El cartel es
inapelable: “Venta total por cierre”. El mensaje no deja espacio
para objeciones. El Video Club del Cruce de Bariloche (Avenida
Pioneros al 8000) cerrará sus puertas después de muchos años de
ofrecer películas de los más variados géneros.
Entiendo que se
terminó volviendo famoso por la alegría de quienes lo atendían y
porque al final del pasillo, pasando los estrenos y el cementario del
mainstream de
todos los tiempos, estaban las secciones “raras”,
los bichos de otro planeta, el submundos introvertidos de la
cinematografía mundial. Se conseguía, por ejemplo, cine italiano,
español, alemán, danés, francés. Podías alquilar “Reconstrucción
de un amor”, la
hermosa película danesa de Christoffer Boe, “El
Anticristo”, de Lars von
Trier, y la muy
entretenida “Reykjavík-Rotterdam” de Óskar Jónasson, versión
original de la que luego Hollywood llamaría “Contrabando” con
Mark Wahlberg. Bueno, pueden hacerse una idea de las
flores que se cultivaban en el
patio trasero de este santuario de las películas.
En
el subsuelo, literalmente hablando, estaban las de chicos. Cientos.
Pero,
como dicen por ahí, todo lo bueno se
esfuma. El Video
Club del Cruce se va
como ya lo han hecho algunos de nuestros maestros, viejos amigos,
actores de siempre, músicos de toda la vida y hasta gente que “nunca
se había muerto antes”. Partieron
Prince y Michael Jackson. Philip Seymour Hoffman y
David Carradine. Los
tiempos cambian.
Una
vez, hace miles de
años, pensamos que
sería la televisión la que desplazaría al cine y especialmente a
los videos, pero fue Netflix el dulce
verdugo de una
cultura: la de ir al video a buscar nuestros propios títulos bajo
el poder de nuestra propia mano.
Muchos films ahora esperan su turno en la
memoria todopoderosa de los servidores.
Con eso basta. No creo que sobre -si no no se explica el universo
pirata- pero marca una tendencia sin retorno.
Dejaremos
de pujar, con otras
tantas almas
desesperadas,
por el estreno de
los viernes. Adiós
DVD también. Es raro anunciar tantas pero
tantas veces que las
cosas se transformarán en
breve y que cuando
finalmente sucede nos sorprenda un poco. Como si habláramos de
leyendas, de mitos que alguien más,
no nosotros, inventó. En
5 años no habrá diarios. En 10 años. En 2 años. Un día ocurre.
Sucederá. ¿Entonces? Entonces nos habremos olvidados del cliché.
Desde este lunes o
antes, no habrá más video en el Cruce.
No
están desapareciendo los contenidos sino la forma en que los
adquirimos. Y mientras escribo esto me siento un poco naif. Algo
inocente. También
están cambiando los contenidos. Ya no vemos las mismas películas,
ni escuchamos la misma música. No nos gustan los mismos estilos.
Esos mares tampoco nos pertenecen del
todo.
En
los 40 y los 50 el jazz era la música perfecta para amenizar una
fiesta. Quien lo diría, ¿no?.
Alcancé
a comprar un par de películas no demasiado conocidas. Una es una
versión cinematográfica
de “Cimbelino”
con Ed Harris. La vi
ayer. Bastante bien. La otra, la otra….una historia de amor, donde
hay una piba muy dulce y un cantante y ella tiene al hermano en coma
¿cómo era que se llamaba?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario