitó a un encuentro de periodistas a beber y charlar. No asistí. Poco después esa misma empresa reclamó por un artículo mío en la cual veía perjudicada su imagen y presionó para que saliera de circulación. Dos estudiantes de periodismo, grupos ecológicos, entre otros, me llamaron para preguntarme qué había sucedido. Por sus propios medios subieron la nota. El caso ya es objeto de una tesis universitaria.
Nuestro trabajo no es agradar sino revelar datos que están ahí afuera. A veces hacen reir a unos y llorar a otros pero es ocasional. Los papeles se intercambian.
Si las personas quieren negar la realidad, la niegan. Pero los hechos son los hechos.
Hace dos días adelanté en un artículo publicado acá mismo que estaba detenido un guardia de seguridad por haber atacado a los cuatro chicos natalinos. La novia amenazó con demandarme porque dijo que no era cierto. Aunque lo era. Su pareja está hoy en prisión preventiva. Esa misma persona me reclamaba que fuera profesional y que me informara “mejor”. Por lo visto mi información era “mejor” que la que le ofrecía su propio compañero.
El periodismo es buscar y mostrar. Entrevistar y analizar. Proyectar. Cruzar datos. Componer escenas que no resultan tan claras. Si alguien piensa que todo eso no lleva tiempo y que puede hacerse mientras se mira un partido de fútbol está muy pero muy equivocado.
Los medios regionales de Punta Arenas y Puerto Natales, ofrecieron una magra información sobre los hechos que ocurrieron el sábado 8 de julio durante los cuales, literalmente, dos ex carabineros y otra persona, los identificados hasta ahora porque hay más, intentaron asesinar a cuatro chicos. Todos ellos gente de barrio, trabajadores.
El cuerpo de carabineros tiene una deuda profunda con la sociedad de Puerto Natales y los periodistas locales también.
Lo que ocurrió esa noche solo fue relatado por testigos a la Policía de Investigaciones y ningún medio regional lo entregó en su versión completa. Solo hay una nota en la que habló un testigo y esa corresponde a lo publicado por mi persona y Salvador Miranda en nuestras cuentas de Facebook. Allí están los hechos y nada más que los hechos.
Hicimos periodismo, nos amenazaron, molestamos, nos criticaron, nos odiaron.

Somos periodistas. Para servirles.  

martes, 11 de julio de 2017

Violencia y locura en Puerto Natales III: testimonios, lo que ocurrió, lo que se sospecha y más implicados


Estas no son preguntas al azar. Se trata de hipótesis puestas sobre el tablero de los hechos.
¿Qué ocurrió la madrugada del sábado 8 de julio en Puerto Natales? Muchos de aquellos que no dejan de preguntar “por qué”, como si en el “por qué” hubiera alguna explicación razonable ante tanta violencia, puede que encuentren en estas líneas una especie de alivio. Un calmante para su morbo.
El sábado 8 de julio, Gonzalo Muñoz (21), Víctor Hernández (31) y Sady Galindo Soto (33) y Héctor Almonacid salieron alrededor de las 5 AM del bar Slowly. Salvo Muñoz, todos habían bebido. Abandonaron el lugar del modo en que este mismo cronista lo ha hecho en numerosas oportunidades. No amerita ningún otro comentario.
Según testigos presenciales que ya ofrecieron su versión en la Policía de Investigaciones y que charlaron con este periodista, los cuatro anduvieron unos 200 metros y, sobre calle Bulnes, Hernández se dirigió hacia una pareja que estaba junto a un vehículo estacionado.
Eran el ahora ex carabinero Miguel Delgado Velásquez y del ex guardia seguridad, Sebastián Cáseres. Este último brindó su testimonio ayer en la PDI y quedó en libertad por unas horas. Hoy por la mañana fue detenido después de que dos grupos de testigos lo ubicaran en el lugar en que se produjeron las dos peleas.
Una persona de la que no daré datos, amenazó a quien escribe estas líneas, hace unas horas con demandar por haber mencionado el nombre de su pareja -Cáseres- en el anterior artículo en esta cuenta. Le fue explicado que estamos abiertos a una entrevista y que su situación es muy comprometida
Después de una discusión comenzaron los golpes. Lo insólito es la furia y la intensidad del ataque. Usaron palos y una botella con la que le dieron en la cabeza a Galindo Soto. Además le fracturaron la mandíbula. Fuentes me indican que hoy fue operado. Hernández y Almonacid recibieron su parte.
Muñoz se salvó momentáneamente.
¿Qué le preguntó a las 5 AM Hernández a Cáseres y Delgado Velásquez? ¿Le habrá consultado sobre el clima? ¿Fue una pregunta acerca del sentido de la vida? ¿Su signo zodiacal? Por supuesto, estas preguntas suenan ridículas pero tienen un propósito: es claro que estas no fueron las dudas que le llevó Hernández al ex carabinero. Los testigos con los que charlamos se hacen los mismos cuestionamientos. Los encargados de la investigación también deberán hacérselas y si no actuaron todavía, tendrían que haber allanado las casas de los tres detenido en la búsqueda de elementos ilegales. La lógica de los acontecimientos es palmaria. La pregunta en cuestión no justifica la violencia y de ningún modo inculpa a Hernández de nada.
Una persona que ha bebido se dirige a otra a quien conoce y que está a las 5 AM (no 5 de la tarde) acomodada tranquilamente en su vehículo. ¿Haciendo qué? ¿Esperando a que alguien le pregunte por su signo o por la temperatura ambiente?. No.
La pelea esquilmó a los cuatro agredidos. No se lo esperaban. No se lo vieron venir y esto también queda establecido en el testimonial de quienes lo observaron todo aquella noche. La agresión fue unidireccional. Le decimos pelea cuando en verdad fue un ataque.
Cáseres y Delgado Velásquez comenzaron a mandar mensajes de texto. En ellos, según pudieron observar los testigos, llamaban a otras personas para que se sumaran a la paliza: ya mismo, en ese momento. ¿A quién podían llamar un guardia de seguridad y un carabinero? ¿A su tía? ¿A un abuelo en silla de ruedas? Nuevamente usamos imágenes falaces para reflejar lo imposible. Un carabinero y un guardia de seguridad, personas entrenadas para la acción física y con armas, solo pueden haber llamado a otros como ellos: más carabineros, más agentes de seguridad. Muy probable. ¿Han sido localizados ya?
Testigos posteriores hablan de la intervención de dos automóviles. Dos personas en uno y entre dos y cuatro en el otro. Seis contra tres personas heridas de gravedad.
Después del primer ataque Muñoz, Hernández y Galindo Soto caminaron desde Bulnes con Magallanes hacia la calle Eberhard. Metros. Iban heridos. Golpeados. Sangraban. Almonacid fue llevado por otra persona hacia la costanera y salvó su vida. Por los impactos perdió dos dientes.
Esta vez dos automóviles los encerraron y la andanada fue dramática. Del segundo grupo participó el ex carabinero Pedro Loncuante. Insistimos: ¿Había otros de la fuerza como él?
Fuentes vecinales me indican que la formación que reciben los carabineros, el espíritu de cuerpo que los acompaña se condice con el uso de la fuerza. Con la violencia. ¿Es cierto que los preparan para atacar en lugar de defender y servir como reza su escudo?
El proceso judicial debe incluir el agravamiento de los hechos por tratarse de personas preparadas para utilizar la violencia.

lunes, 10 de julio de 2017

Violencia y locura en Puerto Natales II: hablan los testigos y revelamos las hipótesis más fuertes del caso

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Por Juan Salvador Miranda Vios / Claudio Andrade
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Sobre el horror, el horror. Y sobre la violencia más violencia.
El sábado a la madrugada no hubo una pelea sino dos. Dos trifulcas, dos enfrentamientos en desigualdad de condiciones, arteros, uno más sangriento y desmedido que el otro. La diferencia entre ambos fue de 30 minutos y, según testigos, existen elementos para suponer que hay otros carabineros involucrados, además de los dos que ya se encuentran en prisión preventiva: los ex cabos segundo Pedro Loncuante Loncuante y Miguel Delgado Velásquez.
Conversamos con un testigo directo de los hechos, que por motivos de seguridad debe mantener en reserva su identidad. La madrugada del sábado 8 de julio, cuatro personas salieron del bar Slowy y caminaron por la calle Magallanes hacia Bulnes. Se trataba de Gonzalo Muñoz (21), Víctor Hernández (31) y Sady Galindo Soto (33) y una cuarta persona Héctor Almonacid. Excepto Muñoz todos se encontraban bebidos o con copas demás en el cuerpo. Su andar los delataba.
Sobre la calle Bulnes permanecían acomodados junto a un automóvil el ex policía Delgado y un ex guardia de seguridad, Sebastián Cáceres (quien ahora está detenido). Estaban sobrios y en pleno goce de sus facultades. Siguiendo el relato, Hernández se acercó a ellos y pasados unos segundos se inició una discusión. Hernández no realizó ninguna acción física en contra del ex carabinero y el ex guardia. Apenas levantó la voz. Estos atacaron de sorpresa y con inusual ferocidad a tres de los cuatros jóvenes. La agresión fue tan inesperada como salvaje. Los golpearon con palos, una botella y usaron sus piernas y puños. Con la botella impactaron sobre la cabeza de Sady Galindo. Con los palos le volaron dos dientes a Almonacid. Hernández también recibió golpes. Muñoz quedó a un costado en shock.
Un grupo intervino para detener la paliza.
Les recriminaron su brutalidad. Los reconocieron de inmediato. Los apuntaron. Uno era carabinero de civil, el otro un guardia de una disco. Mientras tanto, ambos enviaban y recibían apresurados mensajes con sus celulares llamando casi con total seguridad a otros “carabineros” para que los apoyen en ese momento. En un árbol, asustado, conmocionado pero sin golpes evidentes, estaba Muñoz. Hasta ese momento no exhibía ningún rasguño.
El joven anónimo sangraba de la boca, el cuerpo y la cabeza. Lo mismo ocurría con Galindo Soto que había recibido una golpiza y tenía una profunda herida en su cabeza de la que no paraba de manar sangre en grandes cantidades. Los testigos se llevaron a Almonacid hacia la costanera, donde le lavaron las heridas y hasta donde podemos suponer le salvaron la vida.
Antes de partir le aconsejaron a Muñoz que se marchara a su casa porque entendían que los policías tenían la decisión de continuar la pelea. Muñoz les respondió que “eran sus amigos” y que no los podía dejar solos. “Quería protegerlos”. Los tres partieron hacia la calle Eberhard. Mientras tanto los ex agentes se marcharon en su automóvil con la intención de buscar más personas para atacar de nuevo.
Hasta aquí el relato del testigo. Hay un segundo grupo de testigos que también brindó su versión de los hechos a la Policía de Investigaciones.
Lo que ocurrió después está reconstruido a partir del relato de esos testimonios que han trascendido en los medios locales o que han sido planteados por los propios padres de los afectados. Nosotros charlamos con vecinos del barrio: confirman que escucharon dos frenadas de neumáticos una a las 5 y otra alrededor de las 5,30 coincidiendo con el relato del primer testigo.
Entre el Slowly y la intersección de Magallanes con Eberhard hay apenas cuatro minutos. Los cronometramos. Entendemos que todo el conflicto se desarrolló a gran velocidad. Hay voces que nos indican que los ex policías son especialmente conocidos en las calles por “creerse alguaciles del pueblo”. “Hay rencor, algo más que los impulsa”, nos dijeron. “A Natales envía pacos psicópatas”, se escucha en la calle. El diálogo entre Hernández y los ex policías no habría sido casual. Nos explican fuentes que los carabineros podrían haberse dedicado a vender sustancias ilegales y que en su ebriedad Hernández quiso procurarse alguna. Es una teoría. Una hipótesis que no debería ser descartada. Desconocemos si han sido allanadas las casas de los detenidos.
Los mensajes enviados por los atacantes habrían convocado a otros policías que todavía no fueron identificados y que llegaron hacia la zona de Magallanes con Eberhard minutos después del primer enfrentamiento. En esta ocasión de dos vehículos se bajaron al menos 6 personas y atacaron con total impunidad a los jóvenes que estaban borrachos y malheridos. Sady Galindo estaba prácticamente inconsciente. Ahora sí atentaron contra Muñoz. Lo golpearon con especial saña por tratarse de una persona muy delgada y frágil. Usaron palos y un extintor con el que le impactaron en reiteradas ocasiones en la cabeza.
Los golpes le generaron numerosas hemorragias internas del cuerpo. Su cabeza fue perforada por el elemento contundente al punto que su cráneo se rompió en varios pedazos.
El hecho de que la participación de miembros de la fuerza haya sido mayor a la que se informó, explicaría en parte porque desde la institución tardaron tantas horas en expresarse de modo oficial.
¿Un gesto de encubrimiento? Puede ser.
Es otra hipótesis que crece en la calle a medida que pasan las horas.

domingo, 9 de julio de 2017

Tres jóvenes atacados ferozmente por policías de civil en el pueblo más pacífico de Chile



Una fotografía de cómo quedó la calle paralela a la Comisaría después de las protestas 
(Fuente: Salvador Miranda)

Algo horrible ha sucedido en mi pueblo. Puerto Natales, Patagonia, Chile.
Tres chicos fueron atacados por una banda en la que había civiles y policías (carabineros). Pero decir atacados es muy amplio. Lo que en verdad ocurrió, es que un grupo de 6 a 9 personas (no hay un número exacto todavía), entre las que se encontraban agentes de las fuerzas del orden, los mismos que una vez juraron defender la vida de los inocentes, se ensañó con tres jóvenes natalinos y los golpearon hasta casi matarlos. Uno de ellos, para ser exactos, está en coma y su estado es gravísimo. Los médicos ya han avisado a sus padres que morirá en las próximas horas. Otro tiene heridas graves y pudo haber fallecido de no tener una enorme suerte personal. El restante logró escapar.
Estos son los hechos. El sábado a la madrugada Gonzalo Muñoz (21), Víctor Hernández (31) y Sady Galindo Soto (33) salieron del bar Slowly, ubicado a 100 metros de la Plaza de Armas de Puerto Natales. Centro de la localidad. Avanzaron apenas unos pasos por la calle Magallanes hacia la Eberhard cuando dos automóviles pararon sorpresivamente a su lado. De su interior salieron entre 6 y 9 personas. Dos de ellas policías de civil que estaba en su día de descanso. De inmediato los atacaron con palos, extintores que usaron como garrotes, golpes de puño y piernas. Estaban borrachos. Alterados. Furiosos. Como suele decirse, sedientos de sangre. Y la consiguieron.
Muñoz recibió impactos durísimos que le provocaron fracturas en todo el cuerpo. Su cráneo fue golpeado aparentemente con el extintor hasta perforarlo numerosas veces. Ha trascendido que al llegar al hospital su organismo sufría hemorragias múltiples y su cabeza se había convertido en una materia porosa por donde fluía su sangre.
A Sady Galindo lo golpearon con tal brutalidad que perdió la conciencia. Esto no detuvo a los agresores quienes atentaron contra su humanidad. También golpearon su cabeza y todo su cuerpo en donde tiene magulladuras y heridas. Además le quebraron la mandíbula.
Hernández logró huir no sin recibir una parte de la violencia desatada.
Durante las horas siguientes, la noticia de esta agresión sin precedentes en una comunidad conocida como una de las más pacíficas y de menor delincuencia de Chile, solo corrió entre los familiares, amigos y conocidos. Me informan que las autoridades de Carabineros no entregaron un informe oficial de lo acontecido. Tampoco se escucharon voces de parte de las autoridades de la Gobernación o el Municipio. Un rotundo silencio de radio comenzó a hacerse sentir como un grito sordo.
Alrededor de las 20 horas, más de 500 personas se reunieron afuera de la Segunda Comisaría del pueblo. Justo donde trabajaban habitualmente dos de los ex carabineros ahora acusados y detenidos por la Justicia local. La gente comenzó a gritar: ¡Justicia! ¡Justicia! Durante largos minutos hasta que el comisario de la institución, Alaín Valderarma, salió hablar con ellos. Entre la gente estaban los padres de los chicos agredidos. “Carabineros de Chile como institución estamos adoptando el procedimiento de rigor tal cual como si fuere un procedimiento que involucre a cualquier persona. No estamos haciendo ningún tipo de deferencia, ni escondiendo información ni protegiendo a nadie, como ha circulado en algunas redes sociales. Nosotros somos los primeros interesados en tratar de dar con el paradero de las personas que están vinculadas al hecho, recopilando la mayor cantidad de antecedentes y medios de prueba para proceder conforme a lo que establece la normativa legal vigente”, les alcanzó a decir antes de que nuevos gritos lo interrumpieran definitivamente. El ánimo no estaba para lecciones institucionales cuando había dos vidas en peligro, internadas en hospitales de Punta Arenas.
Los gritos se transformaron en pedradas y después en el incendió de materiales y de una camioneta. Entonces Carabineros de Chile, como en una ironía o una cruel paradoja, reprimió a la gente de Puerto Natales que lloraba y exclamaba por los suyos. Entre los manifestantes habían, cuentan, más de 30 niños. Muchos de ellos en los hombros de sus padres varones. Los gases lacrimógenos pudieron afectar gravemente a esos infantes y solo un milagro impidió que no hubiera nuevas víctimas que lamentar.
“Agradezco a la gente, esto no puede pasar en Puerto Natales, yo como madre me siento muy dolida por lo que está pasando, los carabineros tienen que dar la cara y pagar por lo que hicieron no podemos quedarnos en la casa sin hacer nada”, dijo afuera de la comisaría Regina Saldivia, mamá de Hernández a un periodista local.
“Mi hijo perdió la conciencia, le pegaron en la cabeza, le quebraron la mandíbula, le rompieron el labio, en el cuerpo tiene tremendos golpes, le dieron con un palo, está marcado de punta a punta, le dieron una feroz paliza. Estuvieron a punto de matarlo. Los niños que lo salvaron dijeron que son carabineros que andaban de civil, que andaban en su día libre”, relató por su parte María Soto Gallardo, madre de Sady Galindo Soto.
Los policías fueron dados de baja. Por ahora permanecen en prisión preventiva. Este miércoles serán formalizados por un tribunal de la zona. ¿Por qué recién el miércoles? Porque la Justicia espera que se resuelva la situación de Muñoz, el más joven de los agredidos.
“Los médicos me dijeron que mi único hijo no va a sobrevivir”, declaró hace unas horas Andrea del Campo, su madre.
Su deceso es cuestión de horas, explicaron los facultativos. Se lo llevó la locura y la furia de una banda. Por ahora solo hay dos identificados. Quedan por conocerse los demás.