lunes, 23 de julio de 2012

El precio






“Quiero decir que en vez de supeditar mis deseos a mis medios, decidido a pagar su precio, me parecía preferible crearme los medios de mis deseos…partir del deseo para multiplicar la vida, en vez de ajustar los deseos limitándolos al dato de la vida. Para eso tenía que haber aprendido que el objeto del deseo no es satisfacer la carencia, sino que, por el contrario, la carencia es causa del deseo. Sabiéndolo, ¿por qué no tratar de vivirlo?”



...


“He vivido todos los días de mi vida como si fuese a morir cinco minutos después. Y continúo haciéndolo. Enamorado de las virtudes del exceso, cultivo, entre fortunas y adversidades, el desequilibrio, sabiendo muy bien que el justo término medio no se encuentra en el centro, sino al lado, al margen, en el lugar en que, como no hay nada escrito, cada cual, si lo desea y si puede, puede inscribir en la lengua de su deseo lo que le gusta de su historia”


PIERRE REY, “Una temporada con Lacan”

sábado, 21 de julio de 2012






A 53 años del estreno de “Río Bravo”, dirigida por Howard Hawks. Fue el primero de una trilogía que incluyó “El dorado” y “Río Lojo”, siempre con John Wayne como protagonistas.  

La escena ha quedado subrayada en los libros de historia dedicados a los grandes western. El ayudante del Sheriff, Dude, víctima de una feroz resaca, entra por la puerta vaivén al bar en busca de un fugitivo al que acaba de herir en una persecusión callejera. Su amigo y jefe, John T. Chance, irrumpe desde atrás. ¡Todos quietos, las armas al suelo!. Dude, a pesar de su patético estado, asegura haber visto lo que todos niegan en el lugar. “Nadie ha entrado aquí”, le contestan con sorna. Luego comienzan las bromas pesadas. Recordando la adicción del ayudante, uno de lo parroquianos lanza una moneda a una vasija de metal, una de tantas que ha recogido Dude, en los últimos dos años, con el fin de pagarse un trago de whisky. El tiempo parece haberse detenido en el sitio incorrecto. El ayudante está a punto de quebrarse. Contrariado se acerca a la barra en la que descubre un vaso de cerveza sobre el cual ha caído una gota de sangre. “Después de todo si voy a tomarme ese trago”, le indica al cantinero y antes de que este pueda terminar de servirle, Dude gira con elegancia y velocidad y dispara certero hacia el cielo raso. Un único ¡Bang! y el fugitivo se desploma sin remedio. La conocida secuencia forma parte, por supuesto, de “Río Bravo” (1959), la primera película de la trilogía de Howard Hawks que se completa con “El Dorado” y “Río Rojo”. Cada una de ellas mantiene un mismo patrón de persanajes pero “Río Bravo” fue la primera. Y la mejor. Todo lo que se le pueda exigir a un buen western está allí. Más aun. Porque Hawks tuvo la inteligencia de sumarle elementos populares de un modo estratégico. El director apuntaló la figura emblemática de John Wayne con dos estrellas de la canción, el archiconocido Dean Martin (Dude) y el, por entonces, ídolo juvenil Ricky Nelson (“Colorado”). La trama posee un equilibrio notable entre la acción, el romance y una visión muy americana referente a los lazos afectivos que unen a los amigos. Básicamente: un malandra, hermano de un rico hacendado llamado Joe Burdette (Claude Akins), mata a un vaquero indefenso. Chace no duda en ponerlo en prisión, sin embargo, Burdette y sus muchos secuaces tiene otros planes. Sacar al pillo de las rejas por las buenas o por las malas, el primero. A partir de entonces, Chance se ve en la disyuntiva de entregar al malo del filme y ahorrarse problemas o de resistir hasta que llegue un juez con el apoyo de sus ayudantes: el borracho Dude (a quien los mexicanos llaman “borrachón” desde que se embriaga porque una mujer lo abandonó) y Stumpy (Walter Brennan), un abuelo cascarrabias, muy cómico, que no ve un burro a dos pasos y tiene problemas en una pierna. Con el paso de las horas, Chance encuentra apoyo en un nutrido y variopinto grupo de personajes, junto a los cuales, como es de esperar, finalmente triunfa. Es el turno de la bella Feathers (Angie Dickinson) y del autosuficiente “ Colorado Ryan” (Ricky Nelson). También están el dueño de un hotel (Pedro Gonzalez-Gonzalez) y su bonita esposa (Estelita Rodriguez). En “Río Bravo” los fanáticos del género tienen la posiblidad de ver a John Wayne en uno de sus mejores momentos actorales, ubicado en la edad justa para encarnar a un personaje cansado aunque sabio y listo tanto para amar como para luchar. Se lo nota realmente ágil en una serie de escenas en las que debe poner el cuerpo. El filme de Hawks fue estructurado como una sucesión de momentos de distinta intensidad que semejan el riel de una montaña rusa. Comienza en el absoluto silencio, puesto que durante toda la primera escena, en la que Dude entra a un bar poco menos que rogando por una moneda y que concluye con el disparo del hermano de Burdette a quemaropa, no se emite una sóla palabra. En contraposición, el filme termina con explosiones de dinamita y maleantes corriendo de un lado al otro. En el medio, están las bellas piernas de Angie Dickinson (alguna vez elegidas como las mejores del mundo), las risas descontroladas de Stumpy y las canciones de Dean y Ricky, una de ellas titulada: “My Rifle, My Pony, and Me”. No sería exagerado decir que estamos en presencia del western perfecto.

El Dorado y Río Lobo

Además de una gran película, “Río Bravo”, fue un buen negocio. Llegó a recaudar 5,5 millones de dólares. Es también uno de los fundamentos para que Howard Hawks filmara una segunda y hasta una tercera versión. Sin embargo, “El Dorado”, la segunda de la trilogía, se filmó recién en 1967. Su parecido con su antecesora es notable, al punto que sólo podemos entenderla como una remake. Una vez más John Wayne se rodea de un grupo de extraños personajes que lo ayudan a triunfar sobre los malos de turno. En esta oportunidad, Wayne comparte cartel con Robert Mitchum y un joven James Caan. En 1970, Hawks filmó “Río Lobo”, con un Wayne mucho más curtido. Acompañado por Christopher Mitchum (hijo de Robert), Jorge Rivero y Jennifer O ‘Neill, la misión vuelve a ser la misma aunque la caídas duelen más.

viernes, 20 de julio de 2012




Hace ya 10 años que Anthony Bourdain cometió una transgresión capital, viniendo sobre todo del universo de la gastronomía, escribió el mayor manifiesto anti cocina publicado hasta hoy. En verdad, lo que Bourdain hizo fue relatar el Lado B de la Alta Cocina. Poner al frente todo aquello que sucede detrás de la barra de caoba y aun más allá.
¿Y qué ocurre más allá? Pues todo lo que usted no querría saber de un restaurante donde los platos arracan en los 300 dólares. Cómo era de esperar, su libro “Confesiones de un chef” fue un suceso de ventas y a su vez convirtió a un hasta entonces respetado cocinero en una celebridad.
Luego de la celebridad, le llegaron la fama, el divorcio, (veinte años de casado), sus cambios de hábitos nada saludables por otros apenas saludables (como pasar de tres paquetes de cigarrillos al día por ninguno) aunque conservando una notable capacidad para beber. En fin, fue bautizado con el síndrome que aqueja a toda estrella pop.
Bueno, no tanto. Porque Anthony Bourdain continúa saltando de un mercado de comidas al otro con la contagiosa alegría de un chico al cual le han regalado un vale de compras en la mayor juguetería del planeta.
Aunque con tan apretada agenda, el cocinero ya no cocina. Ofrece multitudinarias charlas 40 días al año, viaja por el mundo para su programa “Sin reservas”, otros 175, y el resto, vaya dios a saber.
¡Ah!, pero cómo: ¿aun no sabe quién es? ¡Bourdain, el de “Sin Reservas” que pasan por Travel & Living! El flaco alto, canoso, con voz de locutor trasnochado.
“Cocinar es tener control. A eso he dedicado mi vida. Pero viajar y comer es dejar que las cosas pasen”, dijo alguna vez Bourdain.
Aunque su apellido es de origen francés, Bourdain es tan americano como un talk show. De tantos otros chefs parlantes que habitan y han habitado la pantalla, es el que mejor se las arregla para continuar ahí, en un escenario intergaláctico que todos queremos fisgonear. Un típico gringo curioso, hispano parlante, abierto y temerario a la hora de escoger sus comidas. Ya lo ha asegurado Bourdain, él es de aquellos pocos capaces de comerse un pez globo -uno de los platos más peligrosos que existen- justo antes de tomarse un avión.
“La comida es la forma más rápida y sencilla de acostumbrarse a un nuevo lugar o a una cultura desconocida. Cuando te sientas con la gente y pruebas su comida, el mundo se te abre de una forma poco habitual. La gastronomía es, después de todo, lo que mejor puede representar a un país, a una cultura, a una determinada región o a la personalidad de alguien”, ha dicho el chef.
Estudió en un famoso instituto americano y antes, en el medio y después trabajó en la coqueta costa americana donde se recibió de muchas otras cosas que están indirectamente relacionadas con la cocina. Por ejemplo, se tituló de yonqui. Su pasión por la heroina lo tuvo a mal traer cerca de una década hasta que un chef excepcional,  lo sacó del mal camino. En el restaurante de su mentor, Bourdain encontró fuerzas secretas para continuar haciendo lo que mejor sabe: cocinar y andar por ahí.
Trabajó en cuantos tugurios y restoranes, desde decentes hasta lujosos, uno pueda imaginar.
Su periodo de oscuridad antes de la redención no fue corto. Bourdain, como los viejos rockers, vivió para contarla. Poco a poco comenzó a escalar lugares en el difícil universo de los cocineros.
Su paso por la universidad de la calle y un viaje iniciático por Europa le sirvieron de mucho. Bourdain aprendió no sólo de drogas, también de supervivencia, presupuestos inflados o imposibles, conspiradores de turno y mafiosos italianos seducidos por el sueño del restaurante propio. Aunque su lección más importante fue que “en” la cocina sobreviven los avispados y aquellos espartanos que al final del día aun están de pie. Antes que los cien metros planos, Bourdain concluye que la alta cocina tiene mucho de maratón.

jueves, 19 de julio de 2012

Tokio ya no nos quiere



En un futuro no muy lejano la vida es un constante deja vu inducido por la química. Un vendedor transcurre a lo largo y ancho del planeta sólo para alentar esta absurda hipótesis. Sus clientes están dispuestos a pagar cuantiosas sumas por el privilegio de olvidar selectivamente. El dolor es un trabajo a tiempo completo y hay ciertos dolores que mejor dejar atrás.
“Tokio ya no nos quiere” escrita por Ray Loriga fue publicada originalmente en 1999 y ahora vuelve a la librerías por otra editorial, Alfaguara.
En su momento no recibió la merecida atención. Estuvo adelantada a su época aunque no pocos la catalogaron de vacía.
La historia fue premonitoria de una serie de películas que llegarían después al cine. Una de ellas “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, que cuenta la vida de dos jóvenes quienes, después de una relación intensa, deciden olvidarse el uno al otro.
Otra, “Código 46″, protagonizada por Tim Robbins, ambientada en un futuro donde el conocimiento y el olvido vienen en frasco chico. Y otra, “The final cut”, con Robin Williams como un “editor” de los recuerdos humanos. Incluso puede que algunas de sus líneas nos hagan pensar en las ocurrencias de William Gibson y sus cowboys de la súper red virtual de “Neuromancer”.
El amor, el desquicio y el olvido del olvido, materiales sobre los que se forjó “Tokio ya no nos quiere”.
La calidad literaria y estilística de Loriga es indudable. Su libro está poblado de esas frases que se suelen, posmodernidad mediante, subirse a un blog.
Ejemplos sobran. Escribe Loriga: “Para alguien que ni siquiera sabe conducir, un parking es un sitio muy triste”, “La gente habla sin pensar, sobretodo cuando come”, “La memoria es el perro más estúpido, le lanzas un palo y te trae cualquier otra cosa”.

La memoria


“La memoria es el perro más estúpido, le lanzas un palo y te trae cualquier otra cosa”
Ray Loriga (Tokio ya no nos quiere)

Los amigos de mi abuelo








Los amigos de mi abuelo nos daban dinero.
Corríamos desaforados sobre la vereda de su casa. Ya era de noche y ellos estaban borrachos. Cada tanto salían a la puerta a tomar aire y nosotros les pedíamos plata para comprar Coca Colas. Andaban sueltos de billetes porque habían bajado del campo ese mismo día. Llevaban 4, 5 horas tomando vino blanco. Sin parar.
Primero pedía mi prima. Después yo. Y así. Eran un buen grupo. Las Coca colas pasaban de nuestros labios a la panza con inusual vértigo. El truco consistía en pedir, comprar y tomar a todo vértigo. Nada podía detenernos y nos reíamos a carcajadas cada vez que un de estos hombres nos llenaban las manos de pequeños billetes. Se llamaban escudos entonces.
Los “viejos”, como les decíamos, se veían efectivamente viejos pero el más grande era mi propio abuelo que tenía apenas 50. Había cambiado el campo por el pueblo porque se estaba quedando ciego. Cuando sus rondas a caballo por la estancia comenzaron a dejarle la cara marcada de llagas que se hacía contra las ramas de los árboles, alguien le dijo, tal vez su mujer, que era hora de cambiar de trabajo.
Eran gente del sur, gente de curtida, los que hoy nos divertían con divague alcohólico. Gauchos, ovejeros, esquiladores, puesteros, ayudantes de puesteros y esquiladores, domadores, cocineros y ayudantes de cocina, cazadores de zorros, cazadores de pumas, puesteros cuatreros, cuatreros a secas, borrachos sin ocupación definida, jugadores de truco profesionales, vendedores de objetos que nadie necesitaría jamás, vendedores de humo.
Su vida no fue fácil pero administrar ciego una humilde residencial para profesores que llegaban de todo el país a Puerto Natales, motivados por un sueldo apenas un poco más alto que la media, no era nada en comparación con arriar vacas y ovejas, a 17 grados bajo cero, en sombras, a veces perdido en el centro de miles de hectáreas confiado en que su caballo lo guiaría de regreso.
Una residencial donde tenía que limpiar el piso, hacer la cama y lavar y planchar la ropa interior de algunas profesoras era una tarea menor en el largo estilete de su carrera como gaucho.
Su vida no fue fácil. Tampoco de la sus hijas que contra toda opinión de sus mejores amigos, partieron a estudiar profesorado básico a Santiago. Título te van a traer. La panza llena de huesos, guaso güeón, le gritaban en medio de la jornada.
Las chicas se fueron, se recibieron, tuvieron sus hijos, sobrevivieron a sus propias penurias y criaron sus hijos. Esos hijos que ahora están en la calle Valdivia, con diez años, un día de verano de 1980, juntando billetes obtenidos con esfuerzos títanicos, quitados a empellones a la nada más rotunda que puedas imaginarte.
Pensarás que aquí acaba el cuento. Que esto es todo y final feliz. Pero no, nosotros, los chicos que fuimos, también penamos. Tres generaciones de trabajadores sacrificados no alcanza para salvarse de la pobreza ni de las carencias. Nosotros transcurrimos nuestro camino de espinas y resultó más duro de lo que creíamos.
Aprendimos, mi prima y yo a aceptar que el camino es cruel, y que aunque no lo queramos aceptar, se trata del camino, no del lugar al cual pensábamos llegar.
Con los años, ella fue y vino, hasta transformarse en Trabajadora Social. Yo me fui, volví y volví a irme para convertirme en un vendedor de humo. Una de las tantos oficios que ejercían los amigos de mi abuelo.

miércoles, 18 de julio de 2012

Recordando a Ray Bradbury





Ray Bradbury encontraba el sentido de la vida y la posibilidad de una cierta trascendencia en el arte de la escritura. Era en aquel espacio solitario y un poco tortuoso donde Bradbury despejaba la X de la historia. Y de su destino.
Mientras escribo las líneas de rigor a propósito de su muerte no estoy completamente seguro de que ésta haya sido la faceta más reconocida de quien se hizo célebre publicando "Crónicas marcianas" y "El hombre ilustrado".
Resulta limitado que Bradbury trascienda sólo como un escritor de ciencia ficción al estilo de Isaac Asimov. El gran Ray era también un gigantesco inspirador, un organismo brillante, una piedra basal de la que podíamos agarrarnos cuando nos temblaba el pulso.
Bradbury fue un fantástico optimista, un hombre sabio que había descubierto que, como decía Ernest Jünger, el sentido de la vida radicaba en emular la creación como un juego de niños.
Esto hacía con su obra Ray Bradbury: recrear a cada momento la obra misteriosa.
Uno de sus últimos títulos publicados en español fue "Zen en el arte de escribir", un libro que en las estanterías debió disputar espacios con otros títulos semejantes como "Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta", de Robert M. Pirsig; "Las siete lecciones del golf", del gurú indoamericano Deepak Chopra, o el clásico de clásicos "Zen en el arte del tiro con arco", de Eugen Herrigel.
Pero el libro de Bradbury tenía poco de zen y mucho de pasión por vivir, materias que no necesariamente se oponen entre sí pero que no son iguales ni semejantes. Bradbury quería que entendiésemos que la lectura y sobre todo la escritura diaria son capaces de conjurar la nostalgia de existir.
A cada pena una palabra, una frase, una historia elaborada en algún rincón de la mente.
En sus relatos y novelas Bradbury desarrolló en varias ocasiones la alternativa de las dimensiones que se tocan. Los paralelos que por accidente o ciencia accidental y obsesiva terminan encontrándose en una esquina infinita. Hoy el recurso nos parece un altercado cotidiano gracias al cine de Hollywood, pero leído en Bradbury adquiere una connotación romántica y una textura enigmática que ni siquiera el cine actual puede reproducir.
La escritura como remedio y mantra era para Bradbury ese pasaje a las dimensiones desconocidas. Y algo más: la explosión inaugural de una sabiduría todavía en penumbras. Porque, como suele decirse por ahí, la muerte no nos puede alcanzar mientras leemos o escribimos.
Lo sabía Bradbury, que escribía con excepcional esmero. Sembraba de este modo la duda acerca del porvenir cuando se supone que no hay un mañana. La escritura como primer acertijo de la vida eterna y llave del reencuentro con los seres amados y los escritores admirados.
Así respondía Ray Bradbury en una entrevista de hace unos pocos años.
–Y cuando termina un libro como "El vino del estío", ¿se siente más en paz con sus fantasmas?
–Bueno, le gané a la muerte, ¿no? Eventualmente me va a ganar, pero mientras tanto cada vez que termino un libro y lo pongo en el buzón, le digo a la muerte: "Bueno, muerte, esta vez perdiste".
–¿Cree que existe el Cielo?
–A todos nos gustaría, ¿no? Si uno tiene grandes amores en su vida, no quiere pensar en no volver a verlos nunca más. Siempre albergamos una pequeña esperanza. Pero realmente no sabemos.
–¿Va a la iglesia?
–No necesito una iglesia. Tengo una iglesia, soy el cura, soy el obispo, soy el Papa.
–Pero si existiese el Cielo, ¿cómo lo imagina?
–Con mis hijas, mi esposa y mis amigos. Sería igual. Claro, si pudiera conocer a Shaw y a Shakespeare, ya que estoy ahí sería muy feliz.
El escritor argentino Rodrigo Fresán tiene la teoría de que la ficción es una manera válida de arribar a la verdad. Más aún, asegura que "toda novela acaba siendo histórica, porque acaba retratando un determinado momento. Incluso la novela de ciencia ficción va a acabar siendo novela histórica. Muchos clásicos de la ciencia ficción ya lo son".
La obra de Bradbury se ha sumado al imaginario colectivo de nuestro presente. Y sus alocadas proyecciones se nos revelan como eslabones de un proceso que culminará con una humanidad mutada en una versión extraterrestre de sí misma. Una civilización que leerá como ficción o retrato histórico los libros de Ray Bradbury.
"Somos la única forma de vida que conocemos, tenemos que salir al mundo y ser testigos. No tiene sentido que exista el universo si no hay nadie para verlo. Somos los testigos de lo imposible", decía el escritor.
En eso estamos, Ray. En eso estamos.


Publicado en diario Río Negro

Besos de sal


Empieza como un beso
Como una lágrima de sal
Y el tiempo
Que sabe más por diablo que por sabio
Rompe el molde
Te pone en tu humilde lugar
Destruye y pervierte tus límites
Le hace cosquillas a Dios
Y vos, con un beso
Con una lágrima de sal
Lo vuelves a armar

Entrevista con Patricio Contreras






Los demás actores ya estaban en el camerino. El público había entrado a la sala II de Casa de la Cultura de Roca. El tiempo apremiaba. Y así, como si pudiéramos por obra de la conversación, Patricio Contreras aceptó esta charla loca. Fue hace 6 años.


-¿Cuál es la patria de un artista?
- En mi caso, el escenario.
- ¿Se mira a los ojos?
- Fundamental, en mi oficio y en la vida.
- ¿Es un libro una tabla que flota en el océano y de la que podemos aferrarnos?
- Puede ser. Y también puede ser un gin tonic en desierto.
- ¿Ha buscado un tesoro?
- No, no.
- Como actor, ¿qué sabe ahora que no sabía cuando empezó?
- Son tantas cosas.... que dos más dos no siempre es igual a cuatro.
- Como hombre ¿qué sabe ahora que no sabía hace 10 años?
- Lo mismo.
- ¿Ha echado la casa por la ventana, pero de pura furia?
- Es una asignatura pendiente.
- ¿Y de alegría?
- Tampoco.
- ¿Qué no debe faltar en el vestuario de un hombre elegante?
- Una camisa de algodón.
- ¿Se sabe algún tango?
- Entero ninguno.
- Dice ella, una inglesa, bonita, que los chilenos siempre se conocen algún poema de memoria, ¿es usted la excepción?
- Sí, por supuesto.
- ¿Es hora de que a Nicanor Parra le den el Nobel?
- Yes.
- ¿Qué aprendió con Beckett?
- La tranquilidad de saber que no hay nada.
- ¿Piensa en la vejez como un oportunidad de nuevos papeles?
- Sí, por supuesto. El actor, al contrario que el bailarín o el jugador de fútbol, cuanto más viejo, mejor.
- ¿Me explica una monarquía?
- Yo soy el diluvio.
- ¿Qué ama de este país?
- La gente.
- ¿Los niños de hoy harán del mundo un lugar mejor para vivir cuando sean adultos?
- Ojalá. Pero deberíamos hacerlo nosotros.
- ¿Qué es un capricho?
- Eso.
- Leí en "The New York Times" un artículo que explica científicamente el 'déjà vu' quitándole toda connotación esotérica. ¿Le ha pasado?
- Este es uno de esos momentos.
- ¿Qué le preocupa?
- La destrucción del planeta.
- ¿Qué lo tiene sin cuidado?
- La destrucción del planeta.
- ¿Me puede decir alguna palabra o frase acerca de su método actoral?
- No es mío: "Ponte en tu marca, mira a los ojos a tu compañero y dile la verdad".
- ¿Cuál ha sido el papel más difícil que jamás encarnó?
- Sería el de una obra carente de vigencia.
- ¿Tiene un refugio en Buenos Aires?
- Mi casa.
- ¿Y en Chile?
- No
- Jackie Chan dice que la comida china que se come en el resto del mundo, en realidad, no es comida china. O sea, ¿ha tenido usted la suerte de conocer el verdadero sabor de esa comida oriental?
- No estoy seguro, cambia tanto con cada cultura que...
- ¿Qué son los enemigos?
- Los otros.
- ¿Le interesa el buceo?
- No. Depende, si es en el agua no.
- ¿Se ha subido a un camello para sentirse Lawrence de Arabia?
- No, pero me he sentido Lawrence de Arabia.
- ¿Ha rezado cuatro avemarías y diez padres nuestros por sus pecados?
- No. Entre otras cosas porque no me los sé.
- A propósito ¿por qué la virgen María fue sin pecado concebida?
- Porque José, el carpintero, también era de madera.
- ¿Me cuenta un sueño?
- Soñé ser otro y ahora que desperté no estoy seguro de ser Patricio Contreras.
- ¿Qué papel lo espera?
- Al final final, el de la calavera de Yoric.
- Nicanor Parra dice que él ya dejó a Hamlet porque el príncipe es un cuico.
- ¡Sí! (risas), sí, tiene razón, Hamlet también es un cuico.
- ¿Qué es un bastón?
- Una prolongación del brazo.
- Una fan: ¿cuál es su actor o actriz favorita?
- Vittorio Gassman.
- Otra: ¿qué le pasa por la cabeza cuando está en escena?
- Que no quiero morirme ahí. Lo he escuchado tantas veces, sería tan engorroso, se suspendería la función, todo. No, no quiero eso.
- Y la última del fan: yo le digo maestro, maravilloso actor, y usted ¿qué me dice?
- Más maestra será tu hermana.



Publicado en diario Río Negro

martes, 17 de julio de 2012

Manual de Tentaciones



Abilio Estévez es uno de los grandes escritores de nuestro tiempo. Vive en Barcelona, creo, y nació en Cuba. Su "Manual de tentaciones", es, en verdad, un manual para la vida misma. Acá fragmentos de un libro que ahora cuesta encontrar en la Argentina. Tal vez en la web.


"Elegir una puerta es dejar puertas sin abrir/Un placer presupone que muchos placeres no serán vividos, así como cada tristeza dispensa de tantas tristezas./El amante que llevas a la cama es sólo uno entre todos los posibles./La palabra escogida impide el uso de un número indefinido de palabras./Visitas una ciudad para que otras ciudades queden esperando por ti./El día que amanece para tu muerte es un día cualquiera, una casualidad".

"Amor mío, conozco el odio bajo todas sus formas. El odio es un viejo baboso y una doncella y un dios. El odio es el odio y digas lo que digas qué bueno es poder alimentarlo con tu propia sangre, como un niño que fuera formándose en tu vientre, como un niño que naciera de ti y siguiera unido a ti por una placenta que nadie pudiera cortar".

"Señor, déjanos caer en la tentación y no nos libres de ningún mal: permítenos creer que estamos vivos"

Busca la vida


Como un torrente que sale de tu cuello
Como el rayo de una tormenta que preanuncia el fin de todo
Como un beso tan húmedo que te desnuda antes de que muestres la plenitud de tu inocencia
Como el tatuaje de un dragón que cobra vida y te enfrenta con sus ojos en llamas
Como una frase mágica que abre las puertas del tesoro de Ali Babá
Como el aroma de una piel que te emborracha
Como el primer helado. Como un cigarrillo perfecto. Como un paisaje estremecedor.
Como la canción que te mueve y te dispara y te eleva.
Estalla la vida. Sigue la vida. Cruje la vida. Insiste la vida.
Busca la vida. Vive la vida.



Esta entrevista fue publicada en septiembre de 2007 en el Magazine de “The New York Times”. Aunque ha pasado el tiempo me parece un excelente documento para conocer mejor a uno de los más talentosos actores que ha dado el cine norteamericano en los últimos 15  o 20 años. Un chico con vocación renacentista: escritor, director, actor y buscador constante.


Por Deborah Solomon
- Aunque eres un actor muy elogiado – protagonizas por estos días el thriller de Sidney Lumet “Before the Devil Knows You’re Dead” – pareces más interesado en convertirte en un artista con mayúsculas. ¿Este es el motivo por el cual sigues escribiendo novelas y dirigiendo esas temperamentales películas independientes?
-Siempre quise tener una vida interesante, pasarse la vida en un set de filmación no es lo mejor que una persona puede hacer. Si pudiera dedicarme por entero a un gran arte, sería escribir, porque es algo que realmente respeto y no es tan efímero.
-¿Es una gran presión el hecho de que Tennessee Williams haya sido tu tío abuelo por parte de padre?
-Mi madre quería que yo fuera un novelista. En cierto modo, soy una construcción de la imaginación de mi madre.
-¿Crees que una madre puede querer y criar “hijos artistas”?
-Si, si ella los abandona a tiempo.
-¿Tu madre está satisfecha con su creación?
-No lo sé. No hablamos de cosas como, “¿Estás orgulloso de mí?”. Vive en Rumania, donde trabaja por los derechos de los gitanos. Comenzó una organización llamada “Fondo Alex”, que lleva el nombre de un niño mendigo. Se dió cuenta que todo eso tenía un gran impacto en su vida.
-¿Pudo verte en la aclamada “Coast of Utopia” de Tom Stoppard, en la que interpretas a Mikhail Bakunin, el gran aristócrata ruso convertido en anarquista?
-Ella estuvo conmigo. Después de ver la tercer parte de la obra, me dijo: “Bueno, nunca harás nada mejor. ¿Cómo te sientes al respecto?”. Así es como piensa mi madre.
-¿Cómo piensa tu papá?
-Es analista económico en Indiana. Mi madre pensaba que mi padre era la persona más inteligente que había conocido. Ella quería sus genes. Llegó a 1600 en su exámen SAT (test utilizado para seleccionar el ingreso a la universidad en EE.UU.)
-¿También tienes un coeficiente intelectual alto?
-No. Yo sé que no.
-¿Cómo te fue en el SAT?
-Lo hice drogado.
-Precioso. Tal vez deberíamos hablar de sus próximos proyectos. Dirigirás la dirección de una obra Off Broadway en Nueva York.
-Se llama “Las cosas que queremos”, de Jonathan Marc Sherman. Es como “Long Day’s Journey Into Night” sólo que mejor, más divertida y no tan ridículamente larga.
-¿Estás seguro de que la elogiaste lo suficiente?
-Aun no terminé.
-¿Por qué pasaste el verano en Australia?
-Estoy haciendo una película de vampiros (* “Daybreakers”). Es una zambullida gigante desde el gran arte al arte popular. Actuar es un generador de oportunidades. Puedo pagar mis facturas siendo actor y me permite tomar un año sabático para hacer “The Hottest State”.
-¿Te refieres a la película que diriges, acerca de un oscuro romance, basada en una novela tuya del mismo nombre?
-Está basada en mis 20, 21. He invertido toda mi autoestima en lo que los demás pensaban de mí, en su mayoría mujeres. La película, en mi opinión, trata acerca de cómo involucramos al pasado en cada relación y de cómo cualquier definición que tenemos sobre el amor es la que nos fue enseñada por nuestros padres.
-Algunos críticos encontraron que se trataba de una película narcisista, quizá porque el personaje principal parece tan enamorado de sus propias emociones.
-Eso está totalmente bien. Cuando muera habrá mucho trabajo de mi autoría que la gente podrá mirar. Mis hijos tendrán la oportunidad de decidir si yo era un narcisista o una persona cariñosa.
-¿Son los hijos que tuviste con Uma Thurman, tu ex-esposa?
-Sí. Ahora tienen 9 y 5.
-¿Qué tipo de consejo les das a tus hijos?
-Les digo, cuanto más lees, más inteligente te vuelves. Es así de simple.

La entrevista en The New York Times

Inventando a Kate Moss



Corinne Day puede ser considerada la persona que inventó a Kate Moss, que es como decir que sin Corinne Day Kate Moss sería una modelo distinta y no la que ha hecho historia en el universo fashion con su figura minimalista.
A ella, la industria le debe la brillante idea de lo natural, de lo “sensual despojado”, de lo suelto y de lo frágil en la expresión de las chicas: la “heroína dirty chic”. El trabajo de Day también ha sido vinculado fuertemente al desarrollo de la estética grunge, al desgano cool que tan bien caracterizó a Kurt Cobain.
La fotógrafa que murió en 2010 a los 45 años en Denham, Inglaterra, de un tumor cerebral, dejó un exquisito legado visual: una mirada sincera y cautivante que ha inspirado a más de una generación de artistas.
En 1990 presentó en la revista “Face” a una delicada joven que con los años se volvería célebre: Kate Moss. En el artículo “Verano del amor”, se podía observar a Moss con 16 años, apenas cubierta de ropa e indiferente a la cámara. Nunca hasta entonces se había visto a una modelo de una manera tan genuina. Piel, pecas, pelo enredado, arena entre los dedos, movimientos torpes sin ensayar.
Las imágenes de Day trajeron controversia y fascinación. Durante años Moss se defendió de quienes la acusaban de estar enferma. Sin embargo, además de su belleza, este estilo sin estilo, “este grunge” incipiente le permitió convertirse en quien es hoy. Day estuvo detrás de ella durante tres años, no solamente como su fotógrafa preferida, también como su amiga.
Aunque gran parte de su trabajo estuvo ligado al universo fashion, Day terminó agotándose de trabajar en él. “Creo que las revistas de moda son horribles, están obsoletas y dicen lo mismo años tras año”, le dijo a “The Observer” en 1995.
Un extracto del obituario de la fotógrafa en “The New York Times” cuenta: “Corinne Day nació en Ealing, al oeste de Londres. Solía decir que su madre había manejado un prostíbulo y que su padre era asaltante de bancos. Se divorciaron cuando ella tenía 5 años y fue criada por su abuela. De niña le gustaba pasar horas en las cabinas de fotos con sus amigos. A los 16 años abandonó la escuela y trabajó brevemente como aprendiz en un banco, luego recorrió el mundo como empleada de un servicio de mensajería aérea. Un fotógrafo que conoció en un avión le sugirió que se dedicara a la fotografía de modas, y así lo hizo para Guess”.
“La fotografía es llegar lo más cerca posible a la vida real. A veces nos muestra cosas que normalmente no vemos. Son los momentos más íntimos en la vida de las personas, y la intimidad a veces es triste”, dijo en una ocasión.
Es paradójico definir con palabras la vida de alguien que hizo de la imagen su emblema. Aunque Day también dejó frases que marcarán a quienes se acerquen a su trabajo.
Apuntó en su libro “Diario”: “creo que no puede haber belleza real sin decadencia” y también: “cuando una chica no ha trabajado nunca como modelo, dará su propia personalidad al fotógrafo porque no conoce nada diferente a ella misma”.
Oscar Wilde poseía la virtud de crear brillantes consignas en espacios breves. Hay una que pudo haber sido abrazada por Day: “Ser natural es una pose realmente difícil de mantener”.

lunes, 16 de julio de 2012

¡Nos vamos de vacaciones!




La ciudad que fue un refugio hace muy pocos años va poblándose de seres desesperados por algo de aire puro. Frío y sin contaminar. Su ansiedad de tierra, cielo y agua se hacen palpables en cada uno de sus actos. En sus corridas en automóviles llenos hasta el techo mochilas, bolsos y utensilios que no pudieron dejar atrás, en su incomodidad en cada cola que deben hacer, en el cajero, en el supermercado, como si ya no hubieran tenido suficientes colas que soportar en sus ciudades de origen, en sus rostros cansados de manejar 10 horas seguidas para ahorrar noches de hotel, en su necesidad de no perderse y preguntar dónde queda todo (“disculpe, sabe dónde queda el cerro Otto”, me pregunta desde su auto una pareja joven, que tiene al cerro Otto enfrente de sus narices) aun cuando lo ideal sería, justamente, perderse. Todos tuvieron la misma idea, venirse a la Patagonia.
La calles del centro son peatonales, prolongaciones de calles que pertenecen a otras metrópolis y a otras geografías. Los kilómetros descubren el clamor de un extraño sonido, mezcla de charlas apuradas y motores en marcha. Quieren vacaciones y las quieren ya. Y tienen toda la razón del mundo, se las merecen. Como quienes viven acá merecen y consienten el ajetreo para poder vivir acá, en silencio el resto del año. Así se explican ciertos precios y los ojos desorbitados de quienes se dedican al negocio del turismo. Durante 30 días o menos, el sur explota. Todo se eleva por los aires. Los instructores salen por las ventanas de invisibles colectivos y miles de miles de niños, adolescentes y jóvenes se derriten en pleno invierno por deslizarse sobre la nieve virgen. Todo cruje. Todo se hace a buen ritmo. Irónicamente algunos de los lugares más bellos, más entrañables y más despoblados, y por lo tanto más exclusivos de la Cordillera son gratuitos y muy poca gente se dirige a ellos. No, no exagero. Sé de ellos. Lo mismo ocurre con los restaurantes. Cada viernes camino por la Mitre al fondo, y veo a uno de los tradicionales a pleno, con 10, 20 personas en la calle esperando una mesa. 10 cuadras adelante y en paralelo, dos o tres hermosos restaurantes con estilo y buenos precios, atienen un par de mesas. Es extraña la masa. Como escoge inconveniencias. Como se vende sola. Como entrega la billetera sin pensarlo dos veces.
La montaña sigue aquí. Y probablemente siga aquí cuando nosotros, engreída pero humilde especie hayamos desaparecido con todos nuestro bártulos. ¿Podemos respetarla mientras estamos de paso? No, no podemos. Eso no nos hace peores. Sólo nos identifica. Aun cuando queremos descansar permanecemos activos. Aun cuando buscamos la paz, nos entregamos con ímpetu al nerviosismo. Hacemos yoga contra reloj. Rompemos el récord del trekking más rápido de la historia jamás logrado por un joven, abuelo, adulto, niño o perro. Las montañas y los lagos de increíble belleza quedan atrás, no los vemos, de verdad no los vemos. Marcamos la diferencia siendo completamente iguales. ¿Pescado? No, no, no yo jamás ¿tendrá asado?.
La semana pasa, se van, transcurre, como el resto del tiempo ¿se terminaron las vacaciones?, se preguntan quienes sueñan con vivir en el lugar donde pasan sus vacaciones. Y apenas hubo “tiempo” de disfrutar de la naturaleza ocupados como estuvimos en sacar cien millones de fotografías y comprar otra memoria para la cámara, en ir a las chapas al cerro (¡salí tarado!) y a las chapas al cine (¡no hay más entradas!) solo para descubrir que otros chaperos se nos han adelantado, y corremos al súper y al y al y al y al final del día, la cabaña no tiene un LCD pero si un 21 que más o menos. Y dan una película vieja y un partido de un mundial que no ganamos.
Y bue.



En 1968 Bernard Moitessier participaba de la famosa y bien remunerada Sunday Times Golden Globe Race, una competencia de hombres solitarios dando la vuelta al mundo en sus barcos. Moitessier iba bien ubicado. De haber seguido en carrera probablemente habría ganado. Pero no lo hizo. En una época en que no existían los teléfonos satelitales ni el email, Moitessier le envió un escueto mensaje a un carguero: Sigo, sin hacer escalas, hacia las islas del Pacífico, porque soy feliz en el mar y quizás para salvar mi alma. A pesar de su deserción, el marino iba a terminar dando la vuelta al mundo sin tocar puerto, sólo que a su aire, en 10 meses. Años después dijo estar arrepentido, no de rechazar la gloria y el efectivo sino de esa incómoda palabra quizás.
Inspirándose en Moitessier, Reid Stowe inició una aventura sideral: dar él también la vuelta al mundo en su velero, Anne, sin escalas, sin aprovisionarse en ningún sitio más que en alta mar, en 1000 días. La bautizó Mars Ocean Odyssey porque 1000 son los días que aproximadamente llevaría una misión al planeta Marte.
Al final fueron más. Partió el 21 de abril del 2007, desde Hoboken, Nueva Jersey, frente a Manhattan, junto a su mujer, Soanya, y regresó a Nueva York sólo (Soanya quedó embarazada y se bajó del bote en Australia el día 307 debido a sus constantes mareos) 1,152 días después.
Los números son importantes en la vida de Stowe. Tiene 55 años y mide 1,85. Su mujer 1,50 y tiene 26 años. Su primera esposa era francesa y con ella navegó durante 197 días. Stowe no oculta una temporada difícil en su pasado cuando, por traficar marihuana en el Caribe, estuvo en prisión por 9 meses. Fue en 1978 cuando Stowe terminó la construcción de su velero de 21,34 metros.
El y su esposa se aprovisionaron con grandes cantidades de comida que luego complementaron con lo que fueron pescando a lo largo del viaje. Llevaron arroz, porotos, salsa de tomate, pastas, aceitunas, chocolates y especias (esto debido al origen indio de Soanya), y 91 kilos de queso parmesano.
Durante más de 2 años, Stowe sostuvo arriba de su barco una puntillosa rutina: por las noches observaba otros posibles barcos en el horizonte. Luego dormía. Bien temprano a la mañana chequeaba su ubicación y las condiciones climáticas. Desayunaba. Anotaba pensamientos y reflexiones. Más tarde se dedicaba a revisar y reparar la embarcación y, por la tarde, después de trabajar en su computadora, contestar mails y confirmar datos varios, pintaba o hacía yoga hasta oscurecer. Entonces el ciclo volvía a comenzar.
A su regreso ninguna autoridad esperaba a Stowe. Ningún político o personalidad destacada mostró interés en estrechar su mano. Sólo estaban allí su mujer, su pequeño hijo, Darshen, su hija mayor (producto de una relación anterior) Viva, su nieto, sus amigos y los medios, por supuesto (no faltaron los periodista que le preguntaron, por ejemplo: ¿qué extrañó más el helado o darse una ducha?). Después de todo Reid Stowe había protagonizado (y en solitario) la travesía sin paradas más extensa que ningún otro ser humano hubiera realizado jamás.
Tampoco se encontraban otros marinos entre aquel el grupo de gente. Por el contrario, gran parte de su viaje estuvo acompañado, además de las buenas vibraciones y esperanzas de su mujer y amigos, de la malicia, el enojo y el desprecio de un puñado de personas aficionadas a las embarcaciones de alta velocidad, que vieron en Reid un especímen del cual burlarse. ¿Envidia de parte de sus colegas que tal vez que quisieron pero jamás intentaron semejante aventura? ¿Odio por parte de unos chicos acomodados que no soportaban la experiencia espiritual que estaba llevando a cabo Reid?
La vuelta de Reid no ha sido sobre una alfombra roja. No tiene dinero pero necesita ayuda para mantenerse en el agua y cuidar de los suyos. A pesar de eso, él y Soanya son optimistas: No sabemos cómo sigue esto pero tengan por seguro que hay más aventuras por venir, han escrito en su web http://1000days.net
Lo que ambos han vivido en el corazón de los océanos, la sabiduría que adquieron juntos o por separado, exponiéndose a la inmensidad y al silencio, la experiencia única y maravillosa de verse libres y sin ataduras, la sensación de haber aprendido algo muy valioso y la certeza de estar atracados para tarde o temprano volver a zarpar, aun compartiéndolo al punto de inspirar a otros, les pertenece a ellos. Sólo a ellos.



Direcciones

http://1000days.net
NYMag: el artículo con la historia
http://en.wikipedia.org/wiki/Bernard_Moitessier

Frank Fresán




















Estaba buscando una fotografía de Paul Auster y de pronto encontré a este par. Es decir, una foto me llevó a la otra. Frank me hizo pensar en Fresán. Dos monstruos literarios. Dos tipos inmortales.















Una entrevista en New York Magazine a Paul Auster a propósito de su libro “Invisible”. Tim Murphy establece relaciones o puntos de contacto entre el autor y su personaje Walker, un joven y bello poeta que, al menos en parte, nos hace pensar en: Paul Auster.

Por Tim Murphy (NYMag)

Paul Auster, de 62 años, acaba de publicar su decimoquinta novela: la bien recibida “Invisible”. Después de dos vasos de vino blanco en el Sweet Melissa, Park Slope, donde el autor ha vivido con su esposa, la escritora Siri Hustvedt, desde los 80, le dice a Tim Murphy que no, que no está deprimido, y que no mantiene una relación incestuosa.
-¿Cuánto de Walker, el protagonista de “Invisible” -un guapo aspirante a poeta, quien en 1967 se enreda en juegos sexuales con su siniestro profesor europeo y su torturada novia francesa, sin mencionar un verano en el que mantuvo relaciones sexuales con su propia hermana- hay en Paul Auster.
-Simplemente no soy yo. Cada escritor utiliza cosas de su propia vida. Sí, yo estaba en París en 1967. Aquel hotel es un lugar en el que me quedé. Quería regresar y pensar en lo que significaba tener 20 años otra vez, y en lo ignorante que somos a esa edad, cuan inexpertos y suceptibles.
-¿Alguna otra similitud?
-El deseo de ser escritor. El interés por la literatura.
-¿Melancólico?
-Yo era melancólico, okey, era un muchacho bastante hacia adentro aunque no tan severo como Walker. Y nunca tuve una relación incestuosa con mi hermana.
-Sí, el incesto. Lo representas con cariño, como una forma de víncularse entre sí por la muerte de un tercer hermano.
-Si se desea establecer jerarquías sobre el incesto, esta es la forma menos malévola, consentido entre hermanos. Ellos no sienten ninguna culpabilidad, de verdad. Cuando los padres abusan de sus hijos, esto si es brutal Pero cuando estás hablando de dos chicos es diferente. Que no suene a que estoy recomendando a la gente hacer esto. Y luego la pregunta otra vez: ¿Lo hicieron o no lo hicieron?
-¿Y qué hay de la tan remarcada belleza de Walker? ¿Acaso no ha comentado siempre la gente lo atractivo que eres?
-Cuando yo era joven, había gente que me miraba de la misma forma en que es mirado Walker.
-¿Como un objeto?
-Sí. Y no hay nada que puedas hacer al respecto. Naces con tu cuerpo, con tu cara. Nunca pensé en ello, pero yo sabía que existía. Así que esto es un poco una carga con la que Walker tiene que caminar.
-Este es un libro muy triste. ¿Es así usted?
-No me siento deprimido. De hecho, Walker logra una buena vida para sí mismo.
-Muere solo y triste.
-¿Acaso no lo hacemos todos?
-Son un sello de tus libros los hombres que siguen con sus cosas después del divorcio o de la muerte de un ser querido. ¿Las fantasías de soledad que promulgas en tu escritura te sirven para estar presente de algún modo en tu propia vida?
-Hay amor, y sin duda te preocupas más por los niños que por ti mismo. Sin embargo, estamos solos en nuestras cabezas.
-Pareces amar a las mujeres francesas ¿Disfrutas viéndolas andar en bicicleta por París, fumando y llevando una baguette?
-Debo decir que las jóvenes en bicicleta son algo que encuentro muy erótico. Incluso en Nueva York, hay un montón de chicas muy atractivas pedaleando por ahí. Es ya una de las tantas vistas agradables que tiene nuestra ciudad: una joven en bicicleta.


domingo, 15 de julio de 2012

Los poemas de Michael Madsen




Michael Madsen, actor y poeta.

Paper

Es extraño cuando escribes porque cada palabra nace como un pequeño bebé. Crece igual que un chico, dependiendo de quien lo lea. Puede que no sirva de mucho pero piensa en todas las personas que ponen su lapicera sobre el papel. Todas las palabras que salen con sangre y sudor y dolor y placer y amor y odio y ese cansino y maravilloso silencio. He quemado algunos pelos de mi brazo con un cigarrillo. Si, piensa en eso. Me pregunto que pensaba Ernest cuando cargó el arma.

Something

Un poeta que me gusta escribió una vez algo como "Son las pequeñas cosas de la vida las que te llevarán al manicomio". Bueno, estoy de acuerdo. La pintura descascarada, un cuadro torcido, la ropa interior de tus hijos en la entrada de la casa, caracoles comiéndose las plantas, óxido, quedar atrapado en un lugar donde está sonando una canción que odias o colgado de un contestador automático, el papel que envuelve la pajita y las bolsas de basura que se rompen. Las flores muertas y la voz de tu ex-esposa. Las cartas viejas y la comida recalentada, el ketchup aguado y las manzanas suaves y, por supuesto, el carrito del supermercado con la rueda floja. La frazada equivocada, la almohada equivocada, el canal equivocado. La fucking mecha de la vela, las baterías muertas y el carbón de mala calidad, un pinchazo y el tráfico. Los disc jockeys que imitan a Howard Stern y más historias sobre Monica Lewinsky.
Suficiente, suficiente, suficiente.

Skinny Love, la letra



Vamos, mi amor flaco, apenas fue el año pasado
Derrama un poco de sal, nosotros nunca estuvimos aquí
Mi, mi, mi, mi, mi, mi, mi mi,
Observando en el lavaplatos sangre y chapa aplastada
Te digo, mi amor, vamos a destruir todo
Corta todas las cuerdas y déjame caer
Mi, mi, mi, mi, mi, mi, mi mi,
Ahora en el preciso momento en que esto se pone grande
Te dije hay que ser paciente
Te dije hay que estar bien
Te dije hay que ser equilibrado
Te dije hay que ser amable
Por la mañana voy a estar con vos
Pero voy a ser yo de un modo distinto
Yo sostendré todos los tickets
Y vos todas las multas
Vamos, mi amor flaco ¿qué pasó aquí?
Mamar de la esperanza en sostenes ligeros
Mi, mi, mi, mi, mi, mi, mi mi,
La carga de mala onda ya está llena, así que… lento por la herida
Te dije hay que ser paciente
Te dije hay que a estar bien
Te dije hay que ser equilibrado
Te dije hay que ser amable
Y ahora todo tu amor se ha desperdiciado
Y entonces, ¿quién diablos era yo?
Y estoy rompiendo los pantalones
Y al final todas tus pautas
¿Quién te amará?
¿Quién luchará?
¿Quién caerá muy muy atrás?

Un estupendo regalo de Serafín


sábado, 14 de julio de 2012

Serafín, entrevista con una artista excepcional







Como siempre, un adelantado a su tiempo (y lo digo con toda la seriedad del caso), Lisandro Martínez, me lo había presentado. Claudio, Serafín. Un gusto. Se trataba de un tipo de gestos suaves, silencioso, vestido de negro riguroso. “Un capo”, me aclaró el querido Negro. Un capo, capo pero en qué. Ilustrador. Dibujante. Historietista. Artistas con mayúsculas.


Tomamos algo, una cerveza. Charlamos sin rumbo. No fue nada. Poco después vi una de sus sobresalientes tapas en “Chochán”, la revista de Lisandro. La imagen era una verdadera maravilla. Un cosa no vista ganas por acá y con muy pocos parámetros para comprar más allá. Lejos. Baires o Madrid.
¿Vive acá este flaco? Si, acá. Y acá se quedó. Dando clases. Conversando por las noches. Dibujando. Hace unos meses ganó junto al escritor y guionista Matías Santellán, un premio realmente importante. El Premio Ñ, auspiciado por editorial De La Flor, que incluía un jurado con nombres como Altuna y Sasturain, entre otros, con el libro "Reparador de Sueños".
Aunque quedé muchas veces con él en entrevistarlo por su laburo. Esta era la oportunidad perfecta. Llego antes al bar. Viene, por supuesto, teñido de negro. Charlamos. (*)
-¡Qué laburo!
-Y me dejé, tenía mucho que hacer.
-¿Cómo fue el proceso de dibujar “Reparador de Sueños”?
-Fue un poco accidentado porque yo estaba ocupado en varias cosas, al final se me vino la fecha encima y me tuve que tomar un mes para terminar el libro, dibujando de la mañana a la noche, todo el día. ¡En verano! Se concentró todo cuando ya tenía que entregar.
-Debe haber influido en tu trazo.
-Eso fue lo más interesante, creo que fue Sasturain el que me dijo que mis mejores líneas estaban al final del libro, cuando me vi mucho más apremiado por los tiempos, porque entonces me dediqué a a dibujar sin tantos detalles, sólo buscaba encontrar lo esencial de la trama, y el resultado es más limpio, menos complejo.
-Se dice que en esos momentos difíciles es cuando aflora el genio.
-Al principio me dediqué mucho al detalle, pero cuando ya tenía el reloj sobre la cabeza, busqué más precisión, ir más directo al tema.
-¿Qué sentiste cuando de pronto te encontraste con figuras del cómic mundial como Altuna o como Sasturain un guionista y escritor ya legendario?
-¡Oh! Para mi fue genial, pero lo más loco fue que Altuna y Sasturain, como todos los demás, me hablaron con excelente onda. Altuna es un tipo muy sencillo, me habló de la zona porque tiene amigos o familiares, fue lindo desde ese lugar y también poder tener la opinión de personas tan reconocidas.

(*) La entrevista es más extensa y podrán leerla mañana domingo en “Río Negro”

Más sobre Joseph Mengele en la Argentina

El artículo sobre Joseph Mengele produjo algunas reacciones. No diré los nombres completos de mis fuentes sólo la letra inicial.

Me dice V.


"Mengele vivió en Buenos Aires en los años '50, trabajando de  médico, con su nombre real y domicilio en la calle Yerbal. Hay una entrevista a Perón, que lo conoció, lo describe, según recuerdo, como un"tipico bávaro" o algo así.
Cuando mis paisanos (y los alemanes) comenzaron a buscarlo, se ocultó, viajó a Paraguay y luego Brasil, donde murió. Sus restos fuero identificados por ADN.
Su familia estaba en contacto con él. Dicen que no aprobaban lo que hizo, pero no quisieron denunciarlo. Cuentan que no se arrepentía de lo que hizo, eran "lebensunwürdigeleben" (Vidas indignas de ser vividas)
No sería extraño que hay estado en nuestra zona, no necesariamente "escondido", sino viviendo libremente, como lo hizo durante años.
Hitler no estuvo acá, es una fantasía, es imposible que haya salido vivo del Bunker.
Saludos"

De nuevo V.

"Más comentarios sobre Hitler en la Patagonia:
Es verdad que pocas personas vieron su cadáver el 30 de abril de 1945, cuando se tiró un tiro en el paladar con su Walther, y luego fue quemado por su asistente Günsche y otra gente muy cercana. (Fue subido por las escaleras hasta el patio de la Cancillería envuelto en una frazada). Sin embargo, hay innumerables testimonios de personas, civiles y militares, que estuvieron con él en el Bunker, hasta el último día. Si hubiera querido escapar, lo hubiera hecho antes del cerco a Berlín por el Ejército Rojo, que ocurrió aproximadamente el 21 o 22 de abril. No salieron aviones en los últimos días. El ultimo fue una avioneta con una mujer, "as" de la Luftwaffe que visitó al Führer, luego salio de la ciudad despegando precariamentedesde una avenida entre el fuego antiaereo de los rusos, y sobrevivió a la guerra para contar su historia.
Después de  eso, era imposible huir de Berlín. Salvo por tuneles nunca hallados. O tratando de filtrarse inadvertido, entre miles de rusos y alemanes, disimulando la cara más famosa del mundo. O sea, - después de haber llegado a ser el amo del mundo-- convertido nuevamente en un mendigo, como el  joven pintor fracasado, cubierto de harapos, hambriento y piojoso, que debió dormir en la calle en la Viena de la preguerra, acumulando reesentimiento y odio para el futuro."

Dice D.

"Jaja yo lo conozco!!! También tiene la libreta de telefonos de Martin Boman, el maletín del dr menguele con los instrumentos...unos cuadros de murillo...mi familia conoció a estos nazis...habia fiestas...estandartes nazis militares con sus trajes y todo...que tal eh...las fotos son asombrosas"



Patti Smith en The New York Times



Fotografía: Scott Weiner


Estoy leyendo “Eramos unos niños”. Feliz de la vida, impactado, expectante. Lo que me hizo pensar en una entrevista que Deborah Solomon del “The New York Times” le hizo a Patti Smith hace un tiempo.


Por Deborah Solomon


-A los 61 años, está por ser homenajeada en el documental “Patti Smith: Dream of Life”, de Steven Sebring, que llevó una década terminar. El filme tiene algunas escenas maravillosas de usted y su familia, pero ¿por qué no se incluyeron entrevistas con críticos, artistas amigos suyos o estudiosos que podrían haber proporcionado un contexto a su trabajo?
-La verdad es que no me gusta ver ese tipo de cosas en un documental, a menos que se trate de alguien muerto. Yo soy una artista viva. Personalmente no estoy interesada en quienes intentan encasillar mí trabajo.
-¿Qué siente al ser llamada “madrina del punk”
-Es una honorable etiqueta. Simplemente, no es la única etiqueta que quiero para mi. No me importa si la gente lo dice pero no estoy de acuerdo cuando las personas realmente no entienden cuales son la diversas áreas en las que trabajo.
-Escribió poemas e hizo dibujos mucho antes de grabar su álbum debut, “Horses”. Aun así ¿No considera la música su logro más original?
-No estoy realmente segura de cuan original es mi contribución a la música tomando en cuenta que soy obviamente una amateur. Sé que soy un intérprete fuerte. Pero no soy un músico evolucionado. Soy un músico intuitivo. No tengo en realidad habilidades técnicas. Puedo tocar sólo seis acordes en la guitarra.
-Usted parece cultivar una imagen mística, de niño salvaje, incluso en su apariencia. Por ejemplo, ¿por qué no usa acondicionador de cabello?
-¡Uso acondicionador!.
-Estoy sorprendida. Usted es la reina de las puntas florecidas.
-Eso es muy divertido porque me acabo de cortar alrededor de ocho pulgadas de mi cabello, ya que era demasiado zarrapastroso.
-Hablando en serio, ¿está usted tratando de cultivar una especie de imagen adrógena o de otro tipo?
-Estoy desinteresada en cultivar una imagen. Siempre he tenido el mismo aspecto. Desde que era una niña. Odio tener que lidiar con mi pelo. Odio cambiarme de ropa. Cuando era chica, tenía una camisa marinera y unos pantalones de pana y eso era lo que yo quería usar todos los días.
-Uno de los aspectos más llamativos de su biografía es su largo retiro de la industria musical después de casarse con el guitarrista Fred (Sonic) Smith. ¿Fue usted una “señora” mamá de su casa?
-Mamá y papá estábamos en casa. Ambos nos retiramos. Vivimos una vida muy simple fuera de Detroit basada en la familia y el estudio. Mi esposo era un gran músico y me enseñó mucho acerca de cantar, de cómo cantar profundamente en lugar de ser tan nasal.
-El murió sorpresivamente en 1994, cuanto tenía sólo 45 años, y usted crió sola a sus hijos desde entonces.
-Mi hija vive conmigo en Nueva York. Tanto ella como mi hijo son músicos muy talentosos y su nivel de maestría musical proviene de su padre. Nuestra proximidad agranda su figura a él. La hacemos crecer cuando tocamos juntos.
-Usted parece una persona muy sana para ser una punk rocker.
-Tuve un muy buen modelo. En la vida de mi madre, la tragedia no tuvo fin. Sin embargo, ella se levantaba, tomaba aire y salía a lavar y a colgar ropa. Ella me decía que cuando miraba la ropa, las sábanas moviéndose al viento, y el sol, era como un nuevo comienzo.
-¿Qué música está escuchando?
-Todavía estoy escuchando John Coltrane. Todavía escuchoa a Jimi Hendrix. Escucho a R.E.M. Y Radiohead y Silver Mt. Zion, pero lo que escucho más es Glenn Gould y ópera.
-¿En qué se encuentra trabajando por estos días?
-Estoy escribiendo unas memorias acerca de Robert, un diario de nuestro amor y amistad. Se llama “Eramos unos chicos”.
-Usted se refiere al fotógrafo Robert Mapplethorpe, otra de sus musas que murió joven. ¿Se siente sola alguna vez?
-A veces el dolor permanece -el de la pérdida de mi hermano, la perdida de Robert, la perdida de mi esposo, incluso la de mis hijos siendo niños-, y hay un montón de otras cosas que pueden causarlo. Esto puede sonar extraño pero cuando siento eso, me obligo a sonreír.
-¿Cómo lo hace usted?
-Me siento y sonrío. Porque a veces eso te impulsa a reír, sigues para adelante y dices “Todo bien”.

La entrevista en The New York Times

Not that he's Napoleonic, says Freeman.


"If you walked on the set and I said go talk to the director, you'd have a hard time picking him out. And even then, you might look straight past him. He's quiet, but it's a quiet authority, and he enjoys doing it."


Morgan Freeman hablando con John Patterson sobre Christopher Nolan para The Guardian.


Morgan Freeman: 'Black is beautiful.' Photograph: Vincent Lignier

viernes, 13 de julio de 2012

“I love saris”



“I love saris. I’m just so into it.”

Buscando a Joseph Megele en Bariloche






Hace más de una década un extraño personaje llamó a la redacción del “Río Negro”. Decía tener en su poder una valija y una libreta, entre otros elementos personales, de Joseph Mengele. El hombre estaba alojado en unos departamentos que se alquilaban por día a la vuelta del diario. El periodista Carlos Torrengo y yo fuimos a visitarlo (*). No recuerdo el nombre del tipo. Pero conservo como una clara fotografía mental los objetos.  
Sobre una pequeña cama tenía abierta una pequeña y antigua valija de esas que parecían hechas en cuero pero con la consistencia material de un cartón pintado. Yo mismo encontré tirada una muy similar en Buenos Aires a principio de los 90 y aun la conservo.
Junto a la valija, una libreta negra con una serie de nombres en alemán y en castellano. Según su poseedor, se trataba de un documento único porque contenía las direcciones de los contactos de Mengele en esta parte del mundo, que lo habían ayudado a refugiarse en la Patagonia. Otro elemento era un estuche de médico con unos aparatos en su interior para hacer auscultaciones, y una desgastada y blanca tarjeta de presentaciones con el nombre de “José Mengele”.
Hicimos fotografías de todo. Charlamos con el actual propietario y seguimos indagando. Una cosa llevó a la otra y encontramos en la zona a unas personas que aseguraban saber dónde se había escondido alrededor de 15 días Mengele en el Alto Valle de Río Negro, más específicamente en una chacra cerca de Villa Regina.
Hasta allá fuimos. Era una hermosa propiedad, rodeada de álamos y árboles frutales. La casa de los dueños consistía en una casona de época de dos pisos. Los herederos del lugar nos contaron que estaban al tanto de los rumores. Nos mostraron las instalaciones pero no quisieron que viéramos el subsuelo, donde teóricamente se había alojado el siniestro doctor nazi.
Mengele habría estado allí antes de marcharse a Bariloche donde lo esperaban otros camaradas, quienes se ocuparían de hacerle el camino más fácil.
La supuesta valija de Mengele tenía un par pegatinas. Una de ellas en particular me llamó la atención, decía: Hotel Cabo de Hornos. Se trata de un lujoso hotel de cuatro estrellas ubicado en la ciudad trasandina de Punta Arenas, junto al Estrecho de Magallanes.
¿Significaba eso que Joseph Menegele, en realidad, había entrado por Punta Arenas al continente y no por Buenos Aires? O bien, si esa valija en verdad le pertenecía al desquiciado médico ¿este había pasado después de Bariloche por aquel lejano puerto chileno?
Cómo saberlo. Quienes han investigado el tema a fondo saben lo difícil que es lidiar seriamente con este tema. Como a los ovnis o a Elvis Presley, todo el mundo conocido a alguien que estuvo con Joseph Mengele.
Por estos días se filmará en Bariloche la novela “Wakolda” de la también directora Lucía Puenzo. El argumento es en buena parte ficcional pero retoma parte de las actividades que realizó Mengele en estas tierras. Como muchos otros miembros del partido nazi que tuvieron distintas responsabilidades en los horrorosos hechos que se desarrollaron durante la Segunda Guerra Mundial, y como décadas antes hicieron algunos y muy buscados pistoleros americanos, Mengele se escondió en el sur donde, tal vez, pensaba comenzar de nuevo como un buen vecino.
En aquellos años, Bariloche parecía el lugar ideal. En más de un aspecto geográfico se parece a Alemania, más precisamente a Austria (en verdad del otro lado de la cordillera, Puerto Varas, es muy similar al país germano) y, como si fuera poco, un puñado de compatriotas suyos, probablemente simpatizantes del partido, estaban allí dispuestos a ayudarlo. Un escenario casi ideal tomando en cuenta que Mengele venía de cometer atrocidades que no caben en la imaginación de nadie.
¿Cuanto tiempo estuvo Mengele en Bariloche? ¿Qué hizo y con quién? ¿Es posible que no haya quedado de su permanencia en el sur ni una sola imagen fotográfica, dibujo o anotación? ¿Ninguna prueba verificable? Son preguntas que pueden o deben irse completando. Un escritor local, Abel Basti ha escrito profusamente sobre los nazis en Patagonia y ha llegado a asegurar en uno de sus libros, que el propio Adolf Hitler logró escapar de la muerte y pasó sus años finales en la ciudad cordillerana.
¿Se imaginan a Hitler esquiando en los cerros aledaños? Suena a una tenebrosa película de ficción. Pero ya saben lo que dicen acerca de la ficción y la realidad.

*Los artículos sobre Joseph Mengele en Alto Valle que escribimos con Carlos Torrengo no están o no los encontré en Internet. Se conservan, si, en los archivos del diario.

The Sartorialist




Scott Schuman es una caso extraño dentro del universo de la moda. Primero pasó por varias y respetadas cadenas de venta de ropa, hasta que decidió dejar su trabajo y dedicarse por completo a sus hijas y a la fotografía. Su innata capacidad para detectar dónde y cuándo se gesta un estilo, le resultó un gran aliado en el segundo de sus proyectos, que terminó alimentando la economía familiar.
Comenzó a sacar fotografías en la calle y cuando se puso a pensar en qué lugar publicarlas el blog ya estaba ahí, servido en bandeja.
En 2005 inauguró un blog que a lo largo de los años no ha diferido mucho ni en sus propósitos ni en su diseño: simple, directo y efectivo.
Fotografías de los más diversos e inesperados modelos y lugares (aunque sobretodo de París, Milán, Nueva York), le dan vida a: thesartorialist.blogspot.com
Cada uno de sus posteos es cuidadosamente seleccionado. Y la consecuencia de tantos desvelos es la adicción por parte de sus seguidores. Una vez que has entrado al reinado de Schuman, ya no puedes salir. Tu mirada se vuelve una mirada cautiva.
Una fotografía lleva a la otra, tanto como un mes al otro y un día al siguiente. Porque cada 24 horas Scott sube nuevas imágenes de gente vestida como nunca has visto o que simplemente no te has tomado la molestia de mirar.
Tiempo atrás definió su trabajo en The Sartorialist: “Es una celebración de los estilos personales”.
Al principio de su autobiografía publicada en el blog, y esto tal vez nos ayude a entender mejor de qué trata The Sartorialist, el fotógrafo y editor de moda cuenta: “Comencé The Sartorialist simplemente para compartir fotografias acerca de personas que veía en las calles de Nueva York y que a mi me parecía que lucían geniales. Cuando trabajaba en la industria de la moda (hace 15 años), siempre sentía que había una desconexión entre lo que yo estaba vendiendo y lo que veía en las personas (personas realmente cool) usando en la vida real”.
Jennie Yabroff, de “Newsweek”, incluyó a Schuman en un escenario más amplio:
“Schuman es parte de un creciente grupo de bloggers dedicados a postear fotografías que muestran como visten las personas reales a lo largo y ancho del mundo. Estos bloggers dicen que sus sitios
(Street Peeper, Last Night’s Party, Fashionista and Stylesight, por nombrar algunos) están tanto creando como respondiendo al interés por la moda que se usa en la calle”.
Como una ventana que se abre sin rechinar, The Sartorialist nos invita y nos permite observar una de las tantas facetas que posee el mundo.



http://www.thesartorialist.com/

La universidad desconocida



Acabo de terminar de leer “La universidad desconocida” (Anagrama) de Roberto Bolaño, un libro de poesía publicado después de su muerte y que no se parece demasiado a un libro de poesía tradicional. De hecho, tiene más de vertiginoso diario de vida que de libro con pretenciones literarias. Y esta justamente tal vez sea esta una de las claves de la poesía de Bolaño, su falta de pretenciones, su ausencia de preciosismos baratos, de adjetivos que conllevan la dudosa misión de adornar (más aun) los adjetivos. Juegos líricos, delicatessen de la escritura que podrían obviarse.
Bolaño elaboró su libro con la levedad de quien deja caer una frase sobre un papel arrugado que llevaba en el bolsillo. Como un trazo certero, luminoso y despojado que no quería perder para siempre en los rincones caprichosos de la memoria (y ahora el rimbombante soy yo). Como una ocasión de decirse así mismo algo que no podía resultar desaprovechado. Alimento para futuros inviernos. Armas secretas.
Y así lo hace, así lo escribe:
“En la sala de lecturas del infierno  En el club
de aficionados a la ciencia ficción
En los patios escarchados En los dormitorios de tránsito
En los caminos de hielo   Cuando ya todo parece más
claro
Y cada instante es mejor y menos importante
Con un cigarrillo en la boca y con miedo            A veces
los ojos verdes             Y 26 años                        Un servidor”
No es una frase más destinada a integrar el mural de afirmaciones pomposas: todos llevamos un poeta dentro. Sólo que cada poeta posee su propia partitura y sus propios rítmo y melodía.
Al menos en mi caso, me gusta, me conmueve la idea de una poesía sin otras búsquedas que las que conducen al territorio de la honestidad. Ahí donde las palabras dicen lo que quieren decir. Donde se expresa el amor o el deseo, el miedo o la soledad, entre sumatorias cotidianas y recordatorios subrayados en hojitas amarillas. Ahí donde la vida pasa y pasa en estado puro.
En otro de sus poemas escribe Bolaño:
“Todos los comercios estaban cerrados
y además sólo tenía 50 pesetas
Tres tomates y un huevo
Eso fue todo
softly as in a morning sunrise
Coltrane en vivo
Y comí bien
Cigarrillos y té hubo a mi alcance.
Y paciencia en el compás del atardecer”.

Sean Parker, el hombre de los mil millones de dólares






Sean Parker es ese joven elegante y de mirada fría y penetrante, la mirada de un tiburón vegetariano, al que cuesta seguirle el hilo de sus argumentos mientras habla. Sean Parker es el que dispara cientos de palabras por segundo detrás de las cuales se esconden los nuevos paradigmas de la comunicación digital. Bah, de casi toda la comunicación que deberíamos tener en cuenta por estas horas. Sean Parker es el chico que comenzó a cambiar el mundo con una loca idea llamada Napster y lo terminó de dar vuelta con otra idea, tan o más loca que la anterior y que ayudó a perfeccionar junto a Mark Zuckerberg, llamada Facebook. Sean Parker escribió con sangre sobre la lápida de la tumba de la industria musical: "El rey estaba desnudo". Sean Parker es una de esas cada vez menos raras aves exóticas americanas que poseen en su cuenta personal algo así como un billón de dólares y contando. Un billón. Sean Parker es el hombre, el joven adulto que acaba de poner sus ojos en el próximo negocio que revolucionará internet y por lo tanto una pequeña gran parte de nuestras vidas. Sean Parker, gurú del actual milenio. Mahareshi on-line. Maestro Yoda con una espada samurai virtual y en 3D. Sean Parker es, podría decirse, podría elaborarse una hipótesis firme al respecto, un viajante del futuro que conoce las respuestas a las preguntas que todavía no nos hemos hecho en el presente. Perdón, en el pasado, porque esto, absolutamente todo esto que leemos y vemos y escuchamos in "real time", "wired", ya ha pasado y Sean Parker, por motivos misteriosos que se nos escapan, ya sabía, ya sabe cómo sigue esta historia.

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La primera vez que el gran público vio el rostro de Sean Parker no era realmente el rostro de Sean Parker sino el de Justin Timberlake, en el filme de David Fincher "La Red Social", la versión no oficial de cómo surgió Facebook.

La escena que presenta a Parker lo muestra como un joven anónimo, despreocupado, que recién despierta –quién sabe dónde– después de haber pasado la noche con –quién sabe quién– una chica de la Universidad de Standford de la cual apenas si recuerda el nombre.

–¿Estudias? –le pregunta ella.

–No, ya dejé eso, soy un emprendedor.

–Suena a como que no haces mucho. ¿Qué emprendiste?

–Humm… un sitio que te permitía compartir tu música.

–Como Napster.

–Exactamente como Napster.

–Pero a Napster la inventó Sean Parker.

–¡Encantado!

–¿Dormí con Sean Parker? Pero vos sos millonario.

–No exactamente, estoy en la quiebra.

Y sigue. Según el argumento del filme, en esa misma habitación Parker descubrió "TheFacebook" en la computadora de la chica (en realidad lo hizo en el departamento de una novia). No demoró mucho en darse cuenta de que el site, suerte de club pensado para universidades y secundarios, estaba llamado a grandes cosas. Parker se puso en contacto con Mark Zuckerberg y el resto es más o menos historia.

Años y meses después de la fundación de Napster y Facebook y de estrenada "La Red Social", Parker asegura: "Me hubiese gustado que mi vida fuera tan agitada, pero yo soy un geek de Silicon Valley y no hay modelos de Victoria's Secret en Silicon Valley. De hecho, esto sería tan inusual que si fueses por la calle en San Francisco con una modelo la gente se te echaría a los pies. La parte más frustrante para mí es cuando ese personaje interpretado por Justin Timberlake, que casualmente se llama como yo, le escribe un cheque a Eduardo (con quien todavía sigo en contacto), se lo tira a la cara y hace que lo echen del edificio. Este personaje en la película es moralmente reprobable".

El padre de Parker comenzó a enseñarle programación cuando éste tenía siete años. A los 16 el chico protagonizó una anécdota que bien podría haber inspirado aquel filme de los 80 "Juegos de guerra". Parker metía habitualmente sus narices en los archivos clasificados de diversas compañías, a las cuales a veces incluso les avisaba sobre la vulnerabilidad de su sistema. Una noche, harto de que el pibe perdiera el sentido del tiempo curioseando archivos ajenos, su padre fue hasta el cuarto de Parker y, en pleno "hackeo", le sacó el teclado de las manos y se lo llevó consigo. Parker persiguió a su padre por las escaleras al grito de "¡Papá, no sabes lo que me estás haciendo!". Y no, el padre no sabía. Parker no alcanzó a hacer el "Log out", es decir no borró su rastro del último paseo informático, y horas después tenía a los señores trajeados del FBI golpeando a su puerta.

Producto de su osadía y de la ilegalidad de sus acciones, Parker fue sentenciado a hacer trabajos comunitarios que lo llevaron a una biblioteca donde confluyó con otros tantos rebeldes. El castigo le permitió conocer a una, en sus propias palabras, "princesa punk rock", con la cual perdió la virginidad. Así que en cierto modo, en sus propias palabras también, el FBI contribuyó paradójicamente a ampliar su experiencia en el campo sexual. "Fue una increíble ironía cósmica", cuenta hoy Parker recordando con afecto aquellos años locos.

En 1999 Parker colaboró de modo definitivo en el nacimiento de Napster, una idea emergente de otro pibe llamado Shawn Fanning. Napster cambió la piel y el corazón de la industria discográfica. Por supuesto que la idea de compartir música grabada a partir de discos originales existía desde hacía años, pero Napster llevó las cosas a otro nivel. De un segundo al siguiente la música fue transferida a un recipiente dúctil y, a partir de ese momento, fue como si la dinamita hubiera sido inventada en la sede misma de los sellos y explotada, toneladas de ella, en su sótano.

Napster, Parker y Fanning terminaron demandados, quebrados y fueron suprimidos del mapa de la industria. Sin embargo, el recurso tecnológico, el espíritu de aquel código escrito por Fanning, como todos sabemos, sobrevivió.

En el 2002 Parker lanzó Plaxo, una idea muy interesante que integraba una agenda on-line con el Microsoft Outlook. Parker dejó la empresa por bien "conocidas" razones desconocidas, o es lo que suele decirse en estos casos cuando una personalidad creativa no encaja con las otras que pusieron el dinero.

Se dice que Sean es un tipo difícil. Le apetecen los extremos. Trabajar intensamente tanto como desaparecer justo cuando lo requieren para una reunión ¡ya mismo en la oficina! Parker tampoco se aviene al estereotipo del "genio torturado". Para las verdaderas luminarias del medioambiente de los negocios en internet, Parker es un genio con todas las letras y se asemeja más a un artista que a un hombre de negocios.

"¿Sabes qué es cool?", le pregunta el Parker interpretado por Justin en "La Red Social" al Zuckerberg de Jesse Eisenberg. Pero Zuckerberg, que aún piensa en forma acotada (digamos en cientos de miles de lo que sea: personas o dólares), no está seguro de la respuesta. "A billon dollars", le asegura Parker.

Al final del cuento la cifra fue mucho más que eso.

En lo que respecta a Parker, ingresó a Facebook (se comenta que fue él quien le quitó el "The") como presidente y el 7% de las acciones. Una situación accionaria que hoy lo deja con más de 1.000 millones de dólares en el bolsillo. ¿Y Facebook? Ah, Facebook, sí; pues ahora vale unos 85.000 millones de dólares. Puede que un poco más.

Parker fue elegantemente despedido de Facebook en el 2005, luego de que se viera envuelto en un confuso episodio con drogas y chicas (una de ellas, pasante de la empresa).

Supuestamente a Zuckerberg su conducta le pareció impropia y perjudicial para la compañía y por eso lo expulsó del paraíso digital. Lo cierto es que algunos de los inversores del emprendimiento también hicieron su parte. Hoy Parker continúa asesorando informalmente a Facebook –"No creo que Sean haya dejado realmente la empresa, él está involucrado de muchas maneras", asegura Peter Thiel uno de sus primeros inversores y miembro del Consejo de Administración– y el mismísimo Zuckerberg dice: "Hay pocas personas tan inteligentes como él".

Desde el 2006 Parker integra el Founders Fund, un fondo de capital de riesgo, en el papel de socio director. Nadie como él para saber cuáles son los proyectos que comenzarán a modelar el futuro en materia de comunicación personal.

"Hablando de una rearquitectura de la sociedad, es la tecnología, no las empresas o el gobierno, la verdadera fuerza motriz detrás de los cambios sociales a gran escala", le dijo Parker el año pasado a la revista "Vanity Fair", en una de las pocas entrevistas a medios "gráficos" y tradicionales que ha concedido en bastante tiempo. Lo curioso es que si se buscan entrevistas públicas a Parker hablando de tecnología uno podrá encontrar abundante material en YouTube.

En el filme de Fincher, Parker es presentado como un joven codicioso y ególatra, pero el Sean Parker de la realidad no es para nada codicioso. Sólo ególatra.

En los comienzos de Facebook él y Zuckerberg se reunieron en Nueva York, pero cuando este último se mudó a Los Ángeles fue él quien le dio cobijó a Parker.

"Dormí en sillones por seis meses. No tenía hogar ni dinero", recuerda, y su novia de entonces lo urgía a conseguir trabajo en ¡Starbucks! Por suerte, Parker no escuchó el consejo. Ya convertido a la religión Facebook (aunque algunos aseguran que Parker jamás dudó del potencial de la compañía, cosa que si llegó a hacer Zuckerberg) compartió habitación en la "Casa Facebook de Verano" alquilada por Zuckerberg con Dustin Moskovitz, programador y cofundador de la empresa. Incluso de allí fue expulsado Parker, quien no ahorró esfuerzos en tratar de levantarle la novia a Moskovitz. "Las cosas se pusieron serias con ella y le di un patada para que se fuera", asegura Moskovitz. Parker tiene una impronta elegante y desestructurada y su pasión por las fiestas –incluso en Davos, donde para su desesperación no encontró un lugar decente donde tomar unas copas–, los pisos elegantes y la ropa cara es ampliamente conocida.

Parker es la encarnación de una energía que a veces parece reverberar hasta límites peligrosos. Los grandes verdaderamente grandes proyectos son el mayor de sus causales, su epifanía digital ("Vi que Facebook tenía el potencial de Napster, de otro modo no habría estado interesado"). Sin embargo hay un motivo ulterior, una razón de sus razones, y éste puede ser su obsesiva necesidad de quedar esculpido sobre la materia más imperecedera de la historia.

"Cuando Parker trabaja en algo, su presencia le agrega un gran valor al proyecto durante el tiempo en que él está involucrado. Además es un tipo muy leal, si realmente lo necesitas él estará", ha dicho Joe Green, ex compañero de Zuckerberg en Harvard y que comparte con Parker un proyecto caritativo de Facebook.

"Creo que la mejor manera de describirme es como un arquetipo de Loki. Como –el concepto del– 'héroe de las mil caras' de Joseph Campbell. Soy como Puck. Él no está tratando de causar daño sino más bien de retirar el velo que oculta lo convencional. Esto de ser un rebelde quedó muy claro con Napster. La cuestión era que el emperador –la industria discográfica– no tenía ropa. Todo esto probablemente suena muy pretencioso y narcisista", le confesó Parker a "Vanity Fair".

Como para reforzar su imagen de figura independiente y más allá de lo que opinen los demás, el año pasado Parker donó 100.000 dólares a una campaña dedicada a legalizar la marihuana en California.

¿Lo último de Sean? Además del fondo de inversión, Parker está interesado en entrar al Warner Music Group –¿el destructor vuelve a la industria discográfica por más?– y su presencia es ineludible como consejero e inversor en Spotify, un sitio de distribución de música que la está rompiendo entre los jóvenes de Europa.

La imagen de "Vanity Fair" muestra a un hombre de 30 y tantos años, impecablemente vestido, apoyado en el marco de un departamento cuidadosamente desordenado de Nueva York. Una de sus manos permanece en el bolsillo del pantalón, la otra, con los dedos extendidos apuntando al suelo. Parece un exitoso business man. El Arcano 23 del Tarot. Cualquier cosa menos un geek o un freak. O tan freak como puede serlo un dios recién devenido a la Tierra.


Publicado en diario "Río Negro"