lunes, 10 de julio de 2017

Violencia y locura en Puerto Natales II: hablan los testigos y revelamos las hipótesis más fuertes del caso

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Por Juan Salvador Miranda Vios / Claudio Andrade
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Sobre el horror, el horror. Y sobre la violencia más violencia.
El sábado a la madrugada no hubo una pelea sino dos. Dos trifulcas, dos enfrentamientos en desigualdad de condiciones, arteros, uno más sangriento y desmedido que el otro. La diferencia entre ambos fue de 30 minutos y, según testigos, existen elementos para suponer que hay otros carabineros involucrados, además de los dos que ya se encuentran en prisión preventiva: los ex cabos segundo Pedro Loncuante Loncuante y Miguel Delgado Velásquez.
Conversamos con un testigo directo de los hechos, que por motivos de seguridad debe mantener en reserva su identidad. La madrugada del sábado 8 de julio, cuatro personas salieron del bar Slowy y caminaron por la calle Magallanes hacia Bulnes. Se trataba de Gonzalo Muñoz (21), Víctor Hernández (31) y Sady Galindo Soto (33) y una cuarta persona Héctor Almonacid. Excepto Muñoz todos se encontraban bebidos o con copas demás en el cuerpo. Su andar los delataba.
Sobre la calle Bulnes permanecían acomodados junto a un automóvil el ex policía Delgado y un ex guardia de seguridad, Sebastián Cáceres (quien ahora está detenido). Estaban sobrios y en pleno goce de sus facultades. Siguiendo el relato, Hernández se acercó a ellos y pasados unos segundos se inició una discusión. Hernández no realizó ninguna acción física en contra del ex carabinero y el ex guardia. Apenas levantó la voz. Estos atacaron de sorpresa y con inusual ferocidad a tres de los cuatros jóvenes. La agresión fue tan inesperada como salvaje. Los golpearon con palos, una botella y usaron sus piernas y puños. Con la botella impactaron sobre la cabeza de Sady Galindo. Con los palos le volaron dos dientes a Almonacid. Hernández también recibió golpes. Muñoz quedó a un costado en shock.
Un grupo intervino para detener la paliza.
Les recriminaron su brutalidad. Los reconocieron de inmediato. Los apuntaron. Uno era carabinero de civil, el otro un guardia de una disco. Mientras tanto, ambos enviaban y recibían apresurados mensajes con sus celulares llamando casi con total seguridad a otros “carabineros” para que los apoyen en ese momento. En un árbol, asustado, conmocionado pero sin golpes evidentes, estaba Muñoz. Hasta ese momento no exhibía ningún rasguño.
El joven anónimo sangraba de la boca, el cuerpo y la cabeza. Lo mismo ocurría con Galindo Soto que había recibido una golpiza y tenía una profunda herida en su cabeza de la que no paraba de manar sangre en grandes cantidades. Los testigos se llevaron a Almonacid hacia la costanera, donde le lavaron las heridas y hasta donde podemos suponer le salvaron la vida.
Antes de partir le aconsejaron a Muñoz que se marchara a su casa porque entendían que los policías tenían la decisión de continuar la pelea. Muñoz les respondió que “eran sus amigos” y que no los podía dejar solos. “Quería protegerlos”. Los tres partieron hacia la calle Eberhard. Mientras tanto los ex agentes se marcharon en su automóvil con la intención de buscar más personas para atacar de nuevo.
Hasta aquí el relato del testigo. Hay un segundo grupo de testigos que también brindó su versión de los hechos a la Policía de Investigaciones.
Lo que ocurrió después está reconstruido a partir del relato de esos testimonios que han trascendido en los medios locales o que han sido planteados por los propios padres de los afectados. Nosotros charlamos con vecinos del barrio: confirman que escucharon dos frenadas de neumáticos una a las 5 y otra alrededor de las 5,30 coincidiendo con el relato del primer testigo.
Entre el Slowly y la intersección de Magallanes con Eberhard hay apenas cuatro minutos. Los cronometramos. Entendemos que todo el conflicto se desarrolló a gran velocidad. Hay voces que nos indican que los ex policías son especialmente conocidos en las calles por “creerse alguaciles del pueblo”. “Hay rencor, algo más que los impulsa”, nos dijeron. “A Natales envía pacos psicópatas”, se escucha en la calle. El diálogo entre Hernández y los ex policías no habría sido casual. Nos explican fuentes que los carabineros podrían haberse dedicado a vender sustancias ilegales y que en su ebriedad Hernández quiso procurarse alguna. Es una teoría. Una hipótesis que no debería ser descartada. Desconocemos si han sido allanadas las casas de los detenidos.
Los mensajes enviados por los atacantes habrían convocado a otros policías que todavía no fueron identificados y que llegaron hacia la zona de Magallanes con Eberhard minutos después del primer enfrentamiento. En esta ocasión de dos vehículos se bajaron al menos 6 personas y atacaron con total impunidad a los jóvenes que estaban borrachos y malheridos. Sady Galindo estaba prácticamente inconsciente. Ahora sí atentaron contra Muñoz. Lo golpearon con especial saña por tratarse de una persona muy delgada y frágil. Usaron palos y un extintor con el que le impactaron en reiteradas ocasiones en la cabeza.
Los golpes le generaron numerosas hemorragias internas del cuerpo. Su cabeza fue perforada por el elemento contundente al punto que su cráneo se rompió en varios pedazos.
El hecho de que la participación de miembros de la fuerza haya sido mayor a la que se informó, explicaría en parte porque desde la institución tardaron tantas horas en expresarse de modo oficial.
¿Un gesto de encubrimiento? Puede ser.
Es otra hipótesis que crece en la calle a medida que pasan las horas.

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