jueves, 19 de julio de 2012

Tokio ya no nos quiere



En un futuro no muy lejano la vida es un constante deja vu inducido por la química. Un vendedor transcurre a lo largo y ancho del planeta sólo para alentar esta absurda hipótesis. Sus clientes están dispuestos a pagar cuantiosas sumas por el privilegio de olvidar selectivamente. El dolor es un trabajo a tiempo completo y hay ciertos dolores que mejor dejar atrás.
“Tokio ya no nos quiere” escrita por Ray Loriga fue publicada originalmente en 1999 y ahora vuelve a la librerías por otra editorial, Alfaguara.
En su momento no recibió la merecida atención. Estuvo adelantada a su época aunque no pocos la catalogaron de vacía.
La historia fue premonitoria de una serie de películas que llegarían después al cine. Una de ellas “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, que cuenta la vida de dos jóvenes quienes, después de una relación intensa, deciden olvidarse el uno al otro.
Otra, “Código 46″, protagonizada por Tim Robbins, ambientada en un futuro donde el conocimiento y el olvido vienen en frasco chico. Y otra, “The final cut”, con Robin Williams como un “editor” de los recuerdos humanos. Incluso puede que algunas de sus líneas nos hagan pensar en las ocurrencias de William Gibson y sus cowboys de la súper red virtual de “Neuromancer”.
El amor, el desquicio y el olvido del olvido, materiales sobre los que se forjó “Tokio ya no nos quiere”.
La calidad literaria y estilística de Loriga es indudable. Su libro está poblado de esas frases que se suelen, posmodernidad mediante, subirse a un blog.
Ejemplos sobran. Escribe Loriga: “Para alguien que ni siquiera sabe conducir, un parking es un sitio muy triste”, “La gente habla sin pensar, sobretodo cuando come”, “La memoria es el perro más estúpido, le lanzas un palo y te trae cualquier otra cosa”.

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