lunes, 10 de agosto de 2015

Los candidatos no hablan de libros (bah, de nada, en realidad)

No se les escucha hablar de nada en particular. Dentro de unos meses van a gobernar un país y no hacen mención a ningún Plan de Gobierno específico. Recuerdan, los presidenciables, vagamente a los vendedores de pócimas que recorrían la Patagonia y el Oeste Americano hace unos cuantos años atrás. En su carretas, en los baúles de sus coches Fort llevaban envueltos botellas, conteniendo un líquido viscoso. El milagro habitaba en su interior. Pero para vender un remedio que lo curaba todo porque no curaba nada, los comerciantes, más bien bufones de la carretera, hablaban en términos muy generales de las propiedades del elixir. Curaba dolores, bajaba presiones, subía órganos, ensanchaba visiones, te volvía más inteligente, menos calvo, más vigoroso, menos nervioso, más atractivo, menos feucho. Pero el ingrediente era secreto. Como es un secreto lo que quieren hacer con el país Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa. 

Todos dicen lo mismo porque ninguno dice demasiado. Todos bajarán la inflación. Todos mantendrán los planes sociales. Todos devolverán la confianza. Todos tendrán un frente amplio. Todos, atención, durante su mandato sostendrán la ley de gravedad y la rotación de la Tierra.  

Sólo Scioli cometió la osadía de firmar acuerdos programáticos con algunos gobernadores. Aunque nunca ha quedado claro cómo conseguirá convertir en realidad los sueños de las provincias. Los candidatos no mencionan, jamás, planes de Estado durante su ¿campaña?. Como si les fuera mucho más conveniente que “la campaña” no comience jamás. Hasta ahora somos testigos de spots publicitarios que reproducen spots publicitarios en los actos públicos. Son enamorados cursis que dicen lo que la chica quiere oir.

Todos lucharán a brazo partido por la seguridad. Contra la envidia y el mal de ojo.

La realidad, por fuera de las frases de agencia, es que la Argentina necesita 25.000 a 30.000 millones de dólares para lograr el autoabastecimiento y abandonar una sangría anual de 15.000 millones de dólares en importación de energía que la está asfixiando. Este es un problema urgente. Es ya. Es hoy. Es ahora.  Necesita inversiones estructurales en caminos, puentes, centros de investigación, redes de gas, cloacales y agua potable que sólo se pueden concretar mediante creditos otorgados por la banca internacional. Una banca que no mira al sur. No, no quiere mirar hasta acá. No quiere, no. No insistan. No. Sólo Neuquén tenía en 2013 un plan de obra pública de 1000 millones de pesos que iba a entregar Nación en el marco del acuerdo YPF/Chevron por Vaca Muerta. Todavía están esperando el envío. La pequeña Añelo -capital del Shale, el Tight y del boom del oil- aguarda como una Penélope otro plan de alrededor de 400 millones de pesos.

Mientras tanto no tiene escuelas, jardines, asfalto, cloacas ni comisaría. Les sobran las prostitutas. No, tampoco les sobran. Manden no más.

Los fruteros de Río Negro esperan, por su lado, el subsidio prometido por el ministerio de agricultura este verano de apenas 300 millones de pesos. Nada mal para una industria cuya deuda total debe andar por los 3000 millones de pesos. Es una ironía. Obvio. Pero los candidatos hablan y hablan y hablan. De unidad, de diálogo, de cambio, de continuidad del diálogo del cambio de la unidad. Pero no mencionan obras, ni planes de desarrollo, ni explican cómo es que se mantendrán los planes sociales si no se inyecta más dinero al sistema. Es que si lo hicieran -quiźas, tal vez, hum no sé - tendrían que revelar de dónde van a sacar la plata. Quién se las van a prestar. A cuánto tiempo. A qué tasa. Cuándo. Hay otra cuestión que brilla por su ausencia a las espaldas de los candidatos.

No hay libros. No hay libros, loco. Man. Chabón. No-Hay-brolis. En sus oficinas, en sus lugares de trabajo, en sus refugios personales. No hay libros, no hay texto, no hay contenido. Son personas incultas por naturaleza. Por convicción.

Son escasamente eruditos. Mencionar el libro sería establecer una distancia entre su persona y el electorado que, supondrán los que entienden de marketing electoral, no leen tampoco. Ningún presidenciable ha mencionado los beneficios del estudio de la literatura, la filosofía, la economía, la sociología. Ninguno hizo alusión a uno de los más importantes y recientes libros de economía salido en los últimos 20 años: “El capital en el siglo XXI”, del francés Tomás Piketty. Digo, ¿por qué no? ¿por qué no mencionar un libro que te va a volar la cabeza, chaval? Después de todo Piketty viene de un país que invierte 116,000 millones de euros en educación. Algo podría enseñarnos.

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