lunes, 21 de septiembre de 2015

Periodismo: De la intuición a los algoritmos intuitivos

Una de las últimas especies sobrevivientes al cambio del paradigma comunicacional, que soporta el periodismo hoy, es “la intuición periodística”. Pero también este animal exótico y venerado está en peligro de extinción. Durante décadas el periodismo basó muchas de sus acciones operativas (edición, escritura, financiación de reportajes) en argumentos tales como la “intuición” de sus editores o, incluso, lo que dictaba “la piel” a sus reporteros. Pocos esgrimían otros argumentos laborales que no fueran una suerte de talento perfeccionado en la experiencia que, en la teoría, suma intereses por el ejercicio cotidiano del oficio. Como siempre, en materia de arte y talento, hay casos y casos. El periodismo no puede depender hoy exclusivamente de sensaciones. El estallido de internet y, con ella, de la explosión en el volumen de datos, ha ido convirtiendo esa “sensación” en un juego peligrosamente esotérico. Los periodistas todavía son dueños del foco: cuando una nota puede ser una nota. Pero la elevación de ese material en una joya preciosa, a lo largo de una jornada de trabajo y lectura, constituye un derecho que los escribas han perdido en parte y deben comenzar a delegar. O, al menos, a repensar. El futuro, y no el futuro de allá al fondo, impone la utilización de programas intuitivos capaces de rescatar del enorme volumen de información circulante, los auténticos parámetros de la ejecución periodística: captación de un tema, edición, publicación. El accionar ya no se basaría en los “me parece” de un reportero sino en la comprobación real, en línea, de lo que los datos nos muestran. La preservación de la especie periodística depende de con qué inteligencia y sofisticación sea leída la mega data que transpira la sociedad tecnologizada. Los flujos de mega data reflejan el estado anímico de millones consumidores con acceso a internet y que, por ende, que alimentan la corriente publicitaria de los medios. Y ambas cosas son pilares del negocio periodístico. Sin mega data no hay grandes medios. Sin análisis secuencial, a través del uso de algoritmos intuitivos, no hay posibilidad de saber -en términos precisos, se entiende- qué estamos haciendo en las salas de las redacciones. La siguiente generación de algoritmos, que hoy solo describen tiempo y volumen de consumo de artículos, será del orden predictivo. Se necesitará una gran cantidad de horas-hombre de escritura en la codificación de lenguaje formal e informal para concretar un algoritmo que “puenteado” a un Mega-Data Services ofrecerá análisis específicos capaces de imponer parámetros a este “decir” social. La aplicación de valores fluctuantes quedará determinada por el ritmo y el sentido de los consumos detectados en la web. Es imprescindible tener en claro la fórmula para calcular la escala. Un código de largo alcance, muy depurado, podría expresar la aparición de palabras en secuencias numerales, aplicar “notas” y desarrollar promedios y proyecciones estadísticas en el escenario del lenguaje en tiempo real. Esto complementará el saber periodístico más tradicional y, todo indica, lo perfeccionará.


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