lunes, 17 de julio de 2017

¡Estamos todos bien en Bariloche!


Aquí estamos todos bien. Las estamos pasando bomba.
Sabelo. Kill Bill.
Explotó la caldera de la terminal de Buses. 300 tipos se pasaron de frío. Pero vino personal del municipio y entregó chocolate caliente por las molestias y las malas noticias.
El servicio de electricidad dejó de funcionar durante unas 30 a 35 horas. La Cooperativa de Electricidad de Bariloche no entregó nada a los vecinos. Justo cuando cantábamos victoria, otra vez, cerca de las 22, la electricidad derrapó. Mi hijo de 9 se hizo budista. Yo dejé de creer en dios.
En el aeropuerto de la ciudad 2500 personas, entre las que habría 300 brasileros o más, reclamaban por sus asientos perdidos el viernes...y estamos a ¡lunes!.
El temporal y el organigrama de las compañías aéreas los habían hecho desaparecer. Un pasajero me avisa: mientras nos decían que no había pasajes podías comprar uno por Booking e irte a la porra. El hizo algo parecido. Compró en otra aerolínea. Y partió.
Una agua vale 400 pesos aquí, exagera una señora. Una familia come dos boludeces y gasta 1000, me dice un hombre.
Ya no sé quien tiene menos razón. Si ellos y el sistema.
Las calles atestadas. Las veredas. Las plazas. Hay nieve y mucha más gente. Es el temporal del temporal. Pero está ok, súper ok, porque estamos re bien en la Cordillera.
La estructura cruje como un barco viejo. Quejarse en este momento, pues, es un pecado.
¿Sabés cuanto gasté?, me pregunta un empresario y se confiesa. Más de 20 mil y todavía no vio pasar su avión. Ahí viene. Hasta la vista. Si te vi no me acuerdo.
En Catedral tienen luz. En mi barrio no. Ah, si, ahora si, no, ahora no, ahora sí, ahora no.
Pero, sabes qué, no importa, no importa un carajo porque la estamos pasando todo súper bien.
Y como que no se cuenta. Como que no se relata. Lo choto.
Hay que contar lo cool que nos sentimos, now.
El brasilero denuncia, jamás volveré. Me lo dijo hoy una joven mujer. Pero se reía.
Es tan dulce la Patagonia. Esta vez nos traicionó.
En Catedral hay electricidad. Wiiii. En la cervecería cerveza y en casa ¿cómo andamos? Ah, no hay luz y ahora que me acuerdo tampoco cloacas.
Pero, sabes qué, no importa, nada importa, porque aquí estamos requetebienestamos.
Seguí así, seguí, me dice el profesional. Y me mandan saludos de otro capo.
Usted, señor, le ha hecho mucho daño a esta ciudad.
Relatar lo que está pasando cuando no está pasando, me oye bien, no está pasando y lo que usted vio no lo vio.
Sabes qué, tenés razón, porque acá, en Bariloche estamos todos más que bien.
Estamos genial.

domingo, 16 de julio de 2017

La información ya no vive aquí, se mudó

Ya nada está donde solía estar. O nos movimos o alguien cambió la estantería. Los medios tradicionales, pero sobre todo los diarios, tardaron mucho en darse cuenta de esto. Todavía a finales del 2007 el gerente periodístico del Río Negro me aseguraba que internet era una total exageración.
Una década después los diarios atraviesan la peor de sus crisis en el más dinámico de los escenarios comunicacionales. El problema es cómo insertarse en el baile y que encima te paguen por bailar.
Muchos creen que detrás los “diarios”, hay personajes que peinan canas y definen agendas con un timbre en la mano.
La realidad del proceso es menos tácita. Las “notas” requieren de “anotadores”. Todavía son muy necesarios los cronistas, aunque los medios tradicionales alientan la formación periodística editorial en la universidades. Cuando la verdad es que es el viejo oficio es el que puede sacarnos del atolladero. Sin historias no hay lectores. Como dijo Hernán Casciari en una entrevista reciente: “La gente nunca va a dejar de querer que le cuenten historias”.
Hace una semana un grupo de personas, entre las que había carabineros de Chile, atacó a cuatro jóvenes en Puerto Natales dejándolos heridos de gravedad. La primera entrevista a una testigo fue publicada en Facebook en el marco de un trabajo periodístico que hicimos con Salvador Miranda. El en Puerto Natales. Yo en Bariloche. Lo hicimos por afán de contar.
La serie de artículos, subrayando datos que los medios regionales y nacionales como La Prensa Austral, El Pinguino, El Mercurio, Televisión Nacional de Chile, omitían, obviaban o menos preciaban fueron publicados en nuestras cuentas.
El mismo día que nuestra entrevista marcaba más de 500 las ocasiones compártidas, el artículo principal de La Prensa Austral había sido compartido 52 veces. 10 veces menos y décadas de historia más a su espalda. El blog Suma Bobo, donde fueron reproducidos los artículos, superó en un día las 10 mil páginas leídas. Recibimos más de 400 comentarios. Hubo más de 1000 reacciones.
Y, esto es llamativo, una fuente irreprochable me comentó que un alto funcionario de Gobierno Nacional estaba siguiendo atentamente las información que entregamos en Facebook.
Un amigo periodista, bocho tecnoreportero, Andrés Stefani, me dice que la gente está donde está la data. Si. Y no también. La gente sigue acudiendo en masa a los medios tradicionales pero no siempre encuentra lo que busca.
Los periodistas estamos obligados a salir de nuestro circuito de confort (y en Chile se le dice confort al papel higiénico, una metáfora por demás ubicua en este momento) para “estar” donde surgen los hechos.
Una fogata, un relator, la noche, el silencio, los ojos abiertos. Todavía se repite la escena ancestral.
Hace unas horas me enteré de algo curioso. Un nuevo director asumió en el diario Río Negro. Un medio regional que en la última década perdió entre 15 y 20 mil compradores diarios. Todo lo que cosechó en internet lo dejó atrás en el papel. Sus victorias no son noticiosas sino un reflejo de la costumbre que empuja una marca de 100 y tantos años.
El diario vive de la pauta oficial de Neuquén y Río Negro, de algunas cadenas, de los clasificados pero ya no de sus lectores directos.
El nuevo director es brasilero. Después de tanto ir y venir y de contratar y despedir, el directorio de Río Negro descubrió en Brasil lo que no hay, para ellos, en la Argentina.
Entonces lo comenté a un amigo y editor. Entonces me dijo: Brasil, el boom brasilero comienza a tomar forma nuevamente (27 mil visitantes este año y partimos en 2011 con 5000), el gobernador Alberto Weretilneck y sus funcionarios visitan habitualmente San Pablo, la sociedad entre la provincia y el diario Río Negro es un secreto a voces. ¿No te hace pensar? Elaboré mi teoría e hice mi llamada a una alta fuente del gobierno. Silencio. Aquí estoy. ¿Podría haber un desembarco de capitales extranjeros en medios regionales?. Se concretaría así un viejo anhelo de algunos miembros del directorio del Río Negro: vender sus acciones a precio oro.
Acto seguido me entero de que la provincia y el diario Río Negro van a asociarse para que algunos de los periodistas del diario tengan sus propios programas en Canal 10. Que es como decir que el gobierno provincial les terminará abonando sus salarios. Pero, un momento, ¿no sucede eso ya? ¿No son pagados los salarios del Río Negro a través de la propaganda y publicidad oficial de la provincia, que usa las páginas papel para dar a conocer sus obras? ¿No hubo un acuerdo entre la provincia y el Instituto de las Artes (IUPA), propiedad de un miembro del directorio, tuviera un mayor presupuesto que alentara su ampliación hacia otras ciudades como Bariloche y Viedma? ¿No pesa esta rarísima situación en los contenidos?
Cuando un diario deja de depender de sus lectores para vivir y financiarse, ese mismo día comienza a dar señales de triste, solitario y final. Puede que el diario Río Negro todavía sea un negocio, pero ya no es una ventana a través de la cual observar la realidad. O si lo es, pero es una ventana de vidrios empañados.
Me encantaría saber qué piensa el ex director Julio Rajneri de todo esto. El hombre que hizo de la independencia un emblema durante cuatro décadas. Se rumorea que ahora apoya a un medio digital exclusivamente referencial a sus autores. Que es como decir que lo leen solo ellos.
Lo único cierto, es que la realidad y sus inquietudes, sus historias y sus bichos, sus trucos y sus excentricidades, están allí afuera. Donde nadie auspicia a nadie. Donde no hay sponsors.

miércoles, 12 de julio de 2017

Dedicado a Pac, Gonzalo Muñoz


Le dicen Pac. Gonzalo Muñoz del Campo tiene 22 años y lucha por su vida en la cama del hospital de Regional de Punta Arenas. Es un chico delgado, de rostro agradable, suave. Terminó allí porque quería proteger a sus amigos de la locura criminal de los otros. Porque no quiso irse a su casa cuando pudo. Un grupo de personas, entre ellos dos carabineros, lo atacaron con una ferocidad que pocas veces se ha registrado en Puerto Natales. Ocurrió a las 5,30 de la madrugada en calles céntricas del pueblo.
Tiene una banda de rock. Vanal. En youtube pueden escucharse las canciones de esta agrupación natalina. Hay discos completos.
Durante la temporada de verano lo vi trabajar en el Cormorán de las Rocas. Un restaurante en el que ceno habitualmente. Sigo la tradición de mi padre, Soy hombre restaurantes.
Siempre le elogié su estilo. Su onda. Su aro llamativo en el lóbulo izquierdo. La manera en que cultivaba su look gitano-pop. La ropa le quedaba ancha. Suelta. Usaba chaquetas delgadas. Rockers.
Como una rutina, le preguntaba si iba a ir después del trabajo al Slowly. Era educado. Respondía que probablemente. Nos dábamos la mano. Me caía bien. Su imagen estaba emparentada en mi mente con el sushi y el Happy Hour de Cosmopolitan del Cormorán. Caminaba ágil entre la cocina, el salón y la barra. Me llamaban la atención sus pasos firmes y largos. Porque Pac no es un hombrón. Es más bien pequeño. Eléctrico.
Me cuentan que atraviesa el peor momento de su existencia. Que los doctores vaticinan que morirá. Que sus padres aguardan. Que a pesar de todos los pronósticos su organismo revela alguna mejoría. No puedo afirmar si los cuerpos luchan. Tal vez la vida se empecina cuando hay alguien detrás que sabe sonreír.
Pac sonreía cálidamente. Sus calles eran las mías. Su bar el mío. Algunos de sus amigos, mis amigos.
En marzo se sentó junto a una mesa de los muchachos peso pesados. Estaba el escritor Hugo Vera Miranda, el periodista Guillermo Muñoz, el abogado Rafael Gaete y estaba yo. Entonces apareció Pac y Vera miranda lo invitó a sentarse. Mordió una cerveza con nosotros. Le pregunté si tocaba la guitarra. Si en verdad tenía sangre gitana. Elogié una vez más su look. Después partimos hacia donde todos partes ciertas noches extrañas.
Pac se quedó. Entre camaradas, entre primos, entre vecinos. Que es como todos nos sentimos en el Slowly.
Apenas unas madrugadas antes, yo mismo andaba por las calles vacías de Puerto Natales. Era el final del verano y mi cuerda desafinaba. Pero reconocía la belleza del pueblo. Sus cielos infinitos. Las luces que explotan sobre las veredas. Y todo parece futurista e irreal. Es que somos viajantes de un tiempo que aun no ha sido construido.
Amo las madrugadas de Puerto Natales. Los tirapiedras los amamos.
Pac andaba en eso cuando se encontró con la furia, la sangre y la locura. No tenía porqué ser.
Entonces mi rabia y mi impotencia. Entonces hago lo único que sé hacer profesionalmente y como persona. Lo haré por él. Contar lo que ocurrió. Hasta el final.

Violencia y locura en Puerto Natales IV: amenazas, críticas, desmentidas y la verdad

En algún momento hacer periodismo se volvió glamoroso, fiestero. Fue un afán. Un gesto que duró una década. Después vino el achique estructural, después internet y aquí estamos. Como turcos en la neblina.
Mucho se perdió en el camino. Ayer una persona comentó al pie de la investigación que hice sobre el caso de los muchachos atacados por carabineros en Puerto Natales, que no quería leer nada porque no habíamos estado allí, que era puro “celular”. Palabras más o menos. Le respondí que tampoco estuve en China pero que sé que existe. Los periodista estamos para retratar realidades de las cuales no tenemos conocimiento de primera mano. Tampoco los jueces las tienen y juzgan.
Para quienes no lo sepan, el periodismo es un oficio que siempre significó trabajo. Esfuerzo. Voluntad. Temple frente a situaciones que otros no querrían vivir.
En 25 años de oficio he dormido en la calle, entrevistado estrellas y linyeras, santos y criminales. Solo para empezar. Y lo conté.
En los 90, durante el gobierno de Carlos Menem en la Argentina, se instaló una forma de hacer periodismo que parecía construida desde la mesa de un cóctel. Digo, parecía. Era una imagen. El buen periodismo siempre molesta a alguien. No es gacetillero. No asiste o no tiene porqué asistir a convites que no tienen un propósito informativo.
Hace unos días una empresa multinacional me invitó a un encuentro de periodistas a beber y charlar. No asistí. Poco después esa misma empresa reclamó por un artículo mío en la cual veía perjudicada su imagen y presionó para que saliera de circulación. Dos estudiantes de periodismo, grupos ecológicos, entre otros, me llamaron para preguntarme qué había sucedido. Por sus propios medios subieron la nota. El caso ya es objeto de una tesis universitaria.
Nuestro trabajo no es agradar sino revelar datos que están ahí afuera. A veces hacen reir a unos y llorar a otros pero es ocasional. Los papeles se intercambian.
Si las personas quieren negar la realidad, la niegan. Pero los hechos son los hechos.
Hace dos días adelanté en un artículo publicado acá mismo que estaba detenido un guardia de seguridad por haber atacado a los cuatro chicos natalinos. La novia amenazó con demandarme porque dijo que no era cierto. Aunque lo era. Su pareja está hoy en prisión preventiva. Esa misma persona me reclamaba que fuera profesional y que me informara “mejor”. Por lo visto mi información era “mejor” que la que le ofrecía su propio compañero.
El periodismo es buscar y mostrar. Entrevistar y analizar. Proyectar. Cruzar datos. Componer escenas que no resultan tan claras. Si alguien piensa que todo eso no lleva tiempo y que puede hacerse mientras se mira un partido de fútbol está muy pero muy equivocado.
Los medios regionales de Punta Arenas y Puerto Natales, ofrecieron una magra información sobre los hechos que ocurrieron el sábado 8 de julio durante los cuales, literalmente, dos ex carabineros y otra persona, los identificados hasta ahora porque hay más, intentaron asesinar a cuatro chicos. Todos ellos gente de barrio, trabajadores.
El cuerpo de carabineros tiene una deuda profunda con la sociedad de Puerto Natales y los periodistas locales también.
Lo que ocurrió esa noche solo fue relatado por testigos a la Policía de Investigaciones y ningún medio regional lo entregó en su versión completa. Solo hay una nota en la que habló un testigo y esa corresponde a lo publicado por mi persona y Salvador Miranda en nuestras cuentas de Facebook. Allí están los hechos y nada más que los hechos.
Hicimos periodismo, nos amenazaron, molestamos, nos criticaron, nos odiaron.

Somos periodistas. Para servirles.  

martes, 11 de julio de 2017

Violencia y locura en Puerto Natales III: testimonios, lo que ocurrió, lo que se sospecha y más implicados


Estas no son preguntas al azar. Se trata de hipótesis puestas sobre el tablero de los hechos.
¿Qué ocurrió la madrugada del sábado 8 de julio en Puerto Natales? Muchos de aquellos que no dejan de preguntar “por qué”, como si en el “por qué” hubiera alguna explicación razonable ante tanta violencia, puede que encuentren en estas líneas una especie de alivio. Un calmante para su morbo.
El sábado 8 de julio, Gonzalo Muñoz (21), Víctor Hernández (31) y Sady Galindo Soto (33) y Héctor Almonacid salieron alrededor de las 5 AM del bar Slowly. Salvo Muñoz, todos habían bebido. Abandonaron el lugar del modo en que este mismo cronista lo ha hecho en numerosas oportunidades. No amerita ningún otro comentario.
Según testigos presenciales que ya ofrecieron su versión en la Policía de Investigaciones y que charlaron con este periodista, los cuatro anduvieron unos 200 metros y, sobre calle Bulnes, Hernández se dirigió hacia una pareja que estaba junto a un vehículo estacionado.
Eran el ahora ex carabinero Miguel Delgado Velásquez y del ex guardia seguridad, Sebastián Cáseres. Este último brindó su testimonio ayer en la PDI y quedó en libertad por unas horas. Hoy por la mañana fue detenido después de que dos grupos de testigos lo ubicaran en el lugar en que se produjeron las dos peleas.
Una persona de la que no daré datos, amenazó a quien escribe estas líneas, hace unas horas con demandar por haber mencionado el nombre de su pareja -Cáseres- en el anterior artículo en esta cuenta. Le fue explicado que estamos abiertos a una entrevista y que su situación es muy comprometida
Después de una discusión comenzaron los golpes. Lo insólito es la furia y la intensidad del ataque. Usaron palos y una botella con la que le dieron en la cabeza a Galindo Soto. Además le fracturaron la mandíbula. Fuentes me indican que hoy fue operado. Hernández y Almonacid recibieron su parte.
Muñoz se salvó momentáneamente.
¿Qué le preguntó a las 5 AM Hernández a Cáseres y Delgado Velásquez? ¿Le habrá consultado sobre el clima? ¿Fue una pregunta acerca del sentido de la vida? ¿Su signo zodiacal? Por supuesto, estas preguntas suenan ridículas pero tienen un propósito: es claro que estas no fueron las dudas que le llevó Hernández al ex carabinero. Los testigos con los que charlamos se hacen los mismos cuestionamientos. Los encargados de la investigación también deberán hacérselas y si no actuaron todavía, tendrían que haber allanado las casas de los tres detenido en la búsqueda de elementos ilegales. La lógica de los acontecimientos es palmaria. La pregunta en cuestión no justifica la violencia y de ningún modo inculpa a Hernández de nada.
Una persona que ha bebido se dirige a otra a quien conoce y que está a las 5 AM (no 5 de la tarde) acomodada tranquilamente en su vehículo. ¿Haciendo qué? ¿Esperando a que alguien le pregunte por su signo o por la temperatura ambiente?. No.
La pelea esquilmó a los cuatro agredidos. No se lo esperaban. No se lo vieron venir y esto también queda establecido en el testimonial de quienes lo observaron todo aquella noche. La agresión fue unidireccional. Le decimos pelea cuando en verdad fue un ataque.
Cáseres y Delgado Velásquez comenzaron a mandar mensajes de texto. En ellos, según pudieron observar los testigos, llamaban a otras personas para que se sumaran a la paliza: ya mismo, en ese momento. ¿A quién podían llamar un guardia de seguridad y un carabinero? ¿A su tía? ¿A un abuelo en silla de ruedas? Nuevamente usamos imágenes falaces para reflejar lo imposible. Un carabinero y un guardia de seguridad, personas entrenadas para la acción física y con armas, solo pueden haber llamado a otros como ellos: más carabineros, más agentes de seguridad. Muy probable. ¿Han sido localizados ya?
Testigos posteriores hablan de la intervención de dos automóviles. Dos personas en uno y entre dos y cuatro en el otro. Seis contra tres personas heridas de gravedad.
Después del primer ataque Muñoz, Hernández y Galindo Soto caminaron desde Bulnes con Magallanes hacia la calle Eberhard. Metros. Iban heridos. Golpeados. Sangraban. Almonacid fue llevado por otra persona hacia la costanera y salvó su vida. Por los impactos perdió dos dientes.
Esta vez dos automóviles los encerraron y la andanada fue dramática. Del segundo grupo participó el ex carabinero Pedro Loncuante. Insistimos: ¿Había otros de la fuerza como él?
Fuentes vecinales me indican que la formación que reciben los carabineros, el espíritu de cuerpo que los acompaña se condice con el uso de la fuerza. Con la violencia. ¿Es cierto que los preparan para atacar en lugar de defender y servir como reza su escudo?
El proceso judicial debe incluir el agravamiento de los hechos por tratarse de personas preparadas para utilizar la violencia.

lunes, 10 de julio de 2017

Violencia y locura en Puerto Natales II: hablan los testigos y revelamos las hipótesis más fuertes del caso

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Por Juan Salvador Miranda Vios / Claudio Andrade
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Sobre el horror, el horror. Y sobre la violencia más violencia.
El sábado a la madrugada no hubo una pelea sino dos. Dos trifulcas, dos enfrentamientos en desigualdad de condiciones, arteros, uno más sangriento y desmedido que el otro. La diferencia entre ambos fue de 30 minutos y, según testigos, existen elementos para suponer que hay otros carabineros involucrados, además de los dos que ya se encuentran en prisión preventiva: los ex cabos segundo Pedro Loncuante Loncuante y Miguel Delgado Velásquez.
Conversamos con un testigo directo de los hechos, que por motivos de seguridad debe mantener en reserva su identidad. La madrugada del sábado 8 de julio, cuatro personas salieron del bar Slowy y caminaron por la calle Magallanes hacia Bulnes. Se trataba de Gonzalo Muñoz (21), Víctor Hernández (31) y Sady Galindo Soto (33) y una cuarta persona Héctor Almonacid. Excepto Muñoz todos se encontraban bebidos o con copas demás en el cuerpo. Su andar los delataba.
Sobre la calle Bulnes permanecían acomodados junto a un automóvil el ex policía Delgado y un ex guardia de seguridad, Sebastián Cáceres (quien ahora está detenido). Estaban sobrios y en pleno goce de sus facultades. Siguiendo el relato, Hernández se acercó a ellos y pasados unos segundos se inició una discusión. Hernández no realizó ninguna acción física en contra del ex carabinero y el ex guardia. Apenas levantó la voz. Estos atacaron de sorpresa y con inusual ferocidad a tres de los cuatros jóvenes. La agresión fue tan inesperada como salvaje. Los golpearon con palos, una botella y usaron sus piernas y puños. Con la botella impactaron sobre la cabeza de Sady Galindo. Con los palos le volaron dos dientes a Almonacid. Hernández también recibió golpes. Muñoz quedó a un costado en shock.
Un grupo intervino para detener la paliza.
Les recriminaron su brutalidad. Los reconocieron de inmediato. Los apuntaron. Uno era carabinero de civil, el otro un guardia de una disco. Mientras tanto, ambos enviaban y recibían apresurados mensajes con sus celulares llamando casi con total seguridad a otros “carabineros” para que los apoyen en ese momento. En un árbol, asustado, conmocionado pero sin golpes evidentes, estaba Muñoz. Hasta ese momento no exhibía ningún rasguño.
El joven anónimo sangraba de la boca, el cuerpo y la cabeza. Lo mismo ocurría con Galindo Soto que había recibido una golpiza y tenía una profunda herida en su cabeza de la que no paraba de manar sangre en grandes cantidades. Los testigos se llevaron a Almonacid hacia la costanera, donde le lavaron las heridas y hasta donde podemos suponer le salvaron la vida.
Antes de partir le aconsejaron a Muñoz que se marchara a su casa porque entendían que los policías tenían la decisión de continuar la pelea. Muñoz les respondió que “eran sus amigos” y que no los podía dejar solos. “Quería protegerlos”. Los tres partieron hacia la calle Eberhard. Mientras tanto los ex agentes se marcharon en su automóvil con la intención de buscar más personas para atacar de nuevo.
Hasta aquí el relato del testigo. Hay un segundo grupo de testigos que también brindó su versión de los hechos a la Policía de Investigaciones.
Lo que ocurrió después está reconstruido a partir del relato de esos testimonios que han trascendido en los medios locales o que han sido planteados por los propios padres de los afectados. Nosotros charlamos con vecinos del barrio: confirman que escucharon dos frenadas de neumáticos una a las 5 y otra alrededor de las 5,30 coincidiendo con el relato del primer testigo.
Entre el Slowly y la intersección de Magallanes con Eberhard hay apenas cuatro minutos. Los cronometramos. Entendemos que todo el conflicto se desarrolló a gran velocidad. Hay voces que nos indican que los ex policías son especialmente conocidos en las calles por “creerse alguaciles del pueblo”. “Hay rencor, algo más que los impulsa”, nos dijeron. “A Natales envía pacos psicópatas”, se escucha en la calle. El diálogo entre Hernández y los ex policías no habría sido casual. Nos explican fuentes que los carabineros podrían haberse dedicado a vender sustancias ilegales y que en su ebriedad Hernández quiso procurarse alguna. Es una teoría. Una hipótesis que no debería ser descartada. Desconocemos si han sido allanadas las casas de los detenidos.
Los mensajes enviados por los atacantes habrían convocado a otros policías que todavía no fueron identificados y que llegaron hacia la zona de Magallanes con Eberhard minutos después del primer enfrentamiento. En esta ocasión de dos vehículos se bajaron al menos 6 personas y atacaron con total impunidad a los jóvenes que estaban borrachos y malheridos. Sady Galindo estaba prácticamente inconsciente. Ahora sí atentaron contra Muñoz. Lo golpearon con especial saña por tratarse de una persona muy delgada y frágil. Usaron palos y un extintor con el que le impactaron en reiteradas ocasiones en la cabeza.
Los golpes le generaron numerosas hemorragias internas del cuerpo. Su cabeza fue perforada por el elemento contundente al punto que su cráneo se rompió en varios pedazos.
El hecho de que la participación de miembros de la fuerza haya sido mayor a la que se informó, explicaría en parte porque desde la institución tardaron tantas horas en expresarse de modo oficial.
¿Un gesto de encubrimiento? Puede ser.
Es otra hipótesis que crece en la calle a medida que pasan las horas.

domingo, 9 de julio de 2017

Tres jóvenes atacados ferozmente por policías de civil en el pueblo más pacífico de Chile



Una fotografía de cómo quedó la calle paralela a la Comisaría después de las protestas 
(Fuente: Salvador Miranda)

Algo horrible ha sucedido en mi pueblo. Puerto Natales, Patagonia, Chile.
Tres chicos fueron atacados por una banda en la que había civiles y policías (carabineros). Pero decir atacados es muy amplio. Lo que en verdad ocurrió, es que un grupo de 6 a 9 personas (no hay un número exacto todavía), entre las que se encontraban agentes de las fuerzas del orden, los mismos que una vez juraron defender la vida de los inocentes, se ensañó con tres jóvenes natalinos y los golpearon hasta casi matarlos. Uno de ellos, para ser exactos, está en coma y su estado es gravísimo. Los médicos ya han avisado a sus padres que morirá en las próximas horas. Otro tiene heridas graves y pudo haber fallecido de no tener una enorme suerte personal. El restante logró escapar.
Estos son los hechos. El sábado a la madrugada Gonzalo Muñoz (21), Víctor Hernández (31) y Sady Galindo Soto (33) salieron del bar Slowly, ubicado a 100 metros de la Plaza de Armas de Puerto Natales. Centro de la localidad. Avanzaron apenas unos pasos por la calle Magallanes hacia la Eberhard cuando dos automóviles pararon sorpresivamente a su lado. De su interior salieron entre 6 y 9 personas. Dos de ellas policías de civil que estaba en su día de descanso. De inmediato los atacaron con palos, extintores que usaron como garrotes, golpes de puño y piernas. Estaban borrachos. Alterados. Furiosos. Como suele decirse, sedientos de sangre. Y la consiguieron.
Muñoz recibió impactos durísimos que le provocaron fracturas en todo el cuerpo. Su cráneo fue golpeado aparentemente con el extintor hasta perforarlo numerosas veces. Ha trascendido que al llegar al hospital su organismo sufría hemorragias múltiples y su cabeza se había convertido en una materia porosa por donde fluía su sangre.
A Sady Galindo lo golpearon con tal brutalidad que perdió la conciencia. Esto no detuvo a los agresores quienes atentaron contra su humanidad. También golpearon su cabeza y todo su cuerpo en donde tiene magulladuras y heridas. Además le quebraron la mandíbula.
Hernández logró huir no sin recibir una parte de la violencia desatada.
Durante las horas siguientes, la noticia de esta agresión sin precedentes en una comunidad conocida como una de las más pacíficas y de menor delincuencia de Chile, solo corrió entre los familiares, amigos y conocidos. Me informan que las autoridades de Carabineros no entregaron un informe oficial de lo acontecido. Tampoco se escucharon voces de parte de las autoridades de la Gobernación o el Municipio. Un rotundo silencio de radio comenzó a hacerse sentir como un grito sordo.
Alrededor de las 20 horas, más de 500 personas se reunieron afuera de la Segunda Comisaría del pueblo. Justo donde trabajaban habitualmente dos de los ex carabineros ahora acusados y detenidos por la Justicia local. La gente comenzó a gritar: ¡Justicia! ¡Justicia! Durante largos minutos hasta que el comisario de la institución, Alaín Valderarma, salió hablar con ellos. Entre la gente estaban los padres de los chicos agredidos. “Carabineros de Chile como institución estamos adoptando el procedimiento de rigor tal cual como si fuere un procedimiento que involucre a cualquier persona. No estamos haciendo ningún tipo de deferencia, ni escondiendo información ni protegiendo a nadie, como ha circulado en algunas redes sociales. Nosotros somos los primeros interesados en tratar de dar con el paradero de las personas que están vinculadas al hecho, recopilando la mayor cantidad de antecedentes y medios de prueba para proceder conforme a lo que establece la normativa legal vigente”, les alcanzó a decir antes de que nuevos gritos lo interrumpieran definitivamente. El ánimo no estaba para lecciones institucionales cuando había dos vidas en peligro, internadas en hospitales de Punta Arenas.
Los gritos se transformaron en pedradas y después en el incendió de materiales y de una camioneta. Entonces Carabineros de Chile, como en una ironía o una cruel paradoja, reprimió a la gente de Puerto Natales que lloraba y exclamaba por los suyos. Entre los manifestantes habían, cuentan, más de 30 niños. Muchos de ellos en los hombros de sus padres varones. Los gases lacrimógenos pudieron afectar gravemente a esos infantes y solo un milagro impidió que no hubiera nuevas víctimas que lamentar.
“Agradezco a la gente, esto no puede pasar en Puerto Natales, yo como madre me siento muy dolida por lo que está pasando, los carabineros tienen que dar la cara y pagar por lo que hicieron no podemos quedarnos en la casa sin hacer nada”, dijo afuera de la comisaría Regina Saldivia, mamá de Hernández a un periodista local.
“Mi hijo perdió la conciencia, le pegaron en la cabeza, le quebraron la mandíbula, le rompieron el labio, en el cuerpo tiene tremendos golpes, le dieron con un palo, está marcado de punta a punta, le dieron una feroz paliza. Estuvieron a punto de matarlo. Los niños que lo salvaron dijeron que son carabineros que andaban de civil, que andaban en su día libre”, relató por su parte María Soto Gallardo, madre de Sady Galindo Soto.
Los policías fueron dados de baja. Por ahora permanecen en prisión preventiva. Este miércoles serán formalizados por un tribunal de la zona. ¿Por qué recién el miércoles? Porque la Justicia espera que se resuelva la situación de Muñoz, el más joven de los agredidos.
“Los médicos me dijeron que mi único hijo no va a sobrevivir”, declaró hace unas horas Andrea del Campo, su madre.
Su deceso es cuestión de horas, explicaron los facultativos. Se lo llevó la locura y la furia de una banda. Por ahora solo hay dos identificados. Quedan por conocerse los demás.

Adiós al video del Cruce



El cartel es inapelable: “Venta total por cierre”. El mensaje no deja espacio para objeciones. El Video Club del Cruce de Bariloche (Avenida Pioneros al 8000) cerrará sus puertas después de muchos años de ofrecer películas de los más variados géneros.
Entiendo que se terminó volviendo famoso por la alegría de quienes lo atendían y porque al final del pasillo, pasando los estrenos y el cementario del mainstream de todos los tiempos, estaban las secciones “raras”, los bichos de otro planeta, el submundos introvertidos de la cinematografía mundial. Se conseguía, por ejemplo, cine italiano, español, alemán, danés, francés. Podías alquilar “Reconstrucción de un amor”, la hermosa película danesa de Christoffer Boe, “El Anticristo”, de Lars von Trier, y la muy entretenida “Reykjavík-Rotterdam” de Óskar Jónasson, versión original de la que luego Hollywood llamaría “Contrabando” con Mark Wahlberg. Bueno, pueden hacerse una idea de las flores que se cultivaban en el patio trasero de este santuario de las películas.
En el subsuelo, literalmente hablando, estaban las de chicos. Cientos.
Pero, como dicen por ahí, todo lo bueno se esfuma. El Video Club del Cruce se va como ya lo han hecho algunos de nuestros maestros, viejos amigos, actores de siempre, músicos de toda la vida y hasta gente que “nunca se había muerto antes”. Partieron Prince y Michael Jackson. Philip Seymour Hoffman y David Carradine. Los tiempos cambian.
Una vez, hace miles de años, pensamos que sería la televisión la que desplazaría al cine y especialmente a los videos, pero fue Netflix el dulce verdugo de una cultura: la de ir al video a buscar nuestros propios títulos bajo el poder de nuestra propia mano. Muchos films ahora esperan su turno en la memoria todopoderosa de los servidores. Con eso basta. No creo que sobre -si no no se explica el universo pirata- pero marca una tendencia sin retorno.
Dejaremos de pujar, con otras tantas almas desesperadas, por el estreno de los viernes. Adiós DVD también. Es raro anunciar tantas pero tantas veces que las cosas se transformarán en breve y que cuando finalmente sucede nos sorprenda un poco. Como si habláramos de leyendas, de mitos que alguien más, no nosotros, inventó. En 5 años no habrá diarios. En 10 años. En 2 años. Un día ocurre. Sucederá. ¿Entonces? Entonces nos habremos olvidados del cliché. Desde este lunes o antes, no habrá más video en el Cruce.
No están desapareciendo los contenidos sino la forma en que los adquirimos. Y mientras escribo esto me siento un poco naif. Algo inocente. También están cambiando los contenidos. Ya no vemos las mismas películas, ni escuchamos la misma música. No nos gustan los mismos estilos. Esos mares tampoco nos pertenecen del todo.
En los 40 y los 50 el jazz era la música perfecta para amenizar una fiesta. Quien lo diría, ¿no?.
Alcancé a comprar un par de películas no demasiado conocidas. Una es una versión cinematográfica de “Cimbelino” con Ed Harris. La vi ayer. Bastante bien. La otra, la otra….una historia de amor, donde hay una piba muy dulce y un cantante y ella tiene al hermano en coma ¿cómo era que se llamaba?.

jueves, 6 de julio de 2017

La selección chilena de fútbol desde una perspectiva económica (o porqué llegaron a cuatro finales)

La llegada de Chile a la final de la Copa Confederaciones es una cuestión económica. Es la misma que sustenta las última tres finales que disputó. 
Detrás del acontencer de los países -y diré acontecer y no desarrollo- hay conducta preconcebidas. Hay fórmulas mentales. Hay receptáculos en los que conviven emociones con razones, con deseos con miedos. Quisieramos que no pero estos sistemas terminan gobernando nuestras acciones conjuntas. Nacionales. En nuestra vida. En nuestra economía. En nuestra política social. Gobiernan incluso a nuestras selecciones de fútbol.
En su libro “Hacer negocios con palabras”, el pensador Arjun Appadurai, recuerda, subraya y vuelve a subrayar, las conductas preformartivas que dominan las decisiones en el mundo financiero. Los ejecutivos de las principales firmas que comercian con bonos y acciones se llaman a sí mismos “Master of the Universe”. Porque, en verdad, comandan los destinos del planeta. ¿Por qué los brokers toman decisiones extremas? ¿De dónde nacen el afán de lucro y la vocación por la incertidumbre y el riesgo? ¿Por qué ambos, sueltas las cadenas, pudieron llevar al abismo a la economía norteamericana en 2007-2008? Bueno, no es casual. Es causal. 
Las decisiones basadas en la amalgama de pensamientos históricos, sentimientos, terrores y ambiciones propias de una ¿cultura? ¿civilización? (por ahí anda la cosa) se solidifican en estructuras preformativas. Hacemos lo que hicimos porque lo hicimos porque, hasta ciertas estatura del imaginario colectivo, suponemos que eso es lo que nos designa y nos resulta natural. Que no seríamos si no fuéramos eso que somos. Que nuestra naturaleza es: “algo”, “esto”. Como cuando decimos los argentinos son nostálgicos y los chilenos ladrones (en la terminal de buses de Osorno, por ejemplo, le advierten a los pasajeros de los colectivos que van y vienen de la Argentina, que tengan cuidado al bajar porque es “peligroso” y pueden “robarles”, reforzando la mitología a la que aludo). 
El juego de Chile respondió por décadas a un pensamiento primario y fundamental que excedía con mucho la lógica del juego: Chile era un país que no podía. No podía qué. Nada. No podía. Después de 23 años de gobierno militar, el país, pudo. Le dijo NO a un gobierno que auguraba las peores tormentas si no se confirmaba su continuidad. Entonces todo cambió. Se negó al gobierno que nos “enseñó” que la austeridad es la semilla del progreso (austeridad como un eufemismo de pobreza, se entiende). Por eso todos los salarios de los trabajadores se volvieron todavía más apretados que cuando el gobierno Popular de Salvador Allende, y la flexibilización se convirtió en un mantra empresarial. Excepto para los trabajos militares. Bien remunerados y bien sólidos. Con jubilaciones a los 45 años. Hoy también.
Aquel fue el gobierno que nos repitió hasta el hartazgo que el “desorden” del gobierno socialista y no la CIA --cuando fue la CIA tal como lo reveló la propia CIA hace no mucho--, fue lo que hizo imprescindible “poner orden” (y eso que los chilenos somos cualquier cosa menos desordenados).
Pero fue No y Chile pudo. Las siguientes tres décadas el país pudo democratizar el derecho a la vivienda. Las clases medias y bajas con muy poco pueden hoy tener un hogar. Una medida nada austera que ayudó a reactivar la economía. Pudo abrir el acceso gratuito a la salud (a través del FONASA) y la reinversión en la agotada estructura sanitaria. Un punto que no puede adjudicarse la Democracia Cristiana ni el Comunismo chilenos sino un gobierno de derecha como el de Sebastián Piñera (así de contradictoria y rara es la política social trasandina). La presidenta Michelle Bachelet acentuó el proceso llevando el gasto anual del sector a los 11.000 millones de dólares anuales. Y bajo su administración llegó la educación universitaria gratuita. La misma que aparentemente quiere sacar Piñera de ganar. (Quién los entiende)
Volviendo al fútbol. Entre 1997 y 1998, Chile tuvo a algunos de los mejores jugadores de su historia. Marcelo Salas, Iván Zamorano, adelante; Pedro Reyes y Javier Margas, atrás. Zamorano venía de la pobreza extrema y su primera entrevista en televisión se la dio a Pedro Carcuro con una campera de cuero prestada. Pero Margas era hijo de un empresario y no necesitaba salvarse con el fútbol. Chile hizo un buen papel en Francia 98. Apenas eso. Algo faltó. 
Las conducta preformativas estaban allí. Había talento y ambición y sueños, pero ese “algo” impedía el crecimiento. Hizo falta la presencia de un “Loco” para cambiar la historia. Toda esta línea es literal. Marcelo Bielsa es el loco que trajo consigo una nueva forma de entender la realidad, de concebirla, y cambió el orden y cambió los resultados. Los cálculos le dieron distinto. Su visión era, en definitiva, una visión economisista sobre el deporte. Qué es la economía en términos clásicos: la administración de los recursos escasos. Para cuando Bielsa llegó, Salas estaba en el final de su carrera. Los recursos del “Loco” eran mínimos, pero los administró bien. Incertó una idea en una generación: se puede atacar. Porque atacar y jugar, es más importante que ganar. Primero hay que atacar. Dominar. Asfixiar. Ganar vendría a ser una consecuencia. Una beneficio colateral. Como los chilenos siempre perdieron a todo, el proyecto de perder atacando les alegró el día. Es un acto poético para una nación que ama la poesía. 
Paralelamente, Chile, donde solo se consumía una manzana pequeña y un poco amarga, y se bebía vino pipeño, rico pero no superlativo, se reveló como uno de los principales productores de vinos y manzanas en el mundo, amparado en una política de calidad media y precios bajos. La fórmula del éxito siempre estuvo en su folclore pero pasaron muchos años antes de que las nuevas generaciones de empresarias pudieran verlo. El precio internacional del cobre sirvió como base. Piedra angular de una economía breve en un pueblo que tiene la más baja tasa de natalidad de Latinoamérica. Base indiscutible de mucho de lo que se traduce en inversión pública (y esto no quiere decir que las políticas públicas sobre las regalías del cobre merezcan un diploma). 
Las victorias de Bielsa trajeron anunciantes que nunca antes acompañaron a la selección. El público comenzó a llenar estadios. El equipo descubrió que había un horizonte: gloria, quizás, plata, muy probablemente.
Ninguno de los jugadores de la selección chilena actual hubieran podido trascender en un país sin empuje económico, sin pretenciones de distribuir la riqueza, sin escuelas con perspectiva de modernidad y sin salud con un mínimo de higiene. Todo esto es lo que posee Alemania, sumado a su pasión por el fútbol. Esto explica también su éxito programático. No es tan solo un problema de método futbolístico. Es un emergente de un escenario cultural. No todo país rico juega necesariamente bien a la pelota. Si no le interesa a su gente no lo hará. 
La mayoría de los jugadores chilenos proviene de hogares humildes pero ni remotamente tan miserables como los hogares que exhibió como estadísticas el Chile de los 50, los 60, los 70 y especialmente los 80. La diferencia es clara: en los 80 se profundizaron las políticas públicas de cuidado infantil. La mayoría o el total de las familias pobres podía y pueden contar con que sus hijos se alimentarán en las escuelas públicas y recibirán asistencia social. 
Eso es histórico. Eso complementa el enorme espíritu de Arturo Vidal, criado por una madre soltera como un rey, como un ganador. Ese es el tipo que traba pelotas con la cabeza. 
El imaginario global, el comercio desentralizado, los pasajes baratos en avión y el boom estratoférico del fútbol hicieron el resto. Lo que vimos el domingo no fue un Chile contra Alemania en términos puros, fue un Europa contra Europa. Es el Viejo Continente el que importa jugadores para formarlos y dotarlos de una estructura física y una disciplima mental que los haga competitivos. Que los vuelva productos de elite. Comercializables. 
Pero la idea de que como equipo, un país como Chile pueda derrotar a un gigante como Alemania, eso viene de un cambio de paradigma. De reinventar el camino.

Las botas Florentino

Florentino Huilcapan tiene puestas unas relucientes botas militares. Brillan como diamantes negros en medio de la nieve que cubre a Mamuel Choique. Apenas 60 familias viven en esta localidad que lleva el nombre de una planta de la estepa patagónica. Mamuel Choique. 
Se lo hacemos notar. Lindas botas. Y Florentino balancea sus zapatotes de adentro hacia afuera como un niño. Es un hombre grueso. Morocho. Fuerte. Las botas le van bien. Es administrativo de la Comisión de Fomento del pueblo. Los periodistas lo agarran justo cuando está por terminar unas cuentas e irse a almorzar. Pero no se preocupen. No lo corre el tiempo. En casa no lo esperan ni mujer ni hijos. No tuvo ninguno de los dos. Vive solo. 
Las botas. Hace 5 años que las tenía guardadas en una caja. Las pago 100 pesos a uno que pasó por ahí. Las tempestades que este año atacaron la Región Sur de Río Negro, le dieron la oportunidad perfecta para sacarlas de donde las había escondido. Tenían un poco de polvo, explica. Por lo demás lucen nuevas. Las compró, entonces, en 2011. O antes, quizás. Un gaucho las vio y quedó enamorado de las botas. Se las quiso canjear por una chiva vieja. Si, dice, una chiva vieja. Vieja la chiva, no más. 
 Ahora, sin chiva pero con sus botas recorre las pocas cuadras que distancian la Comisión de Fomento de su hogar. Hay que arreglarse, cuenta. Esto es la administración. Llevar los números. Atender a la gente. Llevar y traer papeles. Sumar y restar sobre los escasos gastos que permite el presupuesto de la Comisión de Mamuel Choique. Antes se ocupaba en el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, pero desde que cambió el gobierno, ya nadie le contesta el teléfono. Primero nos dijeron si, que sí, que sí, que vamos a hacer esto, que estamos llegando, lo otro. Llamábamos y siempre lo mismo. Ahora en el INAI ni contestan. No hay quien responda. No es una metáfora. No responden, indica. No, no responden.
Sacar a florear sus botas es lo mejor del crudo invierno. Por estos lados, no pasan cosas buenas. Tampoco tan malas. Estamos solos. Todo queda recontralejos. Viedma, la capital de la provincia. Bariloche, la capital turística. 700 kilómetros pa un lao. 200 pal otro. Todo, lejos. Tan solos. 
La ruta 6 que comunica el pueblo con el resto del mundo se la pasa cortada este invierno. Acá no pasa nada. Ni bueno ni tan malo. Camiones, se quedan tirados en la ruta. Camionetas, tiradas. El tren podría pasar y no pasa. Cuando en el 93 se terminó el tren, dejó de importar Mamuel Choique. 60 familias resistieron. El resto se fue. Se quedaron porque acá está su casa. Porque algo hay. Porque tienen sus chivas, sus ovejas, dice. Porque acá es tranquilo. Pero es feo saber que el tren no pasará. Y los políticos repiten y repiten el cantito. Ellos harán volver el tren. Con el tren volverá el progreso. Sin el tren no importa. El camino es malo. Allá andan caballos. Pero montao, cuánto podría uno tardar en llegar al mar. 
El último jefe de estación de Mamuel Choique vive en la estación. Es su casa. No hay tren. No hay estación. Pero hay jefe. Sobre las vías, los fierros cuentan historias. La historia del óxido. Otro país. El mismo. 
Chiva vieja no ma. Vieja la chiva.

lunes, 26 de junio de 2017

La biblioteca en el corazón del frío




Sobre la calle principal del pequeño paraje de Río Chico, en la región sur de Río Negro, hay una biblioteca. Está cerrada. Un cartel escrito a mano indica: Biblioteca Pichinchef”. Y abajo: “Río Chico. RN”. La puerta es de madera. Su ventana ha sido tapiada. El pueblo lleva varios días con la electricidad funcionando al ritmo del temporal. A veces si, por lo general no.
Hay que entenderciertos escenarios. El pueblo es hoy una heladera. Sus caminos seencuentran cortados. No hay luz. El gas escasea. También losalimentos. No es el mejor momento para ponerse a leer con -16 grados. Al menos la señal nos advierte que en el interior de este humilde edificio, levantado con partes de cemento y adobe, hay libros. Cientos, miles. Quién sabe. No importa. Algo hay.
No cuesta nada imaginarse al mismo pueblo en verano. Ataviado de calor de meseta y aroma a montañas lejanas. Florecido. Verde. Amable por derecho propio. No es verano. Es invierno y andar duele en el rostro. Riega penas. Los autos no avanzan. Dos perros tiemblan como tristes personajes de una película muda. Los caballos meditan parados afuera de algunas casas.
Hoy se puede vivir aquí, en un repliegue de la Patagonia, pero no se debería. El invierno es cruel. Insano. En contraprestación la naturaleza devuelve finas bocanadas de aire puro. Tierra limpia. Soledad sola. Quietud y tiempo. La última ocasión en que sonó la bocina del tren fue hace 23 años. Desde entonces, en la estación, que una vez sirvió de motivo para radicarse en el paraje, nada se mueve. Los vagones soportan las nevadas. Fierro contra hielo. No chistan. No dicen ni pio. Un hombre ciego cruza las vías. Es todo. La vida se repliega sobre sí misma hasta la siguiente estación. Será primavera. Seguramente fría.
La imagen total convoca al pasado. Mi madre, mi prima, mi tía y mis abuelos, refugiados todos, alrededor de una cocina a leña que arde al rojo vivo. Existimos en lo profundo. 2500 kilómetros al sur de Río Chico. Y mi madre nos lee “Tarzán de la selva”. Cubiertos por mantas, protegidos de la helada, escuchamos historias de otra tierra donde todos andan desnudos.

lunes, 19 de junio de 2017

El fin del conocimiento o la supremacía del dinero


¿Creatividad o conocimiento? Creatividad.
Durante siglos, tal vez unos 800 años, si pensamos en la Edad Media y el compromiso de los escribas por resguardar el pensamiento de la Grecia Clásica en la oscuridad de los claustros, la civilización ha vivido atada a la idea de que el saber es la simiente del progreso. El pensamiento posterior sería que el conocimiento es el verdadero tonificante de la creatividad. 


Podríamos afirmar que sin lectura no hay escritura. O hay cierto tipo de escritura, pero ya no más que sin conocimiento no hay creatividad. En su libro “Una temporada con Lacan” el francés Pierre Rey escribió algo como: “La cultura es la memoria de la inteligencia de los otros”. O los demás. Visto así la cultura es un bien adquirido que tiene su valor de intercambio: tiempo y dinero. Dentro del tiempo hasta podemos sumar voluntad.
Los nuevos especialistas en desarrollo apuntan hacia un hecho que veníamos notando desde principio de los 90, pero que se volvió una fuerza global con la aparición de internet: la creatividad va dejando atrás al conocimiento. El boom de las start up o empresas emergentes es apenas un ejemplo. El boom de los técnicos de fútbol que obtienen sorprendentes resultados tácticos mediante estrategias que están muy por debajo en complejidad que las elaboradas por los ajedrecistas profesionales. El boom de los videos virales que con un gesto consiguen monetizar su contenido. El boom de los hits instantáneos. Y siguen.
No abunda el conocimiento en el nuevo campo de lo inmediato. Los grupos punks, a mediados de los 70, tampoco parecían poseer demasiadas herramientas musicales...y sin embargo. Sex Pistols realizó el proceso inverso. Comenzó sin saber nada, tuvieron éxito, y terminaron ensayando varias horas por día hacia el final de su corta carrera como grupo. 


Reger insiste en que debemos trabajar en una sociedad que ubique en un lugar distinto a la creatividad. La cuestión es que la creatividad es la que, con tiempo y saliva, se convierte en conocimiento. A veces incluso académico. La creatividad no es tan hija del conocimiento como de la necesidad. Somos más creativos con hambre. Con penas de amor. Heridos en nuestros orgullos.
Recordaba a Osvaldo Soriano que, cuando era un redactor a los saltos en el diario LaOpinión de Jacobo Timerman, escribió una de sus mejores crónicas:“El caso Robledo Puch”. Soriano Cuenta con pluma magistral las andanzas del cruel asesino que todavía hoy clama por su libertad. Iluminado por los elogios de toda su redacción, el periodista fue promovido a una oficina con secretaria para sacarle plusvalía a su creatividad en otros temas. Hundido en la comodidad de un sillón “El Gordo” no pudo elaborar ninguna otra idea. Su vertiente solo encontraba cause en los márgenes de cierto caos y libertad famélica de bizcochos.
El concepto de Start Up viene a competir con el concepto de creatividad artística. Hacer dinero es socialmente más importante que hacer algo que, en definitiva, apasiona. Hay un punto de confluencia entre ambas cosas: hacer lo que nos apasiona es hacer dinero con lo que nos apasiona. Lo que termina en un resultado de: hacer lo que hacemos por dinero.


En su libro “Hacernegocios con palabras”, el pensador Arjun Appadurai, reflexiona de cómo es que llegamos a esta situación. Cómo es que el dinero se transformó en un objeto de deseo en sí mismo, superior aun al hecho de tenerlo para obtener otras cosas.
Creo que fue Fito Páez el que dijo alguna vez que todo lo que hacemos, lo hacemos para conseguir chicas. La revolución del pensamiento contemporáneo consiste en cómo hacer dinero para conseguir dinero.
Una vida bucólica en lugares apartados del planeta es posible. Es posible también en lugares no tan apartados ni tan bucólicos. Sin embargo, si están lejos de todos los sistemas donde abundan los procesos abstractos de obtener ganancias contables. Entonces se quedan solos y lejos. Pequeños pueblos del primer mundo a los que nadie quiere ir.
Cuentan que el empresario espacial Elon Musk, dueño de Tesla y SpaceX, tiene una rutina tan vertiginosa que lo que lleva a dormir escasas horas y tragar en lugar de comer. Su ideario nos resulta natural en un empresario, pero qué tal en un psicoanalista. Jacques Lacan aseguraba dormir en periodos de tres horas para aprovechar el tiempo. El escritor Gabriel garcía Márquez recomendaba dormir hasta las 10 de la mañana porque hacía bien al cutis. Aristoteles Onassis mantenía reuniones con sus ejecutivos en restaurantes y no disfrutaba de las mañanas. El campeón del mundo de ajedrez, Magnus Carlsen, duerme hasta el mediodía en contra de lo que le recomiendan sus asesores (una vez se levantó a las 9 am para estudiar y se quedó dormido durante una partida por el Campeonato del Mundo). Volviendo a Soriano, solía vivir al revés.
Si no es por dinero, porqué otra cosa haríamos semejantes esfuerzos.
“El misterio es cómo el dinero termina siendo un fin en sí mismo, un imán sin límite para el deseo humano”, escribe Appadurai.
Cómo es que observamos la vida a través del cristal del dinero. El dinero da forma al cuerpo, a la inteligencia, a las sensaciones. 


La anécdota ha sido probablemente deformada, pero explica el carácter de Francis Scott Fitzgerald. Ernest Hemingway le dice a Scott Fitzgerald: “Los ricos no son diferentes a nosotros”. A lo que el autor de “El último magnate” responde: “Si, son más interesantes”.
Lo que no da la naturaleza bien puede proveerlo el imán del dinero. Su metáfora expansiva. Porque el dinero, a esta altura, nos explica y nos define. ¿Es el terror lo que determina a Stephen King (hoy anti Donald Trump) o es el éxito y su facturación o la consistencia de sus historias? Y si hablamos del éxito que imprime el dinero ¿Responde Trump a la pregunta “Cómo hacerse ricos” en el libro de su autoría del mismo nombre? (yo lo leí y no dice ni pío)
Appadurai aseguraque en la crisis de las hipotecas subprime hay un conflictolingüístico. Nada menos. Algo debe decirse al respecto, las fórmulas que sintetizan los artefactos financieros llamados “derivados”, puede ser tan oscuras que nadie o casi nadie es capaz de traducirlos a un idioma. Cualquier sea este.
Sin importar lo que subprime quiere decir -- (aunque refiere a préstamos ofrecidos a conjuntos de personas que no están en condiciones de pagar y califican para hipotecas con escasos requisitos)--, detrás de la burbuja inmobiliaria crecía la avidez de dinero. Dinero y reconocimiento. Una casa. Un fajo de billetes. Una cifra. Dinero e intensidad. Vender una y otra vez los derivados de los derivados de los derivado.



En el libro “Cáscarade nuez” de Ian McEwan, un bebé es el narrador de una historia criminal que involucra a tres personas. Entre ellos a sus padres y al amante de su propia madre. En la antesala del deseo hay un asunto monetario. Una mujer harta de su marido se confabula con su amante para matar a su esposo y vender la casa de él. 7 millones de algo. Es mucho. Es suficiente para una nueva vida. ¿Y el bebé? Ah, claro.
En “Asalto de mata”, Paul Auster describe cómo el azar se involucra de lleno en la vida de un pobre escritor. Y que de no ser por la pura suerte, por las más insólitas casualidades, no habría llegado nunca a llenar su estómago y a escribir algunas de las mejores novelas de los últimos 50 años. Se refiere a sí mismo. 


Dicen que Sean Parker, el socio creador de Napster, Facebook y Spotify, no tiene mayor interés en el dinero. En una de las últimas entrevistas quele hicieron, la revista Vanity Fair, muestra al genio digital en un departamento alquilado en pleno de desorden. Su capital: ¿1000 millones de dólares? Un momento. ¿Entonces, cómo es que llegó allí?
En “Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra”, John Irving relata la historia de un doctor que se debate entre el aborto y la adopción con igual compromiso. Sus chicos habitan un mundo cruel que él trata de alivianar con una personalidad firme pero al mismo tiempo dulce. El doctor Wilbur Larch podría recibir sin problemas al hijo de Trudy, la madre del bebé creado por McEwan.
Paul Corrigan escribió el libro “Shakespeare on Managemet: leadership lessons for todays”. Quien ha leído mucho al autor de “Romeo y Julieta” podría preguntarse si, en verdad, se pueden encontrar claves de negocios y liderazgo en la biblia de la literatura en inglés.
Por lo pronto, ¿quería o no quería Shylock el dinero que había prestado a Antonio?. ¿Y a Antonio lo movía el deseo de dinero o el deseo de ayudar a Bassanio? A Bassanio a su vez lo empujaba la necesidad de efectivo para conquistar a Porcia. Pero, en serio, ¿Qué quería Shylock? Si, había algo superior al dinero. Una reivindicación de clase que vale tanto o más que un pedazo de carne.
¿Es imaginable una sociedad en que el dinero ocupe un segundo lugar?
El día en que Corrigan imaginó a Shakespeare como un catalizador del mundo de los negocios, algo sucedió en el resto de lo que llamamos cultura. Una delicada pieza de pensamiento se quebró. Como cuando apareció el” Zen Golf” o el “Zen y el Arte del Mantenimiento de la Motocicleta”. Hay un librito mucho menos famoso: “Mente Zen, Mente principiante”,que reúne las charlas de Shunryu Suzuki, el hombre que llevó el zen a Estados Unidos.
¿Podríamos encontrar claves de la riqueza en los poemas de amor de Pablo Neruda, por ejemplo? ¿Sería Roberto Bolaño un emisor impensado del universo financiero? ¿Se oculta detrás de “La Universidad Desconocida” el secreto de la riqueza? Bolaño vivió con muy poco hasta poco antes de morir. Prácticamente desahuciado encontró el éxito internacional. Dividió su obra maestra “2666” en cuatro libros para que su ex mujer y su hijo pudieran asegurarse un futuro.
Por respeto a su obra, finalmente, el libro salió a la venta tal cómo lo soñó su autor, en un solo tomo de más de 1000 páginas.

sábado, 17 de junio de 2017

Conocimiento o creatividad

"el conocimiento es cada vez menos importante; la creatividad a la hora de solucionar problemas lo es cada vez más"

Joseph Reger, 
(Responsable tecnológico en Europa, África, Oriente Medio e India de Fujitsu)

Reger ataca los tradicionales conceptos que tenemos sobre educación y desarrollo. Anuncia la soberanía de la sociedad tecnológica, la inteligencia artificial en un mundo quebrado, dividido y muy dinámico que deberá encontrar nuevas formas para su identidad. No solo tendremos que continuar en esto de descifrarnos a nosotros mismos, también a la IA que nos hablará desde el celular, la heladera o en los paréntesis de nuestros sueños.

La entrevista en El País.

viernes, 16 de junio de 2017

La tormenta del siglo o algo por el estilo


La tormenta desde mi ventana


 El pronóstico esta vez no miente. Los expertos dicen que esta podría ser la Tormenta del Siglo. Hay una serie de elementos capaces de transformar un temporal en una Tormenta Perfecta. Algo digno de Hollywood. Frío -tendremos heladas de hasta -15 grados en algún momento del viernes al martes- y humedad, dice la tablita.
Veremos.
Mientras tanto, la nieve. Pequeñas formas equilibradas que responden a una dimensión superior. O subterránea. La composición del agua. 6 lados. Perfecta armonía.
Abajo el cómo y el porqué de la nieve.
Y un relato de Hemingway que se hizo film. En la nieve, pues. 
A todo esto ¿Qué es la nieve?

jueves, 15 de junio de 2017

El fin de lo que sé (sabía)

Tal y cómo van las cosas, más temprano que tarde voy a quedar desempleado de alguno de mis dos oficios. Los algoritmos o los egresados de alguna carrera inspirada en los laboratorios del MIT, terminarán por reemplazar mi cuestionable capacidad para escribir crónicas de cualquier cosa quese me solicite, desde cualquier punto del sur.
Hoy, por ejemplo, acabo de terminar un artículo sobre las paritarias de los petroleros (fueron al 20% y decían que iban por el 24%) y segundos después me encontraba persiguiendo al profesor que enseña matemáticas al ritmo de “Despacito”. Antes estuve con el lapsus de un intendente de Cambiemos. Todo en la misma mañana-mediodía-tarde. Según leo, mis esfuerzos no alcanzarán. Pronto voy a tener que venderempanadas de perejil en las afuera de un supermercado. He leído mucho y ese “leer” no tiene una aplicación práctica en el futuro cercano del universo laboral. Seré una APP o no seré. Borracho, me atrevo a cantar blues. Tampoco sirve.
La otra cosa que conozco bastante bien es cocinar. Aunque cada vez que me instalo a ver un programa, observo con cierta preocupación que tengo menos onda que un clavo. Los muchachos de la tele son puro estilo (rastas, yo soy pelado) y sus comidas vuelan sobre las cocinas como águilas drogadas. Mi abuelo fue cocinero en los barcos que surcaban de extremo a extremo el mar de Chile. Lo vi hacer malabarismos con los bifes y de él se me pegó el amor descontrolado por el ajo. De todos modos, empiezo a sentirme fuera de lugar también entre las ollas.
Poseer tiempo para escribir este epitafio, es una prueba de que o tengo tiempo de sobra o de que sobro. Prefiero no saberlo ya mismo.
Sospecho que a cada generación se la desarticula con anticipación. Te conviertes en un modelo pasado de moda justo cuando crees que has aprendido algo útil. Y lo que sabes, deja de encajar. La rosta de tu tuerca se vuelve otra. No apreta.
Estaba pensando en escribir una crítica a la distribución del contenido periodístico y me sale esto. Con este impulso nunca voy a llegar al New York Times. Los diarios, los nuevos diarios, son demasiado anchos, demasiado planos. Supongo que no les queda otra. Han sido superados por las circunstancias y por “no saber sabiendo” lo que quieren sus lectores. Que tampoco saben-sabiendo qué leer, ver, escuchar, mirar (¿para cuando tocar?. No sé si me explico.
Sin embargo, cuanto más ancho el campo más necesidad de cubrir los espacios. Circunscribir el vacío implica dinero. Qué problema.
Se dijo: la televisión va reemplazar al cine, pero es la web la que está sentenciando a la televisión. Los diarios on line no pudieron con la radio, ni los casetes piratas con los CD piratas, ni los CD piratas con la música bajada de internet. Todo eso fue superado por Spotify y Netflix.
Ahora que pago por leer el diario de cada día, me pregunto, ¿no será mejor crear un Spotify de diarios?. Un paquete. Resignar ingresos para alcanzar lectores de las pasadas-nuevas-antiguas-futuras generaciones. El pase mágico que te deja en todos los lugares y en ninguno. Bienvenidos al Aleph deBorges.
Los diarios, atomizados, no son diarios. Son calendarios. Son agendas. Son mapas de calles innombrables. Para sobrevivir y crecer, pienso, habrán de sumar puentes con otros diarios-no-diarios, con otros contenidos, con otras marcas, con otras texturas. De modo que un pasaje nos abra la puerta de otras puertas. Hasta el infinito y más allá.

Ya estoy delirando. Perdonen ustedes, es la vejez.