domingo, 16 de julio de 2017

La información ya no vive aquí, se mudó

Ya nada está donde solía estar. O nos movimos o alguien cambió la estantería. Los medios tradicionales, pero sobre todo los diarios, tardaron mucho en darse cuenta de esto. Todavía a finales del 2007 el gerente periodístico del Río Negro me aseguraba que internet era una total exageración.
Una década después los diarios atraviesan la peor de sus crisis en el más dinámico de los escenarios comunicacionales. El problema es cómo insertarse en el baile y que encima te paguen por bailar.
Muchos creen que detrás los “diarios”, hay personajes que peinan canas y definen agendas con un timbre en la mano.
La realidad del proceso es menos tácita. Las “notas” requieren de “anotadores”. Todavía son muy necesarios los cronistas, aunque los medios tradicionales alientan la formación periodística editorial en la universidades. Cuando la verdad es que es el viejo oficio es el que puede sacarnos del atolladero. Sin historias no hay lectores. Como dijo Hernán Casciari en una entrevista reciente: “La gente nunca va a dejar de querer que le cuenten historias”.
Hace una semana un grupo de personas, entre las que había carabineros de Chile, atacó a cuatro jóvenes en Puerto Natales dejándolos heridos de gravedad. La primera entrevista a una testigo fue publicada en Facebook en el marco de un trabajo periodístico que hicimos con Salvador Miranda. El en Puerto Natales. Yo en Bariloche. Lo hicimos por afán de contar.
La serie de artículos, subrayando datos que los medios regionales y nacionales como La Prensa Austral, El Pinguino, El Mercurio, Televisión Nacional de Chile, omitían, obviaban o menos preciaban fueron publicados en nuestras cuentas.
El mismo día que nuestra entrevista marcaba más de 500 las ocasiones compártidas, el artículo principal de La Prensa Austral había sido compartido 52 veces. 10 veces menos y décadas de historia más a su espalda. El blog Suma Bobo, donde fueron reproducidos los artículos, superó en un día las 10 mil páginas leídas. Recibimos más de 400 comentarios. Hubo más de 1000 reacciones.
Y, esto es llamativo, una fuente irreprochable me comentó que un alto funcionario de Gobierno Nacional estaba siguiendo atentamente las información que entregamos en Facebook.
Un amigo periodista, bocho tecnoreportero, Andrés Stefani, me dice que la gente está donde está la data. Si. Y no también. La gente sigue acudiendo en masa a los medios tradicionales pero no siempre encuentra lo que busca.
Los periodistas estamos obligados a salir de nuestro circuito de confort (y en Chile se le dice confort al papel higiénico, una metáfora por demás ubicua en este momento) para “estar” donde surgen los hechos.
Una fogata, un relator, la noche, el silencio, los ojos abiertos. Todavía se repite la escena ancestral.
Hace unas horas me enteré de algo curioso. Un nuevo director asumió en el diario Río Negro. Un medio regional que en la última década perdió entre 15 y 20 mil compradores diarios. Todo lo que cosechó en internet lo dejó atrás en el papel. Sus victorias no son noticiosas sino un reflejo de la costumbre que empuja una marca de 100 y tantos años.
El diario vive de la pauta oficial de Neuquén y Río Negro, de algunas cadenas, de los clasificados pero ya no de sus lectores directos.
El nuevo director es brasilero. Después de tanto ir y venir y de contratar y despedir, el directorio de Río Negro descubrió en Brasil lo que no hay, para ellos, en la Argentina.
Entonces lo comenté a un amigo y editor. Entonces me dijo: Brasil, el boom brasilero comienza a tomar forma nuevamente (27 mil visitantes este año y partimos en 2011 con 5000), el gobernador Alberto Weretilneck y sus funcionarios visitan habitualmente San Pablo, la sociedad entre la provincia y el diario Río Negro es un secreto a voces. ¿No te hace pensar? Elaboré mi teoría e hice mi llamada a una alta fuente del gobierno. Silencio. Aquí estoy. ¿Podría haber un desembarco de capitales extranjeros en medios regionales?. Se concretaría así un viejo anhelo de algunos miembros del directorio del Río Negro: vender sus acciones a precio oro.
Acto seguido me entero de que la provincia y el diario Río Negro van a asociarse para que algunos de los periodistas del diario tengan sus propios programas en Canal 10. Que es como decir que el gobierno provincial les terminará abonando sus salarios. Pero, un momento, ¿no sucede eso ya? ¿No son pagados los salarios del Río Negro a través de la propaganda y publicidad oficial de la provincia, que usa las páginas papel para dar a conocer sus obras? ¿No hubo un acuerdo entre la provincia y el Instituto de las Artes (IUPA), propiedad de un miembro del directorio, tuviera un mayor presupuesto que alentara su ampliación hacia otras ciudades como Bariloche y Viedma? ¿No pesa esta rarísima situación en los contenidos?
Cuando un diario deja de depender de sus lectores para vivir y financiarse, ese mismo día comienza a dar señales de triste, solitario y final. Puede que el diario Río Negro todavía sea un negocio, pero ya no es una ventana a través de la cual observar la realidad. O si lo es, pero es una ventana de vidrios empañados.
Me encantaría saber qué piensa el ex director Julio Rajneri de todo esto. El hombre que hizo de la independencia un emblema durante cuatro décadas. Se rumorea que ahora apoya a un medio digital exclusivamente referencial a sus autores. Que es como decir que lo leen solo ellos.
Lo único cierto, es que la realidad y sus inquietudes, sus historias y sus bichos, sus trucos y sus excentricidades, están allí afuera. Donde nadie auspicia a nadie. Donde no hay sponsors.

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