Una fotografía de cómo quedó la calle paralela a la Comisaría después de las protestas
(Fuente: Salvador Miranda)
Algo horrible ha sucedido en mi pueblo. Puerto Natales, Patagonia, Chile.
Tres chicos fueron
atacados por una banda en la que había civiles y policías
(carabineros). Pero decir atacados es muy amplio. Lo que en verdad
ocurrió, es que un grupo de 6 a 9 personas (no hay un número exacto
todavía), entre las que se encontraban agentes de las fuerzas del
orden, los mismos que una vez juraron defender la vida de los
inocentes, se ensañó con tres jóvenes natalinos y los golpearon
hasta casi matarlos. Uno de ellos, para ser exactos, está en coma y
su estado es gravísimo. Los médicos ya han avisado a sus padres que
morirá en las próximas horas. Otro tiene heridas graves y pudo
haber fallecido de no tener una enorme suerte personal. El restante
logró escapar.
Estos son los
hechos. El sábado a la madrugada Gonzalo Muñoz (21), Víctor
Hernández (31) y Sady Galindo Soto (33) salieron del bar Slowly,
ubicado a 100 metros de la Plaza de Armas de Puerto Natales. Centro
de la localidad. Avanzaron apenas unos pasos por la calle Magallanes
hacia la Eberhard cuando dos automóviles pararon sorpresivamente a
su lado. De su interior salieron entre 6 y 9 personas. Dos de ellas
policías de civil que estaba en su día de descanso. De inmediato
los atacaron con palos, extintores que usaron como garrotes, golpes
de puño y piernas. Estaban borrachos. Alterados. Furiosos. Como
suele decirse, sedientos de sangre. Y la consiguieron.
Muñoz recibió
impactos durísimos que le provocaron fracturas en todo el cuerpo. Su
cráneo fue golpeado aparentemente con el extintor hasta perforarlo
numerosas veces. Ha trascendido que al llegar al hospital su
organismo sufría hemorragias múltiples y su cabeza se había
convertido en una materia porosa por donde fluía su sangre.
A Sady Galindo lo
golpearon con tal brutalidad que perdió la conciencia. Esto no
detuvo a los agresores quienes atentaron contra su humanidad. También
golpearon su cabeza y todo su cuerpo en donde tiene magulladuras y
heridas. Además le quebraron la mandíbula.
Hernández logró
huir no sin recibir una parte de la violencia desatada.
Durante las horas
siguientes, la noticia de esta agresión sin precedentes en una
comunidad conocida como una de las más pacíficas y de menor
delincuencia de Chile, solo corrió entre los familiares, amigos y
conocidos. Me informan que las autoridades de Carabineros no
entregaron un informe oficial de lo acontecido. Tampoco se escucharon
voces de parte de las autoridades de la Gobernación o el Municipio.
Un rotundo silencio de radio comenzó a hacerse sentir como un grito
sordo.
Alrededor de las 20
horas, más de 500 personas se reunieron afuera de la Segunda
Comisaría del pueblo. Justo donde trabajaban habitualmente dos de
los ex carabineros ahora acusados y detenidos por la Justicia local.
La gente comenzó a gritar: ¡Justicia! ¡Justicia! Durante largos
minutos hasta que el comisario de la institución, Alaín Valderarma,
salió hablar con ellos. Entre la gente estaban los padres de los
chicos agredidos. “Carabineros de Chile como institución estamos
adoptando el procedimiento de rigor tal cual como si fuere un
procedimiento que involucre a cualquier persona. No estamos haciendo
ningún tipo de deferencia, ni escondiendo información ni
protegiendo a nadie, como ha circulado en algunas redes sociales.
Nosotros somos los primeros interesados en tratar de dar con el
paradero de las personas que están vinculadas al hecho, recopilando
la mayor cantidad de antecedentes y medios de prueba para proceder
conforme a lo que establece la normativa legal vigente”, les
alcanzó a decir antes de que nuevos gritos lo interrumpieran
definitivamente. El ánimo no estaba para lecciones institucionales
cuando había dos vidas en peligro, internadas en hospitales de Punta
Arenas.
Los gritos se
transformaron en pedradas y después en el incendió de materiales y
de una camioneta. Entonces Carabineros de Chile, como en una ironía
o una cruel paradoja, reprimió a la gente de Puerto Natales que
lloraba y exclamaba por los suyos. Entre los manifestantes habían,
cuentan, más de 30 niños. Muchos de ellos en los hombros de sus
padres varones. Los gases lacrimógenos pudieron afectar gravemente a
esos infantes y solo un milagro impidió que no hubiera nuevas
víctimas que lamentar.
“Agradezco a la
gente, esto no puede pasar en Puerto Natales, yo como madre me siento
muy dolida por lo que está pasando, los carabineros tienen que dar
la cara y pagar por lo que hicieron no podemos quedarnos en la casa
sin hacer nada”, dijo afuera de la comisaría Regina Saldivia, mamá
de Hernández a un periodista local.
“Mi hijo perdió
la conciencia, le pegaron en la cabeza, le quebraron la mandíbula,
le rompieron el labio, en el cuerpo tiene tremendos golpes, le dieron
con un palo, está marcado de punta a punta, le dieron una feroz
paliza. Estuvieron a punto de matarlo. Los niños que lo salvaron
dijeron que son carabineros que andaban de civil, que andaban en su
día libre”, relató por su parte María Soto Gallardo, madre de
Sady Galindo Soto.
Los policías fueron
dados de baja. Por ahora permanecen en prisión preventiva. Este
miércoles serán formalizados por un tribunal de la zona. ¿Por qué
recién el miércoles? Porque la Justicia espera que se resuelva la
situación de Muñoz, el más joven de los agredidos.
“Los médicos me
dijeron que mi único hijo no va a sobrevivir”, declaró hace unas
horas Andrea del Campo, su madre.
Su deceso es
cuestión de horas, explicaron los facultativos. Se lo llevó la
locura y la furia de una banda. Por ahora solo hay dos identificados.
Quedan por conocerse los demás.
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