domingo, 9 de julio de 2017

Adiós al video del Cruce



El cartel es inapelable: “Venta total por cierre”. El mensaje no deja espacio para objeciones. El Video Club del Cruce de Bariloche (Avenida Pioneros al 8000) cerrará sus puertas después de muchos años de ofrecer películas de los más variados géneros.
Entiendo que se terminó volviendo famoso por la alegría de quienes lo atendían y porque al final del pasillo, pasando los estrenos y el cementario del mainstream de todos los tiempos, estaban las secciones “raras”, los bichos de otro planeta, el submundos introvertidos de la cinematografía mundial. Se conseguía, por ejemplo, cine italiano, español, alemán, danés, francés. Podías alquilar “Reconstrucción de un amor”, la hermosa película danesa de Christoffer Boe, “El Anticristo”, de Lars von Trier, y la muy entretenida “Reykjavík-Rotterdam” de Óskar Jónasson, versión original de la que luego Hollywood llamaría “Contrabando” con Mark Wahlberg. Bueno, pueden hacerse una idea de las flores que se cultivaban en el patio trasero de este santuario de las películas.
En el subsuelo, literalmente hablando, estaban las de chicos. Cientos.
Pero, como dicen por ahí, todo lo bueno se esfuma. El Video Club del Cruce se va como ya lo han hecho algunos de nuestros maestros, viejos amigos, actores de siempre, músicos de toda la vida y hasta gente que “nunca se había muerto antes”. Partieron Prince y Michael Jackson. Philip Seymour Hoffman y David Carradine. Los tiempos cambian.
Una vez, hace miles de años, pensamos que sería la televisión la que desplazaría al cine y especialmente a los videos, pero fue Netflix el dulce verdugo de una cultura: la de ir al video a buscar nuestros propios títulos bajo el poder de nuestra propia mano. Muchos films ahora esperan su turno en la memoria todopoderosa de los servidores. Con eso basta. No creo que sobre -si no no se explica el universo pirata- pero marca una tendencia sin retorno.
Dejaremos de pujar, con otras tantas almas desesperadas, por el estreno de los viernes. Adiós DVD también. Es raro anunciar tantas pero tantas veces que las cosas se transformarán en breve y que cuando finalmente sucede nos sorprenda un poco. Como si habláramos de leyendas, de mitos que alguien más, no nosotros, inventó. En 5 años no habrá diarios. En 10 años. En 2 años. Un día ocurre. Sucederá. ¿Entonces? Entonces nos habremos olvidados del cliché. Desde este lunes o antes, no habrá más video en el Cruce.
No están desapareciendo los contenidos sino la forma en que los adquirimos. Y mientras escribo esto me siento un poco naif. Algo inocente. También están cambiando los contenidos. Ya no vemos las mismas películas, ni escuchamos la misma música. No nos gustan los mismos estilos. Esos mares tampoco nos pertenecen del todo.
En los 40 y los 50 el jazz era la música perfecta para amenizar una fiesta. Quien lo diría, ¿no?.
Alcancé a comprar un par de películas no demasiado conocidas. Una es una versión cinematográfica de “Cimbelino” con Ed Harris. La vi ayer. Bastante bien. La otra, la otra….una historia de amor, donde hay una piba muy dulce y un cantante y ella tiene al hermano en coma ¿cómo era que se llamaba?.

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