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Por Juan Salvador Miranda Vios / Claudio Andrade
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Sobre el horror, el horror. Y sobre la violencia más violencia.
El
sábado a la madrugada no hubo una pelea sino dos. Dos trifulcas, dos
enfrentamientos en desigualdad de condiciones, arteros, uno más
sangriento y desmedido que el otro. La diferencia entre ambos fue de 30
minutos y, según testigos, existen elementos para suponer que hay otros
carabineros involucrados, además de los dos que ya se encuentran en
prisión preventiva: los ex cabos segundo Pedro Loncuante Loncuante y
Miguel Delgado Velásquez.
Conversamos con un testigo directo de los
hechos, que por motivos de seguridad debe mantener en reserva su
identidad. La madrugada del sábado 8 de julio, cuatro personas salieron
del bar Slowy y caminaron por la calle Magallanes hacia Bulnes. Se
trataba de Gonzalo Muñoz (21), Víctor Hernández (31) y Sady Galindo Soto
(33) y una cuarta persona Héctor Almonacid. Excepto Muñoz todos se
encontraban bebidos o con copas demás en el cuerpo. Su andar los
delataba.
Sobre la calle Bulnes permanecían acomodados junto a un
automóvil el ex policía Delgado y un ex guardia de seguridad, Sebastián
Cáceres (quien ahora está detenido). Estaban sobrios y en pleno goce de
sus facultades. Siguiendo el relato, Hernández se acercó a ellos y
pasados unos segundos se inició una discusión. Hernández no realizó
ninguna acción física en contra del ex carabinero y el ex guardia.
Apenas levantó la voz. Estos atacaron de sorpresa y con inusual
ferocidad a tres de los cuatros jóvenes. La agresión fue tan inesperada
como salvaje. Los golpearon con palos, una botella y usaron sus piernas y
puños. Con la botella impactaron sobre la cabeza de Sady Galindo. Con
los palos le volaron dos dientes a Almonacid. Hernández también recibió
golpes. Muñoz quedó a un costado en shock.
Un grupo intervino para detener la paliza.
Les recriminaron su brutalidad. Los reconocieron de inmediato. Los
apuntaron. Uno era carabinero de civil, el otro un guardia de una disco.
Mientras tanto, ambos enviaban y recibían apresurados mensajes con sus
celulares llamando casi con total seguridad a otros “carabineros” para
que los apoyen en ese momento. En un árbol, asustado, conmocionado pero
sin golpes evidentes, estaba Muñoz. Hasta ese momento no exhibía ningún
rasguño.
El joven anónimo sangraba de la boca, el cuerpo y la
cabeza. Lo mismo ocurría con Galindo Soto que había recibido una golpiza
y tenía una profunda herida en su cabeza de la que no paraba de manar
sangre en grandes cantidades. Los testigos se llevaron a Almonacid hacia
la costanera, donde le lavaron las heridas y hasta donde podemos
suponer le salvaron la vida.
Antes de partir le aconsejaron a Muñoz
que se marchara a su casa porque entendían que los policías tenían la
decisión de continuar la pelea. Muñoz les respondió que “eran sus
amigos” y que no los podía dejar solos. “Quería protegerlos”. Los tres
partieron hacia la calle Eberhard. Mientras tanto los ex agentes se
marcharon en su automóvil con la intención de buscar más personas para
atacar de nuevo.
Hasta aquí el relato del testigo. Hay un segundo
grupo de testigos que también brindó su versión de los hechos a la
Policía de Investigaciones.
Lo que ocurrió después está
reconstruido a partir del relato de esos testimonios que han trascendido
en los medios locales o que han sido planteados por los propios padres
de los afectados. Nosotros charlamos con vecinos del barrio: confirman
que escucharon dos frenadas de neumáticos una a las 5 y otra alrededor
de las 5,30 coincidiendo con el relato del primer testigo.
Entre el
Slowly y la intersección de Magallanes con Eberhard hay apenas cuatro
minutos. Los cronometramos. Entendemos que todo el conflicto se
desarrolló a gran velocidad. Hay voces que nos indican que los ex
policías son especialmente conocidos en las calles por “creerse
alguaciles del pueblo”. “Hay rencor, algo más que los impulsa”, nos
dijeron. “A Natales envía pacos psicópatas”, se escucha en la calle. El
diálogo entre Hernández y los ex policías no habría sido casual. Nos
explican fuentes que los carabineros podrían haberse dedicado a vender
sustancias ilegales y que en su ebriedad Hernández quiso procurarse
alguna. Es una teoría. Una hipótesis que no debería ser descartada.
Desconocemos si han sido allanadas las casas de los detenidos.
Los
mensajes enviados por los atacantes habrían convocado a otros policías
que todavía no fueron identificados y que llegaron hacia la zona de
Magallanes con Eberhard minutos después del primer enfrentamiento. En
esta ocasión de dos vehículos se bajaron al menos 6 personas y atacaron
con total impunidad a los jóvenes que estaban borrachos y malheridos.
Sady Galindo estaba prácticamente inconsciente. Ahora sí atentaron
contra Muñoz. Lo golpearon con especial saña por tratarse de una persona
muy delgada y frágil. Usaron palos y un extintor con el que le
impactaron en reiteradas ocasiones en la cabeza.
Los golpes le
generaron numerosas hemorragias internas del cuerpo. Su cabeza fue
perforada por el elemento contundente al punto que su cráneo se rompió
en varios pedazos.
El hecho de que la participación de miembros de
la fuerza haya sido mayor a la que se informó, explicaría en parte
porque desde la institución tardaron tantas horas en expresarse de modo
oficial.
¿Un gesto de encubrimiento? Puede ser.
Es otra hipótesis que crece en la calle a medida que pasan las horas.
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